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Hermanas Misioneras Scalabrinianas
La Congregación acoge la propuesta de la Iglesia de colocarse a servicio de los que están envolvimos en el drama del fenómeno migratorio


Por: Catholic.net | Fuente: www.scalabriniane.org/esp



Quiénes Somos

La Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo, Scalabrinianas, fue fundada por el Beato Juan Bautista Scalabrini en Piacenza el 25 de octubre de 1895, y tiene como co-fundadores los hermanos P. José Marchetti y Madre Asunta Marchetti. Su misión es el servicio evangélico e misionero a los migrantes, especialmente a los más pobres y necesitados. Se expandió inicialmente en Brasil, y en seguida en Europa (1936), en América del Norte (1941) y en los últimos años en varios países de América Latina, Asia y África. Actualmente marca presencia en 26 países, cuenta con 800 hermanas en 156 comunidades y su Sede General se encuentra en Roma. Las Hermanas consagran su vida a Jesucristo, según las exigencias del Carisma Scalabriniano, viven la fraternidad en comunidades, como elemento indispensable de la consagración religiosa, e se fortalecen en la fidelidad vocacional mediante la oración , meditación de la Palabra de Dios y la Celebración Eucarística, fuente de comunión con Dios e con los hermanos.

La Hermanas Misioneras Scalabrinianas, a lo largo del transcurso de la historia de la Congregación se dedicaron y aun continúan dedicándose a la educación, a la acción social y pastoral al servicio de la pastoral de la salud, a la catequesis, a la evangelización y a la colaboración con la Iglesia local a favor de los migrantes y pobres.

Fieles al carisma y atentas al desafío da la movilidad, la Congregación acoge la propuesta de la Iglesia de colocarse a servicio de los que están envolvimos en el drama del fenómeno migratorio, siendo “señal de la ternura de Dios y testimonio particular del misterio de la Iglesia, casta, esposa y madre” (V.C. 57), motivadas por las palabras del Evangelio: “Yo era migrantes y me acogiste” (Mt. 25, 35).

Misión

Las Hermanas Misioneras Scalabrinianas viven en el mundo la misión de "testificar la vida trascendente a todo el pueblo de Dios, particularmente a los migrantes, ayudándoles a descubrir el amor que el Padre les tiene y la esperanza a la cual son llamados" (Constituciones de las Hermanas Misioneras Scalabrinianas, n. 7).

La fuerza del carisma recibido por el Fundador continua operando en el tiempo y en las Hermanas Scalabrinianas perseverantes en el itinerario cotidiano, que trabajan a favor de la evangelización y contribuyen para una mejor cualidad de vida de los migrantes colocándose, como puente, entre las distancias y las diferencias en las variadas realidades en que se encuentran. Ellas quieren que su presencia sea humilde testimonio de comunión, de compartir y de catolicidad, voz profética que denuncia las injusticias y anuncia la esperanza, convocando constantemente a la solidaridad y al compromiso misionero.

Viven la misión en medio de los migrantes como expresión de su vocación de mujeres consagradas y como participación al “ya y no aún” del Reino, iniciado con la encarnación del Hijo de Dios. Esa misión se cumple con la donación de su propia vida, con el respeto a las diferencias, a las culturas y con la fomento de las personas y de los pueblos con quienes comparten la historia; y se concreta a través de la catequesis, de la educación cristiana, de la pastoral de la salud, de la acción social y de la pastoral del migrante. Las Hermanas MSCS trabajan en las escuelas, en los hospitales, en los orfanatos, en los cárceles, en los centros de acogida para niños necesitados, en las casas de reposo para ancianos, en las casas de formación, en las comunidades étnico-culturales, en las parroquias, en los diócesis, en las conferencias episcopales, en los organismos internacionales, en las organizaciones civiles, en los centros de promoción, en los centros de servicio y de acogida para los migrantes, en los centros de estudios y de documentación. En respuesta a los desafíos de la movilidad humana y fiel al carisma que la Iglesia le confió, la Congregación se hace presente con el testimonio de vida consagrada y con el servicio misionero a los migrantes, especialmente, a los más pobres y necesitados. El espíritu que anima es aquél de la comunión universal, a través de la cual los miembros revelan su vocación de reconocer, amar y servir a Cristo en medio de los migrantes.



Nuestra Historia

La Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo, Scalabrinianas, fue fundada por el Beato Juan Bautista Scalabrini en Piacenza el 25 de octubre de 1985, y tiene como co-fundadores los hermanos P. José Marchetti y Madre Asunta Marchetti.

Las Hermanas Scalabrinianas, viviendo el carisma scalabriniano, acogen el amor de Dios como un don para ser trasmitido a todos aquellos que sufren las dificultades de la migración.

De esta forma, garantizan la continuidad de la intuición profética del fundador de la Congregación, Juan Bautista Scalabrini que, después de haberla concretizado como proyecto socio-pastoral, confió los primeros pasos a la generosa determinación de los co-fundadores Padre José Marchetti y Madre Asunta Marchetti.

El carisma de las Hermanas MSCS nació en una época de gran migración italiana que se dirigían a las Ameritas (finales del siglo XIX), como respuesta de fe concretizada en una institución. Ese carisma continua a través de los herederos de la espiritualidad del Beato J. B. Scalabrini: los Misionarios de San Carlos, las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo, y años mas tarde, con las Misionarias Seculares Scalabrinianas, que también encontraron mas tarde en el Obispo Scalabrini la inspiración para su Fundación, como también el Movimiento de los Laicos Misioneros Scalabrinianos.

Con el pasar del tiempo, se recupero el valor profundo de algunos elementos presentes en la historia, como la palabra latina “Humilitas”, elemento determinante en la vida del Fundador, el cual por su vez la había recibido de San Carlos Borromeo, dejado como patrono por Scalabrini para sus Congregaciones. A partir de esta palabra, las Hermanas MSCS aprenden a ser “Hermanas”, “Siervas” y “Generosas”.

Acompañando los migrantes en su éxodo, las Hermanas MSCS se inspiran en Jesús Resucitado que, en el camino de Emaús se vuelve “próximo” y con sensibilidad pedagógica toma la iniciativa de un dialogo que conduce a los discípulos a descubrir Su identidad, es decir, la Verdad. El migrante, al mismo tiempo es un maestro para las Hermanas porque las invita constantemente a renovarse profundamente.



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