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Hermanas de Caridad de Santa-María
Una congregación con visión al futuro


Fuente: http://www.marie-clarac.qc.ca/es



Nuestra congregación de las Hermanas de Caridad de Santa María cuenta con casi 300 religiosas muy activas y orientadas al futuro. Humildad, sencillez y generosidad son las palabras que nos describen mejor. Estamos al servicio de los más necesitados como lo estaba nuestra fundadora, María Clarac.

Trabajamos con los niños y jóvenes de nivel preescolar, primaria y secundaria, con las familias, los adultos mayores y en general con los más pobres.

Alma misionera

Nosotras cultivamos este espíritu misionero de apertura al mundo ayudando a varios países que requieren, de nuestro apoyo material y espiritual. Éste es nuestro carisma, es decir, la caridad material y espiritual en todas sus formas según las enseñanzas del Evangelio. Nos consagramos para ello y damos lo mejor de nosotras mismas.

Definitivamente ¡somos una congregación dinámica!. Si escucha el llamado de Dios y de la caridad en todas sus formas, haga de ella una vocación. Le recibiremos con júbilo entre nosotras.

Está, igualmente, invitada a descubrir nuestras obras.



Nuestra misión: la caridad en todas sus formas

El signo que distingue a la Hermana de Caridad de Santa María, tanto en su vida apostólica como en su vida comunitaria, es sin lugar a dudas, la caridad. Trabajamos dentro de la congregación para llevar socorro continuo y multiforme a los necesitados.

Por otro lado, nuestra congregación ha puesto en marcha varias obras en Canadá en el transcurso de estos últimos 50 años. En Montreal, hemos fundado la escuela y colegio María Clarac , el Hospital María Clarac, las Residencias: Angélica y Las Cascadas y el Centro de día Angélica; en Saint-Donat, el Campamento Madre Clarac, la Residencia la Estrella del Norte.

Más aún, nuestra comunidad posee, igualmente, obras en casi una docena de países, ya sea Italia, Argentina, India, México, Estados Unidos, Chile, Ecuador, Perú, Colombia y Canadá.

La vida en comunidad

La bondad y la comprensión son dos valores ineludibles en el seno de nuestra comunidad. El clima que reina en éste es el de colaboración y ayuda mutua, tenemos cada una, una responsabilidad compartida que genera un bienestar colectivo, buscando siempre una vida en comunión de espíritu e intención.

Esta cita de Jesús a los Apóstoles refleja el espíritu que reina en el seno de la comunidad: “Os doy este mandamiento: amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15, 12)



¡Que navegue bien en nuestro sitio portador de amor!

Nuestro carisma: la caridad

La caridad don, otorgado por gracia divina para el bien de la comunidad religiosa, representa, perfectamente, nuestra congregación de las Hermanas de Caridad de Santa María. Nuestro carisma se refleja en la caridad que cada hermana practica para con su prójimo y que resulta del amor que ésta siente para con Dios.

Caridad: principio de vínculo espiritual y moral que nos lleva a amar de manera desinteresada.
La palabra griega ágape significa afecto, amor, ternura, devoción. Su equivalente en latín es caritas, que traducimos como “caridad”.

La caridad: un valor común

El espíritu de caridad que habita en nuestra congregación es multiforme. Se trata de caridad:

  • en el plano religioso: amor de Dios y del prójimo;
  • en un lenguaje común: amor por los demás, ternura y devoción;
  • con los más necesitados: apoyo, ayuda y darse a los pobres.

Llevamos ayuda espiritual y material a los más necesitados entre la niñez, la juventud, los adultos mayores y los enfermos, siempre conforme a las enseñanzas y a los principios contenidos en los escritos del Evangelio.

Nosotras, las Hermanas de Caridad de Santa María, estamos dedicadas a la educación en el seno de las escuelas primaria y secundaria así como nos dedicamos a ocuparnos de los adultos mayores y enfermos en un medio hospitalario, residencial o casa de reposo.

Nuestra comunidad no sólo favorece la caridad en todas sus formas, sino que además cultiva, igualmente, un espíritu misionero centrado en la acción concreta en varios países. Es, además, por nuestras obras que nuestra fe y nuestras experiencias de amor para con nuestro prójimo toman forma. Irradiamos a Cristo donde quiera que estemos.

 

 

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