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La evangelización necesita coherencia y fidelidad

Evangelizadores en las redes, fieles a Cristo y a la Iglesia
El evangelizador no puede ir por libre reconstruyendo la fe y recreando la forma en que Dios nos la ofrecido


Por: Nestor Mora Núñez |



Puede parecer un tema secundario, pero no lo es. El evangelizador no puede ir por libre reconstruyendo la fe y recreando la forma en que Dios nos la ha ofrecido. Detrás de la infidelidad siempre hay dos razones: ignorancia e indiferencia. Ignorancia que, de forma más o menos consciente, deja en segundo plano lo que Cristo nos ha legado o lo colorea según sus intereses. Indiferencia que se evidencia en el hecho de poner su “evangelio personal” por encima de la Buena Noticia que compartió el Señor.

¿Qué razón se suele dar a la infidelidad? Lo más típico es la eficiencia, que sostiene que lo importante es tener más prosélitos que los demás y para ello se recurre a las estrategias de marketing. Se propone crear una necesidad donde no existe, ajustando el Evangelio a las necesidades de cada persona, con el objetivo que no sea necesaria una verdadera conversión. Es decir, se sustituye la conversión con la denominación. Para los evangelizadores infieles, lo importante es decirse cristiano, no que seamos verdaderos seguidores del Señor. Cristo nos dejó claro que el Evangelio es imposible de aceptar sin la intervención del Espíritu Santo.

El mismo Apóstol habla así refiriéndose a cierto tipo de gente: Confiesan conocer a Dios, pero lo niegan con los hechos. Igual que se niega, también se afirma con los hechos. Entendido de esta manera, nadie dice «Señor Jesús» sino en el Espíritu Santo. Por tanto, si no os agregáis a la unidad, manteniéndoos apartados, seréis animales al no poseer el Espíritu. Si os unís ficticiamente, el Espíritu Santo de la disciplina huye del que finge. Así, pues, reconoced que poseeréis el Espíritu Santo sólo cuando consintáis en unir vuestra mente a la unidad mediante un sincero amor. A los que os pregunten: «¿Qué vamos a recibir?», respondedles lo dicho, y nosotros mismos, hermanos, presentémonos ante ellos como ejemplos de buenas obras, sin orgullo por mantenernos en pie y sin perder la esperanza por quienes yacen caídos. (San Agustín. Sermón 269, 4)

Las redes sociales son espacios donde es muy fácil caer en la tentación de utilizar las estrategias de marketing. Hay que ser cuidadoso. No podemos ofrecer lo que se quiere escuchar y encima apoyarlo en trozos bien recortados del Evangelio. El problema es que cuando se “vende” mercancía defectuosa, los “clientes” terminan por apartarse de nuestro camino. Por ello es interesante que en las redes seamos:

  1. Fieles a la totalidad del Evangelio, así como a la Tradición Apostólica
  2. Sinceros en nuestras intenciones. No se trata de convencer a nadie, sino de compartir el Tesoro del que nos habla el Señor en sus parábolas.
  3. Respetuoso con quienes no desean escucharnos y atendernos. Respetuoso no quiere decir indiferente sino comprometido con quien necesita de nuestra labor.
  4. Tenaces en nuestro propósito sin que la tenacidad incluya violencia alguna.
  5. Seguidores de Cristo que andan el camino de la santidad. Este es el mejor testimonio que podemos ofrecer a los demás. Es el que más desconcierta a quienes buscar su beneficio personal.

En caso de duda viene bien recordar este pasaje evangélico:



Al entrar en la casa, dadle vuestro saludo de paz. Y si la casa es digna, que vuestro saludo de paz venga sobre ella; pero si no es digna, que vuestro saludo de paz se vuelva a vosotros. Y cualquiera que no os reciba ni oiga vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. (Mt 10, 12-15)

El evangelizador en las redes ofrece el Evangelio con fidelidad, pero no lo impone. Si no se le escucha, se aleja para buscar otro lugar donde sí sea escuchado. No hace violencia alguna sobre quienes no le hacen caso. Dios es quien tiene la potestad de decidir qué será de estas personas.







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