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Esclavas de Cristo Rey
D. Pedro ve realizada esta Obra del Divino Corazón con el inicio de la vida en común de las tres primeras hermanas en la Casa de Ejercicios de Tudela.


Fuente: http://www.esclavasdecristorey.org/



El 15 de junio de 1928 D. Pedro ve realizada esta Obra toda del Divino Corazón con el inicio de la vida en común de las tres primeras hermanas en la Casa de Ejercicios de Tudela: "¡Que el Sagrado Corazón sea el primero en entrar!" Y fue Jesús el primero en cruzar el umbral bendito de aquella Betania, para esperar a todos los que vendrían después buscando su amor, su gracia... Pronto la Obra se fue extendiendo y se fueron abriendo más casas; primero en España, después Venezuela, Colombia, Argentina, Congo, Francia, Italia,... El 3 de mayo de 1941 quedaba aprobada como Congregación de Derecho Diocesano.

Su historia

Con el crecimiento de la Obra se le concede a D. Pedro en 1942 dejar la parroquia para dedicarse de lleno a formar a sus hijas: "Tenéis que ser un corazón en el Corazón de Cristo". "Arda en vuestras almas la sed de aquel Corazón Divino, que le consumía en las entrañas, porque nos amaba ardientemente y esa sed sea en nosotros un anhelo constante de salvarle almas, de padecer por Él, diciendo con fervor: tengo sed de almas, sed de tu reinado, venga a nosotros tu reino." "¡Qué dicha más grande si pasáramos nuestra vida toda, recostada nuestra cabeza, unido nuestro pobrecito corazón al Corazón de Cristo!"

En los últimos años de su vida D. Pedro pudo contemplar emocionado la fidelidad del aquel Corazón Divino del que tanto se había fiado y al que tanto había amado: primero, por el estímulo recibido en la audiencia privada con el Santo Padre Pío XII durante su viaje a Roma en 1952; por los frutos de santidad de los que había podido ser testigo, al visitar en su regreso por el Pilar, a otra santa, fundadora, con la que había mantenido una cordial relación en vida: Sta. Genoveva Torres; por la concesión de emitir los votos de la Compañía de Jesús en la hora de la muerte. Ya todo se iba cumpliendo... y aquella lámpara consumida para alumbrar el fuego divino, se iba apagando... hasta que por fin descansó en el Divino Corazón el 30 de septiembre de 1956.

La Iglesia lo declaró Venerable el 20 de diciembre del 2002, y su proceso de beatificación está siendo estudiado actualmente en Roma. Ahora a los 50 años de su nacimiento para el Cielo, su testimonio sigue invitándonos con gran fuerza a llevar a toda la humanidad a este Corazón Divino, y por eso quisiéramos terminar, pidiendo a nuestro querido Padre Pedro, ahora ya tan cerca del Sagrado Corazón, que siga intercediendo porque se extienda su Reinado de Amor sobre nuestro mundo y que os alcance, especialmente a todos los que leáis su vida : a "enamoraros del Sagrado Corazón de Jesús, vivir en su amorosa presencia" y obtener todas aquellas gracias que podáis necesitar.



María, Áurea y Ángeles son las tres primeras Esclavas de Cristo Rey que han dicho que sí a la llamada del Señor y se han entregado "Todas y con Todo lo suyo" al servicio de Cristo.

El Lema de Nuestro Padre: 

"Consumirme y agotarme en todo mi ser físico, intelectual y moral por la gloria de Dios y la salvación de las almas".

Una genialidad del Espíritu Santo es la de comunicar a los santos y fundadores, con pocas palabras, aquel aspecto esencial del misterio cristiano que les confía revivir como carisma especial. El "Solo Dios" del Beato Rafael, el "Tengo Sed" de Madre Teresa o el "Ad Majorem Dei Gloriam" ignaciano ¡cuánta densidad teológica esconden! Para nosotras, así sucede con esta frase, lema sacerdotal de D. Pedro Legaria Armendáriz y de la Congregación por él fundada: las Esclavas de Cristo Rey.


D. Pedro se sabía tan dentro del Sagrado Corazón de Jesús (como solía firmar) que su vida sólo podía ser un consumirse, un dejarse entregar en la totalidad de su ser para la gloria de Dios, es decir, para la vida de los hombres. ¿Y qué constituye la Vida de los hombres? Ver a Dios, conocerle personalmente por medio de su Hijo y por el trato con Él, ir participando de la misma vida divina. Y que mejor medio que los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, como pedagogía por la que hacer regresar a la persona a la convivencia con el Verbo y a la contemplación de Dios. Bien sabía D. Pedro que era una forma concreta de encarnar la más fresca tradición eclesial: "La gloria de Dios es la vida del hombre y la vida del hombre es la visión de Dios" (S. Ireneo, A.H, IV 20,7).

Este fue el camino que enseñó a sus hijas como vida y como misión para vivificar la vida de los hombres y mujeres: el diálogo continuo, la presencia amorosa constante, fruto de los Ejercicios ignacianos, para dejarse llevar, para que olvidadas de sí las manos de Dios pudieran obrar: "Si os dejarais hacer... " Y así ir penetrando en la comunión divina.

 



 

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