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Esclavitud e Iglesia
Conocer la historia nos ayuda a descubrir la verdad


Por: P. Javier Olivera Ravasi | Fuente: Infocatolica.com



Cada cierto tiempo, diversos medios de comunicación ayudan a resurgir la falacia de antaño según la cual, la Iglesia ha estado de acuerdo en tiempos pasados, con la esclavitud:

- “La Iglesia hace algunos siglos aceptaba pacíficamente la esclavitud y cambió de idea porque hubo una evolución en la doctrina y eso sigue pasando (…). Si repetimos lo que dijimos siempre, la Iglesia no crece” [1].

- “La Iglesia… convivió durante siglos con el escándalo de la esclavitud sin advertir su sustancial incoherencia” [2].

- “Así como la Iglesia cambió de doctrina sobre la esclavitud, así también deberá hacerlo ahora con los homosexuales” [3].

Las acusaciones, valga aclararlo, son por completo infundadas; veamos algunos botones de muestra [4] sabiendo que el tema da para muchísimo más [5].



 I.-

 El texto paulino que sirve como capitel completo dice: “En Cristo… ya no hay judío ni griego, ni libre ni esclavo, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gálatas, 3, 27/28). 

El mismo San Pablo explica su posición respecto a la esclavitud, en un texto explícito, la epístola a su amigo Filemón, con motivo de la liberación del esclavo Onésimo, convertido al cristianismo cuando ambos compartían la prisión,:  aunque por causas diversas: el apóstol por su fe y el esclavo por hurto en perjuicio de Filemón. 

San Pablo remite el esclavo al amo, pero lo hace portador de la carta en la cual dice a Filemón: “aunque tendría plena libertad en Cristo para ordenarte lo que es justo, prefiero apelar a tu caridad… te suplico por mi hijo a quien entre cadenas engendré, por Onésimo…que te remito… Tal vez se te apartó por un momento, para que siempre le tuvieras, no ya como siervo sino como hermano amado, muy amado para mí, pero mucho más para ti, según la ley humana y según el Señor… acógele como a mí mismo. Si en algo te ofendió o algo te debe, ponlo en mi cuenta, yo Pablo, te lo pagaré” (10/19). 

Como comentan Eloíno Nácar Fuster y Alberto Colunga O. P., esta epístola “tiene especial interés por referirse al grave problema de la esclavitud. La vida económica y social antigua se apoyaba en la servidumbre… San Pablo exhorta a los siervos a obedecer a sus amos y a éstos a tratarlos con caridad (Efesios, 6, 5/9). No se cree llamado a cambiar el estado de aquellos infelices sino predicando a todos que son libres en Cristo, iguales ante el Padre Celestial y hermanos en Jesucristo, (I Corintios, 7, 21/23). 



San Pablo es un gran apóstol. Saca el tema de la esclavitud del ámbito jurídico y lo coloca en la órbita de la caridad. No lanza contra la esclavitud un grito estéril sino que erosiona sus fundamentos. Como señala el destacado teólogo protestante Emil Brunner, “la institución de la esclavitud se disuelve desde dentro hacia afuera, y se sustituye por el orden de la comunidad de amor, sin la interferencia del orden mundanal… los cristianos tenían algo mucho más importante que hacer que protestar contra algo que no podían modificar y que una lucha abierta contra esa injusticia en aquella situación no habría conseguido suprimirla, antes bien, por el contrario, habría provocado un aumento de dicha injusticia” (“La justicia”, Universidad Nacional Autónoma de México, ps. 134/135). Entonces, ¿dónde está la evolución de la doctrina?

II.- 

Señalemos algunos hitos en la historia de la Iglesia para defenderla.

Después de los tiempos apostólicos, la Patrística se ocupa del tema y así Lactancio afirma: “para nosotros no hay siervos sino que a éstos los consideramos y llamamos hermanos en el espíritu”; San Gregorio Nacianceno declara incompatible a la esclavitud con el cristianismo, el Papa Calixto, contra las leyes romanas, autoriza el matrimonio de libres con esclavos o libertos; San Ambrosio vende los vasos sagrados para liberar esclavos; San Clemente Romano exalta el ejemplo de los cristianos heroicos que se sometieron a esclavitud para liberar a otros cuya fe y costumbres estaban en peligro. 

Constantino prohíbe marcar en la cara a los esclavos, crucificarlos, declara culpable de homicidio al amo que mate a algún esclavo; Justiniano castiga el rapto de una mujer esclava con la misma pena que el de la libre, permite a los senadores esposar esclavas y prohíbe separar del suelo a los esclavos. 

Con todo esto, preguntamos a quienes afirman con ignorancia… ¿la Iglesia no tuvo nada que ver? 

En la Edad Media observamos una evolución saludable de la esclavitud que se transforma en servidumbre. San Gregorio Magno establece normas muy concretas sobre el buen tratamiento de los siervos. 

San Pedro Nolasco funda en 1218 la Orden de la Merced para rescatar a quienes eran cautivos o esclavos de los musulmanes, intercambiando los frailes muchas veces su propia vida por la de aquéllos; hoy la Orden mantiene su carisma ante nuevas realidades agraviantes de la dignidad humana que se presentan.  

En la Edad Moderna reaparece la esclavitud en el siglo XV con la trata de negros. La Iglesia interviene y en 1462 el Papa Pío II la califica como un “gran crimen”. Paulo III en 1537 excomulga a quienes redujesen a los indios a esclavitud. En 1608 llega a las Indias San Pedro Claver, apóstol cristiano entre los negros, quien bautizó, según su propia confesión, a 300.000 de ellos. Como escribe el padre Alonso de Sandoval: “Hay que ver la alegría que sienten después de haberse bautizado… No son bestias”.  

El Papa  Gregorio XVI en 1837 publica una encíclica exhortando a los obispos del Brasil a que utilicen todos los medios para acabar con una situación tan lamentable y anticristiana; fue poco eficaz, porque medio siglo después, el 5 de mayo de 1888 León XIII se queja de la situación en su Epístola a los obispos del Brasil sobre la esclavitud

¿Dónde está entonces “la aceptación pacífica de la Iglesia?” ¿Dónde está “la convivencia de siglos” con el escándalo de la esclavitud?

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, IVE

NOTAS

[1] Palabras de Mons. Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires (Diario La Nación, 9/10/2014:http://www.lanacion.com.ar/1734012-si-repetimos-lo-que-dijimos-siempre-la-iglesia-no-crece). 

[2] José María Poirier, director de la revista “Criterio”, en artículo titulado “Un encuentro abierto a temas complejos” (cfr. La Nación, 19/10/2014:http://www.lanacion.com.ar/1736784-un-encuentro-abierto-a-temas-complejos).

[3] Palabras de Mons. John Ha Tiong Hock, cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal de Malasia, Singapur y Brunei, en el Sínodo. (Sandro Magister, 22/10/2014, www.chiesa. expressonline.it).

[4] Puede el tema con mayor profundidad en la Enciclopedia Católica (http://ec.aciprensa.com/wiki/Esclavitud_y_cristianismo).

[5] Resumimos y extractamos aquí los argumentos de la “Declaración del Instituto de Filosofía Práctica” de Buenos Aires, del 27/10/2014, firmada por los Dres. Bernardino Montejano y Enrique Roulet. 

 







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