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El Carmelo
Hoy, después de ocho siglos, se mantiene vivo en nosotros este mismo espíritu: en esta Tierra que el


Por: Xavier Villalta | Fuente: Catholic.net



Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. (Dt 6,4)

La Orden nace hacia finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII, con un grupo de cruzados y peregrinos venidos de Europa quienes luego de entregar sus vidas en la reconquista de los Lugares Santos, abandonan los bienes y glorias terrenas y se instalan sobre el Monte Carmelo, junto a la fuente de Elías y en su dependencia espiritual.

Después de algunos años de vida común, sin vínculos oficiales, entre 1206 y 1214 piden a Alberto patriarca de Jerusalén una formula de vida en consonancia con el proyecto que ya vivían por inspiración del Espíritu Santo. Eligen a la Madre de Dios como Patrona y Titular de la Orden, tomando el nombre de: Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo.

Hoy, después de ocho siglos, se mantiene vivo en nosotros este mismo espíritu: en esta Tierra que el "Señor se escogió como heredad", profundamente arraigados en la tradición bíblica y mariana de la Orden, buscamos sin cesar el rostro de Dios.

EL CARMELO TERESIANO

El origen del Carmelo Teresiano o “descalzo” y el sentido de nuestra vocación en la Iglesia están estrechamente vinculados al proceso de la vida espiritual y al carisma de santa Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.

Impulsada por el amor de Cristo, nuestra Madre Santa Teresa se inscribe en la gran tradición viviente, que después de siglos atrae hacia el Monte Carmelo, para buscar a Dios en la soledad y el silencio. Herida por las rupturas de la unidad de la Iglesia de su tiempo y por el descubrimiento de nuevos horizontes misioneros, ella renueva el Carmelo dándole una fuerte motivación apostólica.

El primer Carmelo fundado por Teresa fue San José de Ávila, el día de San Bartolomé, 24 de agosto de 1562. En el cielo azul de aquella mañana de verano, resonó el toque de una campana que anunciaba que allí se establecía nuestro Señor junto a sus hijas. Comenzaba así un nuevo estilo de vida en la Iglesia.

A lo largo de estos cuatro siglos han ido brotando como los almendros en primavera, cientos de palomarcitos donde el Señor es servido.

Actualmente existen en el mundo más de 800 monasterios con aproximadamente 12.000 carmelitas descalzas que con su oración incesante son el corazón palpitante de la Iglesia. (Juan Pablo II)

EL CARMELO EN TIERRA SANTA

El Carmelo en Tierra Santa comienza su implantación a fines del siglo XIX, en una situación histórica caracterizada por una expansión misionera católica, reafirmada por el restablecimiento del Patriarcado de Jerusalén y aprovechando una coyuntura política internacional sana y serena.

En este contexto, el Espíritu sopla en el corazón de personas escogidas para realizar esta obra: traer el Carmelo a la Tierra de la Promesa, la tierra de la revelación y cuna de nuestra Orden. Entre estos instrumentos escogidos por Dios está la Beata María de Jesús Crucificado.

Cada monasterio surge con un signo particular asociado al misterio de la existencia terrena de Jesús, en esta tierra donde el Verbo se hizo carne.

El carisma contemplativo-eclesial de toda carmelita adquiere aquí un sello único: siendo parte del nuevo Israel somos asociadas a los misterios de la encarnación y redención in Situ, llamadas a recrear ese misterio en la oración, la contemplación y la vida fraterna con sentido eclesial y misionero.

Belén – Nazaret – Jerusalén y Monte Carmelo encarnan el camino espiritual al que queremos invitar a todo cristiano, a todo hombre y mujer de buena voluntad.



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