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Capítulo VI : Doctrina moral y praxis pastoral del libro 100 preguntas y respuestas
En este capítulo se responde las preguntas en relación a la moral en el Sínodo


Por: Mons. Athanasius Schneider, Mons. Robert F. Vasa, Mons. Aldo di Cillo Pagotto | Fuente: Libro 100 preguntas y respuestas



33a PREGUNTA: Muchos afirman que el Sínodo no quiere cambiar la doctrina moral sobre la familia, sino sólo “actualizar” la pastoral de la Iglesia al respecto. ¿Es verdad esto?

RESPUESTA:

Algunos obispos sustentan que no se tiene en vista sólo “actualizar” la pastoral, sino también decidir sobre cambios relativos a la doctrina.

Esa perspectiva presupone que la doctrina moral tradicional esté siendo ahora contradicha no sólo por la práctica de muchos fieles – lo que es un hecho – sino también por las exigencias de la pastoral eclesial, lo que levanta una cuestión de derecho. Para resolver esa contradicción, se propone adecuar el derecho al hecho, o sea, “profundizar” la doctrina moral adaptándola a las necesidades de la “nueva pastoral” según las exigencias de la “escucha” del pueblo de Dios. Lo que de hecho la Iglesia necesita es de una verdadera reforma que reconduzca el comportamiento de los cristianos a la pureza de las costumbres y a la integridad doctrinaria que fueron por ellos abandonadas.
Doctrina moral y praxis pastoral

Otros prelados llegaron inclusive a expresar una tesis que se podría resumir así: “una relación sexual que es objetivamente pecaminosa, pierde en gran medida su carácter moral negativo si ambas personas mantuvieren esa relación en una base regular y mostraren fidelidad mutua”. Si se aplicase esa falacia a otras materias equivaldría a decir por ejemplo: “Si dos cómplices roban regular-mente en una tienda y se mantienen fieles a los pactos recíprocos, eso hará reducir sensiblemente el carácter negativo del crimen”.



34a PREGUNTA: Aunque no se proponga un cambio de doctrina, sino sólo un nuevo “abordaje pastoral”, ¿es posible modificar la pastoral sin alterar implícitamente también la doctrina?

RESPUESTA:

Así como el cuerpo no puede ser separado del alma que lo in-forma, del mismo modo la práctica pastoral no puede ser completamente separada de la doctrina moral que la justifica. Por tanto, un cambio de la pastoral puede comportar fácilmente una alteración, por lo menos implícita, de la doctrina subyacente.
Por lo demás, no existen prácticas neutras; cada práctica presupone una teoría, una visión peculiar del ser humano, de la sociedad y de la historia. El mismo concepto de práctica presupone un fin para el cual se tiende, o sea, un ideal a ser realizado. En nuestro caso, el concepto de “práctica pastoral” sólo tiene valor si se pre-supone la verdadera idea de la Iglesia, de la humanidad y de la familia.

La Pastoral “es un arte que se funda sobre la dogmática, sobre la moral, sobre la espiritualidad, y sobre el derecho de obrar prudentemente en el caso concreto. No puede haber pastoral que no esté en armonía con la verdad de la Iglesia y con su moral, y en contraste con sus leyes, y que no esté orientada a alcanzar el ideal de la vida cristiana. Una pastoral en contraste con la verdad creída y vivida por la Iglesia (…) se transformaría fácilmente en arbitrariedad nociva a la misma vida cristiana.” (Card. Velasio De Paolis, discurso cit., p.26)

A su vez, el prefecto para la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cardenal Robert Sarah, declaró recientemente: “La idea consistente en colocar el magisterio en un bello cofre, separándolo de la práctica pastoral, la cual podría evolucionar según las circunstancias, las modas y las pasiones, es una forma de herejía, una peligrosa patología esquizofrénica” (La Stampa, 24/2/2015).



35a PREGUNTA: Si no la doctrina como tal, ¿es por lo menos lícito que una nueva pastoral modifique la disciplina eclesial sobre la familia?

RESPUESTA:

Depende de lo que se entienda por “disciplina”. A veces este término indica un mero sistema de reglas prácticas que ayudan al hombre en su pensamiento y en sus acciones. En este sentido ella puede ser modificable. Sin embargo, a pesar de existir en la Iglesia Católica disposiciones disciplinares convencionales y mutables, hay también reglas disciplinares de origen divino que no pueden ser modificados por la autoridad eclesiástica.

En lo que dice respecto al matrimonio y a la familia, algunas normas de su disciplina son de origen divino, reafirmadas y completadas por el propio Jesucristo, no pudiendo por tanto ser modificadas por ninguna autoridad de la Iglesia.

“Sin embargo, se ha de evitar que la preocupación pastoral sea interpretada como una contraposición con el derecho. Más bien se debe partir del presupuesto de que el amor por la verdad es el punto de encuentro fundamental entre el derecho y la pastoral” (Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis, Exhortación apostólica post-sinodal de 22/2/2007, no 29).

36a PREGUNTA: Sobre muchos temas morales, ¿no debería la Iglesia tal vez adaptarse a la mentalidad y a la práctica de la mayoría de los fieles que requieren hoy una mayor flexibilidad?

RESPUESTA:

La Iglesia tiene la materna misión de salvar a los fieles santificándolos, inclusive en su vida familiar. Son por tanto los fieles los que deben adaptarse a las enseñanzas morales de la Iglesia, realizando en sus vidas la verdad predicada por Jesucristo. Además de eso, como acostumbra decir con perspicacia el cardenal Giacomo Biffi, arzobispo emérito de Bolonia, si a los pastores in-cumbe la misión de apacentar su rebaño, trayendo de vuelta al redil a las ovejas perdidas, ellos deben sin embargo evitar que se pierdan ellos mismos, yendo detrás de las ovejas imprudentes o rebeldes.

La opinión mayoritaria de los fieles no constituye propiamente un “lugar teológico” y menos aún una “fuente de Revelación”. Además, la opinión pública actual, inclusive la eclesiástica, desde hace tiempo está siendo manipulada por lobbies culturales y mediáticos promotores de una revolución radicalmente anticristiana. De otra parte, el entonces cardenal Ratzinger escribió páginas muy densas sobre la no validez del criterio mayoritario en las cuestiones morales. Y el Cardenal Müller agrega:

“Uno de los más graves problemas pastorales consiste en el hecho de que muchos hoy juzgan el casamiento apenas exclusivamente según criterios mundanos y pragmáticos. Quien piensa de acuerdo con el ‘espíritu del mundo’ (1 Cor 2, 12) no puede comprender la sacramentalidad del matrimonio. A esa creciente falta de comprensión sobre la santidad del matrimonio, la Iglesia no puede responder con una adaptación pragmática a aquello que parece irreversible, sino solamente con la confianza en el Espíritu de Dios” (Card. Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, Indissolubilità del matrimonio e dibattito sui divorziati risposati e i Sacramenti [Indisolubilidad del matrimonio y debate sobre los divorciados vueltos a casar y los Sacramentos], in Aa. Vv., Permanerenella verità di Cristo. Matrimonio e Comunionenella chiesa Cattolica [Permanecer em la verdad de Cristo. Matrimonio y Comunión en la Iglesia Católica], Cantagalli, Siena 2014, p. 148)

37a PREGUNTA: ¿No sería el caso de que la Iglesia promueva, a imitación de la ley mosaica, una mayor tolerancia en relación a los “casos penosos” de aquellos que viven en “situación irregular”?
RESPUESTA:

Tal tolerancia llevaría a substituir la Ley del Evangelio por la ley mosaica, con el riesgo de que los fieles caigan en aquella “du-reza de corazón” que llevó a Moisés a permitir el divorcio para el pueblo hebreo.

“El Señor Jesús insistió en la intención original del Creador, que quería un matrimonio indisoluble (cfr. Mt 5: 31-32; Mt 19: 3-9). Y abrogó las tolerancias que se habían infiltrado en la antigua Ley”

(cfr. Mt 19: 7-9). (Catecismo de la Iglesia Católica, no 2382).

“He aquí por qué la Iglesia nunca se cansa de enseñar y de testimoniar esta verdad. Aun manifestando comprensión materna por las no pocas y complejas situaciones de crisis en que se hallan las familias, así como por la fragilidad moral de cada ser humano, la Iglesia está convencida de que debe permanecer absolutamente fi el a la verdad sobre el amor humano; de otro modo, se traiciona-ría a sí misma.” (S. Juan Pablo II, Gratissimam sane, Carta a las familias, de 2/2/1994, no 11).

38a PREGUNTA: ¿Es verdad que la práctica de la tolerancia frente a situaciones matrimoniales irregulares produjo resulta-dos positivos en otras Iglesias o religiones?

RESPUESTA:

De ningún modo. De hecho, en los países protestantes este método de tolerancia produjo resultados catastróficos. “¿Determinó acaso esta tolerancia un renacimiento espiritual de la Iglesia anglicana? Los luteranos de Alemania ¿acaso prosperaron? ¿Se observa acaso una nueva primavera de los presbiterianos libera-les en los Estados Unidos? Los datos sociológicos parecen decir exactamente lo contrario”, dicen los profesores del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Familia y Matrimonio (cfr. S. Kampowski, Anunciar el Evangelio de la Familia en una cultura del pan-sexualismo, in Pérez-Soba Kampowski, op. cit., p. 38).

39a PREGUNTA: Se dice que el número de fieles practicantes cae cuan-do se exige la observancia rigurosa de ciertos preceptos morales, como la fidelidad conyugal. ¿No sería entonces el caso de atenuar el rigor de esos preceptos que se volvieron impopulares?

RESPUESTA:

Las personas en situación irregular difícilmente serán practicantes. Además de eso, el número de fieles practicantes no cae, sino que crece, cuando se estimula la observancia de ciertos preceptos morales, tal como el número de las vocaciones religiosas no cae, sino que crece, cuando se requiere de los novicios un compromiso más austero.

“Por otro lado, las iglesias y las realidades eclesiales en crecimiento son precisamente aquellas que, en el plano de la moral, presentan propuestas desafiantes y contrarias a la cultura dominante”, dice el Prof. Kampowski con base en el estudio How the West Really Lost God [Cómo Occidente realmente perdió a Dios], de la socióloga americana Mary Eberstadt (in Pérez-Soba Kampows-ki, op. cit., p. 38).

40a PREGUNTA: Teniendo en cuenta que hoy muchos fieles ya no siguen la moral católica, ¿no sería el caso de tolerar ciertas situaciones irregulares con el fin de atraer a más personas a la Iglesia?

RESPUESTA:

Un hipotético, pero improbable, aumento de la práctica religiosa de algunas personas en situación irregular, es decir, ilegítima o inmoral, no puede ser alcanzado con el alto precio de negar la moral del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia y de debilitar la fe de los católicos observantes.

Si, por tanto, la Iglesia cambiase una práctica bimilenaria sobre el matrimonio, ella perdería credibilidad sobre aquello que podrá enseñar mañana.

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