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Crimea

Monasterio de la cueva de San Clemente
Sobre la gruta donde los primeros cristianos protegían las reliquias del Papa antes de su traslado a Roma


Por: Redacción | Fuente: www.funjdiaz.net / cuadrosparaunaexposicion.blogspot.com.es / Otras fuentes



Clemente de Roma, Clemente Romano o san Clemente I, fue un cristiano insigne de finales del siglo I, uno de los llamados Padres apostólicos por haber transmitido el «eco vivo» de la predicación de los apóstoles de Jesús de Nazaret. La Iglesia católica lo considera su cuarto papa y se le venera como santo y mártir. Su festividad se celebra el 23 de noviembre.

El Monasterio de la cueva de San Clemente es un monasterio en la gruta de un acantilado que nace cerca de la desembocadura del río Chorna, en la ciudad de Inkerman, parte del puerto marítimo de Sebastopol, en la península de Crimea, adherida a Rusia desde marzo de 2014. Fue fundado en 1850 en el lugar de un monasterio bizantino medieval, construido sobre una gruta que podía ser visitada sólo en el aniversario de su muerte, donde las reliquias de San Clemente eran supuestamente protegidas antes de su traslado a Roma por los santos Cirilo y Metodio. En Roma existe una antiquísima basílica, la Basílica de San Clemente de Letrán, levantada sobre su tumba.

La leyenda de este mártir cuenta que Clemente era hijo de un senador romano, y que se convirtió al cristianismo después de escuchar a san Pedro en Roma, aunque no le sucedería inmediatamente en el solio papal. Uno de sus milagros narra  cómo Teodora se convirtió al cristianismo gracias a él, prometiendo mantener su castidad para siempre. Por ese motivo, el marido enfureció y quiso vengarse de Clemente, pero quedó ciego, junto con los criados que querían ayudarle, quienes, en vez de atar al santo para arrastrarle por el suelo, como querían, hicieron lo propio con las columnas de la casa de Sisinio, el esposo en cuestión.

Otro episodio de su vida, que tuvo como consecuencia directa su martirio, narra que el emperador Trajano advirtió a Clemente, por medio de un prefecto suyo llamado Mamertino, de la necesidad de avenirse al mandato de sacrificar a los dioses, a lo que el papa respondió con los argumentos contrarios. El emperador ordenó el destierro a Crimea del pontífice para realizar trabajos forzados en las minas. Trabajando en ellas, cuenta la leyenda que debido a la gran sed que atormentaba a todos los forzados, San Clemente pidió en oración a Dios que les socorriese y se apareció un cordero que señaló con su pata un lugar de donde brotó una fuente de agua clara.

El milagro llegó a oídos de Trajano que sentenció que el Papa fuese arrojado al mar con un ancla al cuello. Al cabo de un tiempo se produjo el prodigio de que las aguas se retiraran dejando ver un templo de mármol, "construido por los ángeles", en el que estaba el sepulcro del Papa y el ancla que se había colgado de su cuello. Desde ese momento, todos los años se producía el milagro de que las aguas se apartasen durante siete días para que pudiesen entrar los fieles devotos hasta la tumba del santo. Incluso, una vez, unos padres se dejaron olvidado a su hijo pequeño y, cuando volvieron al año siguiente, pensando recuperar su cadáver, lo encontraron milagrosamente vivo.



Las reliquias de Clemente de Roma fueron resguardados por la Confraternidad de los Santos Ángeles Custodios, en la Sacristía de la Capilla Paulina del Vaticano hasta 1934. En ese año, el entonces rector del Seminario Pontificio de Santiago don Juan Subercaseaux se las solicitó al papa Pío XI para ser trasladadas a Chile. Poco después, el papa promovió a Mons. Subercaseaux para la Diócesis de Linares y habiéndose encontrado el nuevo obispo con el desafío de levantar la catedral diocesana, continuó las gestiones para que las reliquias de este mártir del siglo I fueran entregadas a la iglesia catedral de San Ambrosio de Linares, lo que finalmente consiguió, llegando las sagradas reliquias a Valparaíso en el vapor «Orazio» en septiembre de 1936. Desde ahí fueron llevadas privadamente a la Casa Matriz de las Hermanas de la Providencia de Santiago para que el profesor de la Universidad Católica Dr. Ricardo Benavente recompusiera el esqueleto y se procediera a revestirlo con los ornamentos que tiene hasta hoy. El 11 de octubre de ese año se transportó solemnemente la urna con las reliquias de san Clemente desde la Casa de la Providencia al Seminario Pontificio, en una fiesta presidida por Mons. Horacio Campillo, arzobispo de Santiago, y la mayor parte del episcopado chileno. El 1 de enero de 1937 continuaron viaje a Linares en un tren especial, siendo recibido en esa ciudad en medio de demostraciones de fe, según las crónicas de la época. Actualmente se veneran en la catedral de Linares.

 

La pintura en esta foto muestra el martirio de San Clemente y se encuentra en el refectorio del convento dominicano contiguo a la basílica de San Clemente en Roma.

San Clemente. Santoral 23 de noviembre



 

 

 







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