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María de Guadalupe defensora de la Vida
Cuando la Virgen se apareció en el Tepeyac a san Juan Diego la evangelización dio un giro de 180°, y las palabras rebosantes de ternura y compasión resuenan hoy a toda mujer y hombre que sabiéndolo o no, rodeados por una cultura de muerte


Por: Cecilia Esther Rodríguez Galván | Fuente: Catholic.net



I. Introducción. María de Guadalupe interviene en la historia

La aparición de la Virgen María en América en los inicios de la evangelización en 1531, ha transformado la historia dejando una huella que ha permanecido intacta desde entonces: La madre que viene en auxilio de sus hijos, unos y otros para guiarles al encuentro con Cristo, El, que es la Vida.

El manto de Guadalupe, reflejo de nuestra Señora, nos invita a una profunda reflexión de la Virgen que se muestra madre. Desde su nombre, el códice de su manto, el estudio de sus ojos, la mirada compasiva, la inclinación de su cara y cuerpo, la unión de sus manos, el listón negro sobre su vientre evidencia de su embarazo, el peinado de su cabello, todo en este hermoso manto nos acerca a la Madre que no cesa de hacer eco de las palabras que sus labios pronunciaran hace casi dos milenios: “Hagan lo que El les diga” (Jn, 2,5)

Para quienes trabajamos en la defensa de la Vida la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es la necesaria intercesora y avanzada para la labor provida, Ella es la presencia de la mujer embarazada, lleva dentro a Cristo por nacer, proclama la dignidad de la vida de todo ser humano desde la concepción, y muestra esta vida como una bendición. Es una imagen poderosa que nos invita a seguirla en el ejemplo de una constante lucha por defender la vida naciente, ella con la fortaleza proveniente de Dios supo sobrellevar los designios divinos dentro de un ambiente que le podía gritar que ese Hijo no era fruto de un matrimonio, atreviéndose a confiar en Dios y a esperar de Él toda bondad y providencia se dejó inundar por Su palabra y avanzó decidida bajo la guía de quien le amaba.

II. María Guadalupe y la cultura de la muerte

El ejemplo de María en la historia es fuertemente poderoso, en un mundo que desprecia la vida por nacer y que trivializa la bendición de estar vivos, María de Guadalupe nos recuerda con su presencia que solo Dios es el dador de la Vida, uniendo sus manos sobre su vientre donde acuna a su Hijo gestante, nos invita a confiar en Dios, aun en los momentos más difíciles, para que demos pasos que ayuden a todos a valorar el preciado bien de la vida.

La sociedad en que vivimos requiere con urgencia un modelo de madre como el de María de Guadalupe, hoy se sacrifican millones de niños en el mundo entero a través del aborto, de la inseminación artificial y del uso de embriones, hoy las madres olvidan el don bendito de la vida, los padres abandonan a las mujeres y a los hijos que Dios les ha concedido, los ancianos son olvidados o aborrecidos, los enfermos condenados por una sociedad utilitarista y hedonista, los jóvenes exaltados a vivir una vida vacía, objetos de una sensualidad exagerada…La Virgen Madre no nos abandona en estos tiempos de confusión y vuelve su mirada compasiva sobre esta sociedad perdida y dolida, nos ofrece la respuesta a nuestras súplicas: al Hijo de su vientre, Jesús, Él y solo Él puede sanar cualquier enfermedad y conciliar a todo hombre y mujer para que sean santos, para que encuentren la paz, para que luchen por la santidad de toda vida humana.

Nuestra Señora de Guadalupe conoce nuestras penas, el momento por el que cada quien atraviesa, no deja a san Juan Diego con el pesar de la enfermedad de su tío, sino que se apresura a ordenar las cosas para que Cristo, quien es la Vida, llegue a un pueblo despreciado, quizá humillado y ciertamente confundido, que no había sido capaz de aceptar el mensaje salvífico del Evangelio, pero a la vez resuelve el problema temporal del tío de san Juan Diego, ¿no es acaso el paliativo más grande la gozosa e inesperada visita de la madre del Amor hermoso lo que recibe Juan Bernadino, tío de san Juan Diego?, ¿no es maravillosa la enseñanza de esa caridad fraterna al enfermo lo que necesita también nuestra sociedad en los tiempos modernos? En una época donde el hombre se olvida del hombre y busca neciamente solo su propio placer, María de Guadalupe nos recuerda que no somos desechables, que el utilitarismo de nuestra época es completamente anticristiano y que la caridad hacia el enfermo es una necesidad apremiante también hoy. ¡Cuán rápido fue aceptado el mensaje de la Virgen de Guadalupe!, lo que trataron de hacer por tantos años los misioneros fue hecho milagrosamente por la Virgen en poco tiempo, porque Ella que ama con corazón de madre conoce la necesidad de los hijos, que asustados y enfrentados a condiciones apremiantes buscan la ayuda del cielo para calmar sus dolores.

III. María de Guadalupe, símbolo de la cultura de la vida
María de Guadalupe sigue trabajando una evangelización de vida activa, continúa llegando a los corazones adoloridos de quienes la buscan y sale al encuentro como a
san Juan Diego, de quienes la evaden por satisfacer primero equivocadas necesidades terrenas, como quienes acuden a los abortuorios, evadiendo las iglesias donde su Hijo es adorado, ella se hace presente, con su Hijo en el vientre, afuera de esos centros de muerte, para encontrarse con el triste, con el abandonado, con el temeroso, con el orgulloso, con el “autosuficiente”, con quien es víctima del mal y del egoísmo humano; y con su imagen le recuerda que está aquí para amarle.

Su vientre ligeramente prominente es la señal de Cristo que nace a una tierra nueva, a nuevos hombres y mujeres, ella evangeliza por la vida con solo verla, María de Guadalupe busca consolar al pueblo mexicano y al mundo entero que siente tristeza y dolor, acude a ellos para proveerles la benevolente protección de una madre. Ella nos trae al Hijo, lo resguarda en su seno, lo que desea es que le sigamos a Él.

Conclusión

Bajo el patrocinio de la Virgen de Guadalupe los movimientos provida del mundo trabajan por defender el don precioso que Dios nos concede, luchando para que sea respetado en todo momento y bajo toda circunstancia, no dudamos que en esta poderosa intercesión Dios ya nos tiene concedido el triunfo, pero no por ello descansamos, y al igual que María de Guadalupe nos apresuramos a salir al encuentro de aquellos cuya vida está en peligro, hablando por quien no puede y protegiendo con la ayuda de Dios, a quien aún no puede defenderse.

Cuando la Virgen se apareció en el Tepeyac a san Juan Diego la evangelización dio un giro de 180°, y las palabras rebosantes de ternura y compasión resuenan hoy a toda mujer y hombre que sabiéndolo o no, rodeados por una cultura de muerte, atentan contra el don bendito de la vida: "Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige, que no se turbe tu corazón;… ¿no estoy aquí, yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?...”i por ello ocultos en el hueco de su manto los movimientos provida avanzamos por la evangelización de la vida en Cristo Jesús, y te pedimos Señora, Virgen María de Guadalupe ¡Ruega por nosotros!

i Valeriano, Antonio. Nican Mopoha. Ed. Buena Prensa, México. Pag. 10.







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