Menu


Monasterio de Benedictinas de León
En la actualidad son veinticuatro monjas que ordenan su vida según la Regla monástica de san Benito. Esta regulada por estos factores: oración, trabajo, estudio y vida fraterna.


Por: http://benedictinas.org | Fuente: http://benedictinas.org



CARISMA. REGLA DE SAN BENITO
Es una bella síntesis de la espiritualidad monástica en la que San Benito, monje del siglo V-VI, busca extraer lo mejor de las reglas anteriores a él aportando su propia experiencia como padre de monjes.

Toda ella está basada en la Sagrada Escritura, que es constantemente citada, y el papa San Gregorio Magno la define como “notable por su discreción y claridad de lenguaje”.

La Regla benedictina establece una “escuela del servicio divino” donde se aprende a buscar a Dios y a responder a su llamada, junto a otros hermanos y hermanas formando una comunidad. Gracias a un sabio y finísimo equilibrio entre el “ora et labora” es la única Regla que ha permanecido más de 1500 años y puede ser seguida por todo tipo de personas y en todos los lugares.

Temas claves que aborda la Regla son la humildad, la obediencia, el silencio y la vida de comunidad, desmenuzados con increíble realismo y profundidad.

Nos asombramos ante este pequeño documento, 73 breves capítulos, cuya humanidad y espiritualidad permiten el desarrollo equilibrado del hombre en todas sus facetas y en todos los tiempos.



HISTORIA
910. El rey don García I, heredero de extensos territorios al norte del Duero, trasladó la capital del reino a la ciudad de León. Esta ciudad fortificada con murallas, torres tenía forma rectangular cruzada por dos calles que terminaban en sus respectivas puertas: Cauriense y Puerta del Obispo (de W a E); Puerta del Castillo y Arco de Rey (de N a S).
Cercano a Arco de Rey estaba edificado el palacio y panteón real, San Salvador de Palat de Rey. Ramiro II –rex mitissimus (rey ternísimo) en opinión del cronista Sampiro- “consagró a Dios a su hija Elvira y a nombre de ésta edificó, dentro de la ciudad de León un monasterio de admirable magnitud en honor de San Salvador, junto al palacio real”. Esto sucedió “entre los años 940-950”- escribe el P. Colombás.

925 el 26 de junio. En la ciudad de Córdoba, esplendorosa por su arte, medicina y letras, Pelayo, un niño de trece años, después de dar testimonio de su fe e integridad moral, sucumbe en un despiadado martirio ordenado por el califa Abd-Al-Rahmán III. El cuerpo adolescente que camina aguas del Guadalquivir abajo es recogido por los cristianos. Un cronista contemporáneo, el presbítero Raguel, recoge testimonios de este hecho. El nombre e historia de este joven apenas abierto a la vida se comenta, se admira y se invoca su protección.

959. D. Sancho I – a cuyo nombre está vinculada nuestra historia fundacional- regresó del viaje a la capital de Al-Ándalus recobrada la salud que le impedía vestir las armas y, con la ayuda del mismo Abd-Al-Rahmán, su reino. Dª Teresa Ansúrez, su esposa y su hermana, la infanta Elvira al escuchar lo que se decía del niño mártir -escribe el P. Flórez en España Sagrada- “se enamoraron de aquella hermosura de la gracia y persuadieron al rey que la trajese”. El rey don Sancho envió una comitiva en la que figuraba el propio obispo de la diócesis, don Velasco. Entretanto mandó construir un monasterio para colocar en él con todo honor el cuerpo del joven mártir.
Se ignora el año y el lugar exacto. Ambrosio de Morales dice a propósito de san Isidoro: “Es fundación real de muchos reyes, la más antigua es la de don Sancho I que edificó un monasterio de monjas que llamó ‘San Pelayo’.

966. Muere don Sancho I. Es la fecha supuesta del comienzo de vida monástica en el recién fundado cenobio. Aquí tomo el hábito la reina viuda doña Teresa, la infanta Elvira y con la Comunidad viven según la Regla de san Benito que se observaba en León desde el año 905.

967. Llegan los restos de san Pelayo. Son recibidos por la reina madre, la regente doña Elvira y el niño rey –cinco años- Ramiro III.

995. El caudillo Almanzor desde junio de 997 se lanzó como un torrente sobre el reino leonés destruyendo ciudades, castillos, conventos, iglesias, lugares. Las monjas ponen a salvo las reliquias de San Pelayo. Las depositan en la iglesia de San Juan Bautista, en Oviedo, que se llamará desde ahora de San Pelayo. Es el día 11 de febrero de 995.

1011. Alfonso V, el restaurador de León, trasladó al noroeste de la ciudad el complejo formado por palacio, panteón real, monasterio cortesano de San Salvador –sustituido por el restaurado de San Pelayo al que regresó una parte de las monjas del monasterio de Oviedo.

1063. Don Fernando I y Dª Sancha, para enriquecer la iglesia de estilo románico que acaban de construir traen de Sevilla los restos de San Isidoro. En la portada de este templo paralela a la del Doctor de las Españas, está la imagen del niño mártir San Pelayo.

1148. El Emperador Alfonso VII, secundando los deseos de la infanta doña Sancha, su hermana, en las Cortes Generales de Palencia trasladan a las monjas a Carbajal de la Legua, sustituidas por los canónigos regulares de San Agustín.

1600. La Comunidad de benedictinas de Santa María de Carbajal regresa a la ciudad de León. Son treinta monjas. Pertenecen a la nobleza leonesa, según era costumbre de la época. Son recibidas con gran pompa y solemnidad, según cuentas las crónicas.

Se instalan en el Burgo Nuevo, un barrio al sur de la ciudad al exterior del rectángulo amurallado. Los edificios limitan con la llamada Plaza del Mercado o del Grano, junto al Camino Francés que conduce a Santiago de Compostela.

2000. Celebran el cuarto Centenario de su estancia en este lugar. En la actualidad son veinticuatro monjas que ordenan su vida según la Regla monástica de san Benito. Esta regulada por estos factores: oración, trabajo, estudio y vida fraterna.


CONTACTO

Plaza Sta María del Camino 7
24003 LEÓN
tel: 987252866
mail: comunidad@benedictinas.org


 







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |