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Carta a mis hijos, a tus hijos, a nuestros hijos
El egoísmo y el individualismo son los verdaderos enemigos del amor conyugal


Por: Adriana García Ruíz |



En este momento de la vida, pareciera que el amor verdadero no existe. A su alrededor se ven miles de matrimonios rotos, deshechos, y quienes han sufrido las consecuencias de esto, son todos ustedes: están viviendo una generación en la que reina la incertidumbre, la contradicción, la soledad, en donde sus padres sufren por amor.

Ustedes sufren la ausencia paterna o materna, y pareciera que tienen que escoger a quien amar, a quien apoyar, a quien darle la razón. Sufren de tristeza y un dolor desgarrador al ver partir a su madre o a su padre del hogar. Viven en un mundo en el que ustedes tienen que aprender a vivir su duelo como algo normal y natural. 

Los padres de familia estamos deseosos de vivir el amor en plenitud, queremos que ustedes crean en el amor, que crean en el matrimonio, pero, ¿qué observan ustedes? ¿Qué ejemplo estamos dando? Relaciones rotas, divisiones, soledad, amargura, tristeza, desolación, lucha de poder, egoísmo, desamor, incomprensión... 
¿Cómo poder entonces, creer en el amor? ¿Cómo desear una vida en pareja con miras a la eternidad, a la fidelidad, a la entrega mutua, a la permanencia, a la procreación de los hijos, a la felicidad? ¿Cómo creer que el matrimonio es para siempre? ¿Cómo creer que el matrimonio es verdadero? ¿Cómo pensar que puede uno vivir hasta la muerte con el ser amado? Lo que ustedes ven, es que el amor es una irrealidad, que es efímero, desechable, interesado, que tiene fecha de caducidad, que es convenenciero, utilitario… ¡Eso es lo que ustedes ven!! 

Voy a tratar de explicarles: la mayoría de ustedes son el resultado de la generación de la lucha por el poder, generación que resultó del feminismo, del liberalismo, misma que, a su vez, es el resultado del machismo, del autoritarismo. Esos roles son los que vivían los hombres y las mujeres de las generaciones anteriores a ustedes y a nosotros. La generación de sus padres, es la generación de la lucha de poder, de la inestabilidad, de la búsqueda de un nuevo entendimiento de los roles femenino y masculino. Se me ocurre que somos la generación del sin sabor, o de la sal y la pimienta… no supimos cual era nuestro lugar, o quisimos que fuera tan bueno que le pusimos mucha sal y mucha pimienta a la relación entre hombre y mujer, rechazamos el machismo, no entendíamos tampoco el feminismo, y como consecuencia de esto, ustedes viven la generación del genero igualitario, en donde se pretende creer que el hombre y la mujer son iguales, que la expresión más profunda de su ser no tiene particularidad en cuanto a la feminidad y la masculinidad, en donde el hombre y la mujer no tienen ninguna diferencia en su expresión, en su identidad, en su sexualidad, en su ser; en donde todos se dicen “güey”, donde ya no existe la caballerosidad y la feminidad, donde las palabras altisonantes salen del corazón de la mujer de la misma forma como salen de la boca del hombre; en donde la identidad se ha perdido; en donde el sentido del amor y el matrimonio no se conoce, en donde la familia unida y feliz existe solo en las telenovelas. 

¿Cómo se expresa el amor en esta época, en esta generación de igualdad? ¿Será que por fin se descubrió el secreto? ¿Se llegó a le época justa, correcta, en la que el amor triunfa? ¿Por fin el matrimonio encontrará el ambiente adecuado para vivir sus fines, a través de los medios adecuados? ¿La pareja podrá vivir el amor de una manera natural y fecunda? ¿Será entonces que esta nueva generación podrá brindar a sus hijos, a nuestros nietos, una vida estable, segura, y una familia unida? ¿Será que la igualdad de género logre la permanencia, la fidelidad, la entrega y ayuda mutua, la procreación de los hijos y la felicidad? ¿Será? ¿O aun no llegamos al descubrimiento de la verdad? 
¿Será qué el éxito del matrimonio fue el machismo, con el que el autoritarismo del sexo masculino reinaba y la mujer era un cero a la izquierda? ¿O será que su fracaso redundó en el feminismo con el que la mujer se liberó de la opresión del hombre y abortó su máximo don: la maternidad? ¿O será que la generación de la lucha de poder en donde el machismo no cabe y el "feminismo” se entiende como el espejo del machismo femenino", por así decirlo, es el responsable de la muerte del amor, el acabose del matrimonio? ¿O será que el amor matrimonial no existe? ¿Qué podrán responder ustedes a ello? 



Si lo que han interpretado de nuestras acciones es que “¡el amor matrimonial no existe!”, ¿cuáles serán las consecuencias futuras de esta generación en donde la igualdad de género es la que reina? ¿Qué consecuencias personales, familiares y sociales provocará esto en la siguiente generación, que será la de sus hijos y nuestros nietos? 
Si partimos de la idea y del análisis de que en cada generación ha habido aciertos y errores, ¿podríamos decir que las etapas del crecimiento humano han favorecido y entorpecido el entendimiento y comprensión del amor? ¿O podríamos decir que estos cambios generacionales son consecuencia de la búsqueda de la verdad?
Haciendo una pequeña reflexión sobre la duración de los matrimonios, encontramos datos muy curiosos: en la generación de sus bisabuelos (machismo-autoritarismo), los matrimonios duraban hasta la muerte; en la generación de sus abuelos (generación del feminismo-liberalismo), los matrimonios duraban muchos años; en la generación de sus padres (lucha del poder, desidentificación con los roles masculinos y femeninos), los matrimonios duran un promedio de entre 10 y 25 años; en la época de la igualdad de género, los matrimonios no están durando ni cinco años siquiera. 
¿Caen en la cuenta? Pareciera irrisorio y contradictorio, pero  los matrimonios duraban más en la generación del machismo y el autoritarismo, ¿cierto? Pero, ¿cómo puede ser esto? Está clarísimo que el machismo y el autoritarismo daña fuertemente a la mujer, a las familias, a la persona humana... ¡Qué complicado! ¿Verdad? Pues ni el machismo-autoritarismo, ni el feminismo-liberalismo, ni la lucha del poder, ni la igualdad de género, favorecen la permanencia del matrimonio. 

Entonces, ¿qué? ¡Indaguemos! Busquemos el común denominador, de todas las generaciones mencionadas, que provoca que el matrimonio no funcione… ¿Lo encuentran? Exacto: el “individualismo - egocentrismo” que ha estado presente en cada una de estas generaciones. Identifiquémoslo simple y brevemente: en el machismo solo el hombre importaba, la autoridad reinaba, uno solo gobernaba. En el feminismo la mujer quiso hacer lo mismo. En la lucha de poder pretendíamos cada uno tener la razón, ser el que estaba en lo cierto, con lo que también se anulaba al otro. En la igualdad de género, “el individualismo - egocentrismo” está  debajo del agua, en el deseo del éxito personal, en la negación de la complementariedad de sexos, en donde a la reciprocidad no se le aquilata ni halla sentido. ¿Lo pueden ver claramente? Si nos damos cuenta, lo que en realidad han estado buscando tanto hombres y mujeres, generación tras generación, es la equidad, la virtud de la justicia. Hemos buscado que el hombre y la mujer se reconozcan iguales en dignidad, iguales en derechos. ¿No les parece demasiado fácil para tanto lío? ¡Si  verdad! ¿Entonces por qué tanta complicación? Se los voy lo voy a intentar explicar, el egoísmo, ocasiona que los seres humanos, nos olvidemos del sentido de la vida humana, “la felicidad” y equivocadamente creemos que la felicidad la vamos a encontrar en el individualismo, que nos impide amar al otro, a los otros como a nosotros mismos, que significaría lo mismo que desear la felicidad, el bien, el amor, el éxito, el triunfo del otro en la misma medida que el nuestro, ya no se ve tan fácil verdad, ese es el verdadero caos, se dan cuenta, el amor matrimonial si existe, así como existe la luz, el calor lo que no nos permite verlo y disfrutarlo es el egoísmo.

El amor matrimonial necesita ser alimentado con valores tan profundos y tan humanos como la generosidad, la comprensión, la ayuda mutua, la reciprocidad, con sentimientos como la ternura, la dulzura, la admiración, la distinción y la comprensión de nuestras diferencias en tanto que ser hombre y en tanto que ser mujer, diferencias  que nos identifican, nos engrandecen y nos complementan. Es ahora a ustedes a los que les toca crear una nueva generación en la que el amor  es sin "toma y saca",  en donde no se piensa, “si tú no das yo tampoco”, sin ese absurdo, 50% y 50% (porque cada quien da lo que tiene y cuando hay amor no importa quién da más y quien da menos, sino que ambos den todo lo que tienen para dar), y de esta forma el amor se  hace reciproco por naturalidad.

Solidaridad total, creatividad, atención delicada a la psicología herida de ambos, así como a los ciclos biológicos, evolución compartida, eso es el plan nuevo de cada día para los bisnietos del machismo, nietos del feminismo e hijos del divorcio: compasión, comprensión, aprecio, amor incondicional y solidaridad entre ambos, para dar a sus hijos (nuestros nietos) una vida de alegría y paz que se ha perdido ya hace 75 años. ¡Basta ya! Hijos, por favor renueven la tierra… 









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