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Mensaje del Papa para la Cuaresma 2015: “Fortalezcan sus corazones”
La Cuaresma es un tiempo de renovación


Fuente: AICA



Se presentó esta mañana, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Mensaje del Papa para la Cuaresma 2015, que se inicia el miércoles de Ceniza, 18 de febrero. El Santo Padre inicia recordando que “la Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente, pero sobre todo es un “tiempo de gracia”. Francisco indica en su Mensaje, -titulado ‘Fortalezcan sus corazones’ y fechado el 4 de octubre de 2014, Fiesta de San Francisco de Asís- que “uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme es el de la globalización de la indiferencia”. 

“Ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen” subraya Francisco, refiriéndose luego a la “actitud egoísta, de la indiferencia”, que “alcanzó hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos”. 

A partir de este pensamiento el Papa propone tres pasajes para meditar acerca de esta renovación. 

1. “Si un miembro sufre, todos sufren con él”». “Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se dejó lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen “parte” con Él y así pueden servir al hombre”, indica el Papa. 

2. “¿Dónde está tu hermano?”. En este segundo punto el Santo Padre señala la vida de las parroquias y comunidades y se interroga: “En estas realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos?”. Y el Papa invita a “ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó”; sin olvidar que “lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad”. 



El Santo Padre además expresa su deseo de que “los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia”. 

“Fortalezcan sus corazones”, es la frase que propone en el tercer punto y es también el título del mensaje pontificio. Recuerda que “estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir”. 

Y se pregunta ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia? A lo que responde que en primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. “La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño”; porque “el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión”. 

El Pontífice desea que se celebre en toda la Iglesia el próximo 13 de marzo, que coincide con el segundo aniversario de su elección pontificia la iniciativa “24 horas con el Señor”, cuyo lema este año es “Dios rico en misericordia”. Y reitera que “Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: “Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero”. Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede”. 

“Queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: “Haz nuestro corazón semejante al tuyo”. De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia”. 



“Con este deseo -concluye el mensaje- aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde”

 

 

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