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Cuiden a los hermanos lejanos que no conocen a Jesús
Palabras del Papa a los obispos, nombrados durante el curso del año, en las Jornadas de profundización y participación. 10 septiembre 2015


Por: MCM-RV | Fuente: es.radiovaticana.va



Cuiden a los “hermanos lejanos” que no conocen a Jesús o lo han “rechazado siempre”: fueron las palabras del Papa al recibir hoy a los nuevos obispos nombrados durante el curso del año, llegados a Roma para vivir algunas jornadas de profundización y participación promovidas por la Congregación para los Obispos y por la Congregación para las Iglesias Orientales, guiadas por los cardenales Marc Ouellet y Leonardo Sandri.

¡La paz esté con ustedes! Así comenzó el Papa Francisco su discurso, “estoy contento de poder saludarlos con el mismo saludo con el cual Cristo Resucitado se dirigió a los discípulos, reunidos en el Cenáculo al anochecer del “día después del sábado”. Francisco relató cómo Jesús con su llegada atravesó “las puertas del temor de los discípulos” y soplando sobre ellos les entregó al Espíritu Santo, les encomendó la misión de dispensar en el mundo el perdón y la misericordia del Padre y les hizo volver a encontrar la paz que habían perdido desde que lo habían abandonado.

“Ustedes son obispos de la Iglesia – prosiguió el Papa – recientemente llamados y consagrados. Han venido de un irrepetible encuentro con el Resucitado. Atravesando los muros de su impotencia, Él los ha alcanzado con su presencia.

Testigos de Jesús Resucitado

“Ustedes son, entonces, testigos del Resucitado. Es ésta su principal e insustituible tarea”, les dijo el Papa, recordándoles que a ellos “está confiada la predicación de la realidad que sostiene todo el edificio de la Iglesia: “¡Jesús ha resucitado!” “¡También nosotros resucitaremos con Cristo!” El Obispo de Roma afirmó “que no se trata de una proclamación obvia ni fácil” ya que muchos “capturados por el cínico cálculo de la propia sobrevivencia, se han vuelto indiferentes” e “impermeables a la misma posibilidad de la vida que no muere”.



¿Cómo podremos – se preguntó el Papa – enfrentar el difícil presente si se desvanece en nosotros el sentido de pertenencia a la comunidad del Resucitado? ¿Cómo podremos donar al mundo lo que tenemos de más valioso?

Su pensamiento fue entonces a los dramáticos desafíos como la globalización, que acerca lo que está lejano y por otra parte separa a quien está cercano; el fenómeno de las migraciones, el ambiente natural amenazado por la explotación predatoria; el desconcierto de tantos jóvenes y la soledad de los ancianos.

"Con tal agenda de tareas, no quisiera asustarlos ni asustarme" – dijo Francisco – “me importa solamente entregarlos, una vez más, a la alegría del Evangelio. Y como sucedió a los apóstoles, los invitó a alegrarse también ellos mientras se entregan “por sus Iglesias particulares”. “¡No se dejen desvalijar de un tal tesoro!” – los exhortó.

Ningún ámbito de la vida debe ser excluido del interés del corazón del Pastor – prosiguió el Papa – y los invitó a no descuidar las múltiples realidades del rebaño, a no renunciar a los encuentros e invitar a todos a la misión.

Obispos pedagogos



“Para quienes son de casa – prosiguió el Pontífice – frecuentan sus comunidades y se acercan a la Eucaristía, los invito a hacerse Obispos pedagogos, guías espirituales y catequistas capaces de tomarlos por la mano y hacerlos salir su Tabor, guiándoles al conocimiento del misterio que profesan, al esplendor del rostro divino escondido en la Palabra que quizás vagamente se han acostumbrado a escuchar sin captar la potencia”.  Y los invitó a remover con delicadeza y cuidado la cera que se deposita lentamente en las orejas y les impide escuchar a Dios que afirma: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección”. “Es la alegría que arrastra, que encanta – dijo – sin alegría el cristianismo se agota en fatiga: en pura fatiga”.

Obispos mistagogos

En segundo lugar, el Papa ha recordado “a las personas bautizadas que no viven las exigencias del Bautismo”. Algunos – afirmó – “se han alejado porque se desilusionaron de las promesas de la fe o porque el camino para alcanzarlas parecía demasiado exigente”.  “Sean obispos capaces de interceptar su camino – dijo – vuélvanse también ustedes viandantes aparentemente perdidos, preguntando qué sucedió en la Jerusalén de su vida”. Y los invitó a dejar, discretamente, desahogar su corazón enfriado, sin escandalizarse de su dolor o de sus desilusiones. “Dediquen tiempo para encontrarlos en la calle de su Emaús”. "Dispensen palabras que les rebelen lo que todavía son incapaces de ver: la potencialidad escondida en sus mismas desilusiones”. El Pontífice invitó a ‘vigilar’ para que no se insinúe peligrosamente en sus comunidades la soberbia de los “hijos más grandes” que vuelve incapaces de alegrarse con quien “estaba perdido y ha sido encontrado”.

Obispos misioneros

Finalmente, “como pastores misioneros de la gratuita salvación de Dios” el Obispo de Roma los invitó a que “busquen también a quien no conoce a Jesús o lo ha siempre rechazado”.

“No es verdad que podemos prescindir de estos hermanos alejados. No nos está permitido remover la inquietud por su suerte” – aclaró. Ocuparnos de su auténtico y definitivo bien, podría abrir una brecha en el perímetro cercado de su autarquía” y “viendo en nosotros al Señor que los interpela, quizás tendrán el coraje de responder a la invitación divina. El Papa explicó que si esto sucediera, nuestras comunidades se verían enriquecidas por lo que ellos tienen para compartir “y nuestro corazón de pastores se alegrará de poder repetir: hoy la salvación entró en esta casa".

Este horizonte – puntualizó – prevalezca en nuestra mirada de pastores en el inminente Año Jubilar de la Misericordia que nos preparamos a celebrar”.







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