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Atribuyen a la ouija una oleada de suicidios adolescentes en Argentina
Todos los protagonistas formaron parte de un encuentro en el que se jugó a la ouija.


Por: P. Luis Santamaría del Río | Fuente: R.I.E.S. (Red Iberoamerican de Estudio de las Sectas)



Lo que sucedió en la provincia de Mendoza (Argentina) hace pocos meses y es motivo de investigación por estos días no está muy alejado de las historias que relató Leila Guerriero en su libro Los suicidas del fin del mundo. La periodista oriunda de Buenos Aires narró en 2006 cómo de un día para el otro comenzó una ola de suicidios que dejó una veintena de jóvenes sin vida en el pequeño pueblo de Las Heras, en Santa Cruz. Se preguntó los motivos que los llevaron a tomar esa decisión y las respuestas fueron demasiadas. Los jóvenes aparecían en las calles, colgados de una soga.

Según explica Exequiel Ferreyra en el diario El Sol, Mendoza también es protagonista de una serie de casos que generaron impacto y encendieron la alarma de las autoridades. El primero de ellos se descubrió a principios de noviembre del año 2014: un adolescente apareció sin vida colgado de un árbol en el complejo La Favorita. Los testigos señalaron que no tenía más de 15 años y una cuerda rodeaba su cuello. Nada pudieron hacer para salvarlo.

Un mes después, un amigo de la misma cuadra y de casi la misma edad también se suicidó de igual forma. En el 2015, en enero, otro chico se mató colgándose con una cuerda. Los hechos fueron apareciendo mes a mes con idéntico mecanismo y se contabilizaron hasta la fecha cinco suicidios de adolescentes de entre 12 y 16 años. El drama fue creciendo en las autoridades porque podrían haber llegado a siete: hace poco tiempo, dos chicos fueron rescatados cuando colgaban de un árbol en otro sector del complejo capitalino.

La preocupación rodeó a las familias y comenzó a intervenir el Órgano Administrativo Local (OAL), que trabaja en situaciones de vulnerabilidad de los derechos de los niños, porque detectaron que podría tratarse de fenómenos vinculados al espiritismo.

Como se trataba de adolescentes varones del mismo grupo de amigos de las barriadas que conforman La Favorita, las causas de suicidio llegaron a la Justicia hace tres semanas, se unificaron y comenzaron a ser instruidas por la fiscal especial Claudia Alejandra Ríos. El OAL radicó la presentación con un solo objetivo: conocer si existe instigación al suicidio.



Investigación de los hechos

Por el estudio que realizaron los profesionales en la zona donde ocurrieron los hechos –entrevistas con familiares de los chicos, vecinos, policías hasta personal médico del centro de salud– se cree que una o más personas podrían estar influyendo en los pensamientos de los chicos para que tomen la drástica decisión de matarse. Como eso es un delito, la fiscal inició la instrucción.

El artículo 83 del Código Penal habla de la inducción al suicidio y las penas que corresponden en caso de comprobarse. “Será reprimido con prisión de uno a cuatro años el que instigare a otro al suicidio o le ayudare a cometerlo, si el suicidio se hubiese tentado o consumado”.

Con los hechos consumados y el conocimiento de que existe la posibilidad de tomar declaración en Cámara Gesell a los dos menores que alcanzaron a ser rescatados –medida que realizará la fiscal especial en los próximos días–, se comenzó a investigar judicialmente los motivos que llevaron a estos cinco adolescentes a quitarse la vida.

Prima facie, los investigadores determinaron, después de una serie de trabajos en el complejo capitalino, que todos los protagonistas formaron parte a principios de octubre del año 2014 de un encuentro en el que se jugó al popularmente conocido “juego de la copa” (ouija). Se trata de aquel en el que se utiliza una copa boca abajo rodeada por las letras del alfabeto y los participantes colocan el dedo índice en la base de la misma. Supuestamente, esto permite el contacto con “espíritus de difuntos”.

El grupo de amigos se juntó varias veces en la misma casa de La Favorita y lo integraban chicos de entre 12 y 16 años. Si bien los investigadores pidieron reservas del lugar exacto, aportaron que pasaban las horas en una habitación –inclusive durante la madrugada– y allí participaban en el juego. Se cree que cada vez que la copa llegaba a una letra inicial del nombre de uno de los presentes, este debía quitarse la vida. Es por esto que sospechan que se juntaron más de cinco veces en los últimos meses en ese domicilio.



La fiscal dio los primeros pasos en la instrucción y citó a los progenitores de los chicos con el fin de conocer detalles de la vida de cada uno y la relación que mantenía con sus amigos. Trascendió que algunos estaban escolarizados y otros no.

Si bien la causa está con secreto del sumario y muchos prefieren no aportar detalles, fuentes policiales relataron a El Sol que comenzaron a seguir los perfiles de Facebook de los menores –la mayoría no tenía conexión en su casa e ingresaba en locutorios– y se hizo foco en los contactos. Allí, explicaron, podría estar la respuesta.

Lo cierto es que la preocupación reinó en las familias, el OAL y también en el Ministerio Público. En la barriada, todos conocen el tema pero pocos quieren hablar. Comentan que todo comenzó con el juego de la copa y la influencia que podrían haber tenido durante la participación los integrantes de mayor edad del grupo. Las preguntas nacieron y las respuestas, por ahora, no son concluyentes.

El diario El Sol aclara que mantiene una postura responsable cuando aparece un caso de suicidio. No los da a conocer para evitar coberturas repetitivas que pueden generar pensamientos suicidas. En este caso, los publica por tratarse de una ola de hechos que generaron una investigación que podría llegar determinar que hubo inducción en los mismos.

 







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