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Estrategia Vital
Hay tres talentos de base que sirven de marco a todos los demás: el tiempo, el potencial de acción y la fe


Por: Alejandro Ortega Trillo | Fuente: Catholic.net





Dios es un promotor de talentos. Él mejor que nadie sabe que el “capital humano” es el recurso más valioso del planeta. De hecho, siendo Dios, no necesita buscar nuevos talentos, los crea. Cada niño que nace es un talento que Dios invierte en la Tierra. La vida dirá si ha valido la pena.

Cada uno posee una dotación personal de talentos. Aunque hace falta tenacidad y constancia para desarrollarlos. “El talento, en buena medida, es cuestión de insistencia”, decía el escritor Francisco Umbral. Quizá la estrategia más importante de la vida consiste en descubrirlos, potenciarlos y ponerlos a rendir.

De hecho, todo en nosotros es susceptible de convertirse en un talento. Dios mismo, con su Providencia, nos ayuda a descubrir y despabilar talentos escondidos. La bitácora de situaciones y circunstancias –favorables o adversas– que sorteamos en el día a día va escribiendo en paralelo una serie de talentos que Dios nos invita a despertar.

Así, por ejemplo, los retos académicos o deportivos estimulan el talento de la tenacidad; la competitividad laboral despierta el talento del esfuerzo y la eficacia; un accidente o una enfermedad inesperada pone a trabajar el talento de la paciencia; el encuentro con una persona necesitada, el de la generosidad; una crisis matrimonial, el del amor fiel e incluso heroico; un desprecio o una humillación, el del olvido de uno mismo.

Como quiera, hay tres talentos de base que sirven de marco existencial a todos los demás: el tiempo, la energía y la fe.

El primero es la vida misma, que se despliega hora tras hora y minuto a minuto. Más allá de sus circunstancias, la vida es un don inapreciable; y exprimir el tiempo, según una jerarquía de roles y prioridades, es el requisito de una vida que pueda decirse “productiva”. Es cierto que se debe huir del “eficientismo”. Es necesario el equilibrio. Puede ayudar como guía una “decena vital” de actividades: rezar, comer y dormir; trabajar/estudiar, hacer deporte y leer; estar con la familia, los amigos y la comunidad; y disfrutar un buen hobby.

Un segundo talento es la energía. No hablo de energía en sentido esotérico o “metafísico”, sino en su acepción más esencial como “potencial de acción” de una persona. Cabe distinguir cuatro tipos de energía humana: la física-corporal, la mental, la emocional y la espiritual. Algunos autores recientes han propuesto cambiar el paradigma de la administración del tiempo por el de la administración de la energía, pues de poco sirve reservar un tiempo para una tarea si, llegado el momento, faltan las fuerzas para acometerla. Una buena administración de este talento supone mantener lo que algunos llaman el balance P/CP, que significa equilibrar la productividad y la capacidad de seguir produciendo. Es otra manera de decir que se deben respetar el ritmo querido por Dios “trabajo-descanso”.

El tercer talento vital es la fe. El tiempo y la energía, si carecen de la fe, discurren por un binario demasiado horizontal, sin trascendencia. La fe aporta la dimensión vertical de la vida. El tiempo y la energía, bajo el influjo de la fe, alcanzan su mayor potencial. La fe les da su orientación fundamental y definitiva. Todo tiene un “para qué”. Cada talento habla de un diseño, de un plan divino, de una vocación que viene de arriba. Tanto es así que una manera de descubrir la propia misión en la vida es averiguar los talentos con que se cuenta. La estrategia vital está en alinear los talentos integrándolos en ese proyecto divino que es su razón de ser. La fe es, en este sentido, la clave de lectura de un plan maestro que lleva no sólo a la productividad, también a la felicidad.

 

aortega@legionaries.org. Alejandro Ortega Trillo es sacerdote legionario de Cristo, licenciado en filosofía, maestría en humanidades clásicas, conferencista y escritor. Es autor de los libros Vicios y virtudes y Guerra en la alcoba. Actualmente coordina la pastoral familiar del Movimiento Regnum Christi y trabaja apostólicamente en Roma. 







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