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Educación en la abstinencia: Evaluando la evidencia
Cada año, 2.6 millones de adolescentes inician su vida sexual en EUA


Por: Christine Kim y Robbie Rector | Fuente: heritage.org



La vida sexual activa de los adolescentes es un gran problema que enfrentamos actualmente.
Cada año, 2.6 millones de adolescentes inician su vida sexual. Un promedio de 7,000 por día. (1)
En estudiantes de secundaria, casi la mitad reporta haberse comprometido a tener relaciones y un tercio ya es activo.( 2)

La actividad sexual durante la juventud trae consigo diversos riesgos de salud y problemas a largo plazo. Involucrarse en relaciones sexuales a temprana edad aumenta el riesgo de contraer ETS, afecta el bienestar mental y el aprovechamiento escolar y trae consigo embarazos no deseados.

Muchos de estos riesgos pueden ser prevenidos si los adolescentes se abstienen de tener relaciones sexuales.

La educación de abstinencia “enseña a abstenerse sexualmente antes del matrimonio”. Este programa también provee a la juventud de buenas herramientas para tomar decisiones adecuadas y desarrollar relaciones maritales duraderas en un futuro.(3) Este programa prepara a la juventud para pensar en sus metas a largo plazo.

Estudios muestran que los jóvenes que se abstienen tienen mejor bienestar emocional y mejores calificaciones que quienes no lo hacen. (4).Retrasar la vida sexual sobre todo puede ayudar a prevenir los embarazos a corta edad.
Los obstáculos de este programa son que quizá no funcionen y fracasen en influenciar el comportamiento de los jóvenes.

Estudios sobre la educación en la abstinencia

Este ensayo habla de 21 estudios sobre la abstinencia. Quince estudios examinaron la educación en la abstinencia que estaban enfocados a enseñarla. De estos 15, 11 reportaron resultados positivos. Los otros 6 analizaron las promesas de virginidad, y de esos 6, 5 reportaron buenos resultados. Sobre todo , 16 de 21 estudios reportaron positivamente, como por ejemplo, retardar la edad para las relaciones sexuales en los jóvenes que recibieron esa educación.
Cinco estudios no reportaron buenos resultados.

Además de estos 21 estudios, 5 estudios más han sido citados en otras investigaciones. (5)Sin embargo estos no han sido discutidos a profundidad por varias razones.

Primero en el 2007, un estudio evaluó un componente voluntario de un programa que consta de tres partes que trata sobre valores. El componente voluntario no representa el núcleo de las cifras que se mostraron en el programa “Guardianes de la Herencia”. Pero una evaluación del currículum de la abstinencia es discutido en este ensayo. Debido a que los estudiantes que participaron en la sección voluntaria ya recibieron el programa de abstinencia, el estudio midió efectivamente el “incremento” del impacto del componente voluntario, no el impacto completo. (6)

Otro estudio evaluó la “Operación Pureza” en Cleveland, mientras el estudio reportó resultados positivos, la significancia estadística reportó un porcentaje menor. Mientras los porcentajes eran positivos, eran estadísticamente significantes en un 94%, debajo del estándar del 95%.(7) Una evaluación de “Quédatelo” es mencionado en este escrito.

Un tercer estudio examinó el programa de prevención de embarazo en Carolina del sur en 1980. (8) Aunque el embarazo juvenil mostró una disminución durante el primer periodo de intervención, los resultados no pudieron ser interpretados por los inciertos servicios que los estudiantes recibieron.

Un cuarto estudio examinó un programa canadiense, que estaba diseñado para ser un programa tradicional de educación sexual, pero fue entregado sin un componente de anticoncepción en la evaluación específica del contexto.(9)

Finalmente un estudio analizó el programa de “Posponer las relaciones sexuales” en Atlanta en los años 80. (10) Aunque el estudio reportó resultados positivos, el contenido del programa era cuestionado. Por ejemplo, ¿el contenido era sobre pura abstinencia, o había otros componentes?

Diseño del estudio

El campo de estudio de la educación de abstinencia se ha ido desarrollando, por eso solo algunos programas han sido evaluados. (11)Actualmente varios programas de abstinencia están siendo aplicados en todo el país. Los contenidos varían según la edad de los adolescentes a quienes se les ofrece.

Los estudios discutidos en este ensayo han utilizado una variedad de métodos de investigación. (12)
Los estudios experimentales tienen el más riguroso sistema de evaluación. Un verdadero experimento les permite a los investigadores obtener conclusiones del impacto del programa con un gran rango de confianza. Para simular el escenario de cómo los participantes del programa de abstinencia se comportarían si no hubieran recibido el programa, se seleccionan al azar quienes si lo recibieron y quienes no. En teoría, la asignación al azar elimina las diferencias entre el grupo de intervención y el grupo de control, haciendo que los dos sean virtualmente idénticos excepto por la intervención, en este caso, la educación de abstinencia. En la realidad, hay muy pocos experimentos que son bien realizados. Esto es particularmente cierto para la evaluación del programa de abstinencia . (13)

La mayoría de las evaluaciones reportadas en el análisis son casi-experimentales, e incorporan ciertos elementos del diseño experimental, como por ejemplo identificar un grupo comparable de jóvenes y utilizar métodos estadísticos para ver quienes recibieron el programa y quienes no.

Los estudios experimentales se ajustan a factores observables a parte de educación de abstinencia. Dependiendo del rigor del diseño de la evaluación, el grado de confianza de las conclusiones y sus resultados pueden variar. Por eso, todos los descubrimientos deben ser interpretados con el contexto completo del programa que se establezca.

Los estudios de promesas de virginidad utilizan una medición de información de auto-reporte.(14) La encuesta sigue al mismo grupo de adolescentes y adultos jóvenes.
Este ensayo se concentra en el comportamiento positivo que reportan los estudios, así como retrasar la edad para tener relaciones sexuales y menos parejas sexuales.(15)
Mientras los programas de abstinencia enfatizan el mensaje de no tener relaciones hasta el matrimonio como estándar en todos los grados escolares, simplemente el retraso de las relaciones sexuales puede disminuir los riesgos físicos y emocionales a largo plazo.

Estudios que reportan un cambio positivo en el comportamiento

Positivos resultados fueron obtenidos de 11 estudios con el programa de abstinencia.

Razones del corazón: las razones del corazón se centran en el carácter individual y enseña a los adolescentes los beneficios de la abstinencia hasta el matrimonio. Un estudio en el 2008 reportó el impacto en adolescentes del séptimo grado en tres escuelas públicas de Virginia. (16) También fueron comparados los resultados entre los que recibieron el programa de razones del corazón contra los que recibieron educación sobre VIH y ETS.
Los investigadores estudiaron a los estudiantes de séptimo grado de escuelas antes y después del programa. Los estudios mostraron que un año después del programa el 9.2% de los estudiantes que eran vírgenes al principio del estudio, iniciaron su vida sexual, comparado con el 16.4% de los analizados. Analizando las diferencias entre el grupo de comparación y los estudiantes RDC (razones del corazón), (17), la investigación reporto que los estudiantes de RDC eran menos propensos a iniciar su vida sexual que los del grupo de comparación. (18) Este resultado aparentemente muestra la reducción de personas que iniciaron su vida sexual y participaron en el programa “Razones del corazón”. (19)

El sexo puede esperar: es un programa de 3 etapas, uno para los de primaria, otro para los de secundaria, y otro para los de preparatoria. El programa consta de educación sobre la biología reproductiva, la formación de carácter, y decisiones de vida.
Un estudio en el 2006 demostró que los programas largos tienen un impacto en quienes lo reciben. (20)
Se compararon estudiantes que recibieron el programa de el sexo puede esperar, y otros que recibieron educación sexual en su escuela.
Como el autor menciona “ el estudio comparó los efectos de El sexo puede esperar con “la práctica en curso” en vez de verdadera condiciones de control. (21)
Las investigaciones descubrieron que 18 meses después del programa, los estudiantes de primaria superior que participaron eran menos propensos a involucrarse en actividades sexuales que los que no participaron. Los de primaria media también resultaron ser menos propensos. Los alumnos de secundaria los autores encontraron una disminución en los niveles de actividad sexual pero no en el seguimiento de 18 meses. (22)

Guardianes de herencia: es un programa de 3 años que consta de dos niveles, se aplica a estudiantes de secundaria y prepa. El programa se realiza en 3 años y tiene 2 niveles.
Para evaluar este programa, se analizaron 1.,200 estudiantes vírgenes que recibieron educación sexual en sus escuelas, y se compararon con 250 estudiantes que no recibieron educación de abstinencia. (23)
Solamente el 14% de los estudiantes se involucraron en relaciones sexuales al terminar el programa.
Los alumnos que recibieron el programa fueron la mitad de propensos como comparación del grupo de estudiantes que se iniciaron en el sexo después de ajustarse al pre-programa entre los dos grupos. (24)

Quédatelo: un estudio publicado en el 2005 evaluó este programa que fue implementado en escuelas urbanas y dos suburbanas. (25)

Guiados por personas externas, este programa era de 5 días y cada sesión duraba 40 minutos que se enfocaba al desarrollo del carácter y en los beneficios de la abstinencia.
La evaluación recolectó información con un pre-estudio, y el 70% que tomó ese pre-estudio siguió otro programa que se llevó a cabo 5 meses después. (26) Algunos de los estudiantes que durante el programa estaban involucrados en actividades sexuales mostraron una disminución en estas actividades de sexo casual y también en el número de parejas. (27) aunque los participantes del programa no difirieron con los que no participaron en la atracción que sentían hacia el sexo en el intervalo de seguimiento. (28)

Mejores amigos: el programa empezó en 1987 y opera en 90 escuelas en Norteamérica. (29)Es un programa para niñas del sexto año que ofrece pláticas, sesiones de grupo, entre otras cosas más.
Los temas de discusión incluyen amistad, citas con chicos, auto respeto, alcohol, drogas, etc.
De acuerdo al grado, edad y raza, el estudio reportó que las niñas del programa mejores amigos tenían 6.5 veces menos probabilidad de involucrarse en relaciones sexuales que las que no pertenecían al programa, eran 1.9 menos propensas a tomar, y 2.4 menos propensas a fumar. (30)

No yo, no ahora: este programa incluye a niños de 9 a 14 años en NY. Es un programa de comunicación masivo para prevenir la abstinencia. Se utilizan medios de paga como la radio y la televisión, posters, material para padres, etc.
El programa tiene 5 objetivos: entender la importancia del embarazo adolescente. Entender las consecuencias del embarazo prematuro, desarrollar resistencia hacia la presión social, promover la comunicación entre padres e hijos, y promover la abstinencia sexual.
La campaña fue muy eficiente, pues el 95 % de los adolescentes reportaron conocer el programa.
El promedio de actividad sexual de estudiantes de 15 años decayó significantemente de un 46.6% a un 31.6% (31). El promedio de embarazos de niñas de entre 15 y 17 años en Monroe Country decayó de un 63.4% a 49.5% . el promedio de niñas embarazadas en Monroe County decayó más rápido en comparación de otros lugares de Nueva York, y la diferencia fue muy significante. (32)

Abstinencia por elección: el target de este programa eran niños del 7º,8,9º grado, el programa constaba de 5 días que incluían pláticas y talleres. Una evaluación en el 2001 analizó una muestra de 329 estudiantes y encontró que solo el 5.9% de las estudiantes de octavo grado habían inciado su vida sexual después del programa en comparación del 10.2 de quienes no participaron. Con respecto a los hombres, el 15.8% inició su actividad en comparación del 22.8 % de quienes no participaron. (33)

Reducción del riesgo de VIH: Este programa fue aplicado a 200 afroamericanos de Philadephia.(34) Los estudiantes se participaron voluntariamente en un programa de fin de semana. Los estudios mostraron que durante los 3 meses siguientes , los estudiantes se abstuvieron de tener relaciones sexuales. Los participantes que ya habían tenido relaciones sexuales antes del programa, mostraron que eran más cuidadosos al tener sexo que antes. (35)

Siempre inteligente: es un programa de 12 sesiones, que se dirige a estudiantes con experiencia sexual y sin ella. La participación en este programa era voluntaria. El estudio midió las actitudes y el comportamiento sexual de 200 estudiantes que participaron en el programa y los compararon con 100 que no participaron en él. (36)
El estudio encontró que dos años después del programa, los que ya habían tenido actividad sexual y habían participado en el programa, redujeron sus niveles de actividad sexual en comparación a quienes no participaron.(37).

Proyecto tomar el control: este programa fue aplicado a estudiantes de escasos recursos, duró 6 semanas. El programa contenía información básica sobre sexualidad y biología.
El programa fue evaluado en Delaware y Mississippi basado en el estudio de 91 jóvenes. (38). El estudio demostró que el 23% de los participantes que eran vírgenes en el pre-estudio iniciaron su actividad sexual , contra el 50% de los estudiantes que eran del grupo de control. (39)

Respeto al sexo y enfermedades adolescentes : una evaluación demostró que varios estudiantes que recibieron este programa, retrasaron su vida sexual. (40) para determinar los efectos del programa se compararon estudiantes que lo recibieron y quienes no, y al analizar ciertos aspectos como: consumo de alcohol, tabaco, sexo , apego religioso, influencia de amistades peligrosas y otros aspectos, hubo diferencias considerables. Analizando a estudiantes que tienen conductas permisivas (41), encontraron que los participantes del programa eran un tercio menos propensos a involucrarse sexualmente un año después comparados con los que no participaron. (42)
Incluso aunque los investigadores se ajustaron a los hábitos de bebida, de citas, religión, composición familiar y otros factores, la diferencia seguía siendo significante. Se encontró muy notable que los estudiantes que tenían conductas permisivas no solamente receptivos y responsivos a la abstinencia, si no que también la llevaban a cabo. (43)

Estudios de promesa de virginidad: usando el Estudio Nacional de Salud Adolescente , una muestra nacional representativa de adolescentes americanos (44)muchos estudios han demostrado que el retraso de relaciones sexuales, las enfermedades de transmisión sexual y otras malas conductas, está relacionadas con las promesas de virginidad.

Actividad sexual retardada: un estudio publicado en 1997 en el Journal of the American Medican Association examinó una gran muestra nacional de adolescentes del 7º al 12º grado, (45) este estudio comparó a estudiantes que hicieron la promesa de la virginidad con otros que no la hicieron pero que tienen el mismo tipo de raza, ingreso, calidad de vida, aprovechamiento escolar. Los estudios demostraron que quienes hicieron la promesa, tardaron más tiempo en caer en las relaciones sexuales. (46)
Otro estudio del movimiento de la promesa de virginidad, encontró conexiones entre la promesa y el retardo de las relaciones sexuales, los autores comentan:

“Adolescentes que hacen la promesa, son menos propensos que los que no la hacen a tener relaciones sexuales. El efecto de retraso es sustancial y robusto, la promesa retrasa las relaciones sexuales por mucho tiempo. (47)
Basados en una muestra de 5000 estudiantes, el estudio reporta que hacer la promesa está relacionado con retrasar el coito. Si eso se combina con la desaprobación de los padres de familia hacia el sexo, esto puede retrasarse incluso un 75% más.

La vida y los jóvenes adultos: para la tercera etapa de Add Health que se llevó a cabo en el 2001, se ha encontrado que un adulto jóven es de los 19 a los 25 años.
3n algunos casos la promesa de virginidad es hecha 7 años antes.
Sin embargo la promesa de virginidad que se hace en la adolescencia puede durar hasta que se es un adulto jóven.
Analizando lo más reciente del Add Health un estudio encontró que las promesas adolescentes estaban relacionadas a muchas sucesos en la vida de un adulto jóven. (48), Por ejemplo, una mujer de 22 años que hizo la promesa y viene de una familia de clase media, de buen rendimiento escolar, de una familia sólida, con autoestima, era dos tercios menos propensa a quedar embarazada antes de los 18 años en un 40% que una persona de las mismas características que no hizo la promesa. Quienes hacen la promesa (49) son 40% menos propensos a iniciar actividad sexual antes de los 18 años.

Enfermedades de transmisión sexual: analizando a la misma muestra , otro estudio demostró que la promesa de virginidad es un factor muy importante en la contracción de enfermedades sexuales.
El porcentaje de personas que hacen la promesa, son un 25 por ciento menos propensos a contraer enfermedades sexuales. (50)
El efecto protector de la promesa se ha expandido a otros comportamientos, de acuerdo con un estudio del 2005, adultos jóvenes que hicieron la promesa durante la adolescencia se involucran menos en actividades riesgosas. (51)

Estudios no reportan cambios significativos: en el 2007, el estudio de Mathematica evaluó 4 programas de abstinencia, “Mi elección, mi futuro” en Virginia, “Re.capturando la Visión” en Miami , “Familias unidas para prevenir el embarazo” en Milwakee, y
“Adolescentes en control” en Mississippi. (52). Estos estudios se enfocaron en educación primaria baja y media. La edad era de entre 10 y 13 años.
Los cuatro programas varían en duración e intensidad.
La evaluación necesaria fue muy rigurosa. Los investigadores estudiaron a los alumnos de 4 a 6 años después del programa. Incluso cuando el impacto a largo plazo es ideal, algunos estudiantes fueron analizados después de lo convenciaonal. (53)

En el estudio final, no se reportaron cambios significativos ni ningún tipo de diferencia entre los participantes y los no participantes. En uno de estos programas, el estudio encontró que el 48% de los estudiantes permanecieron en abstinencia en comparación del 43% de los que no participaron. También los que participaron se mostraron mas respetuosos en cuanto a retrasar el inicio de las relaciones sexuales. Aunque estas diferencias no fueron significativas , el estudio notó que “dadas las pequeñas muestras para estudiar el impacto, el estudio no puede dominar el impacto de estas consecuencias”. (54)

Entrenamiento de espera: un estudio en el 2005 evaluó el entrenamiento de espera que se implementó en 4 escuelas en Colorado. (55) excepto por uno de los programas, todos eran aplicados a alumnos de 9º grado. El estudio no especificó el grado de educación sexual .

Posponiendo la iniciación en las relaciones sexuales en California: a partir de 1990 California incorporó el programa “Educación ahora y los bebés después” con tal de reducir el embarazo no deseado. Sin embargo, los proponentes de la educación sobre la abstinencia han desafiado a la la credibilidad y si el programa es genuino. (56)

El programa es de 40 a 60 minutos por sesión, las personas que recibieron el programa también tuvieron que recibir educación sobre la salud.
Un estudio experimental evaluó el programa de California, (57). Basado en una recolección de información de 7,300 estudiantes , no se encontraron diferencias significativas en comportamiento sexual , embarazo y otros aspectos entre los participantes en el programa y los que no lo hicieron (58).

Poder de hacer y de no hacer: a mediados de los los 80´s, Girls incorporated desarrolló una serie de programas para prevenir el embarazo en adolescentes. El target de este programa eran niñas de 12 a 14 años. El programa le enseña a las niñas a resistir la presión social.
El estudio para evaluar este programa tenía como objetivo analizar la efectividad de el retraso de la actividad sexual comparando 250 participantes contra 155 que no participaron en el programa. (59)
Las estudiantes fueron evaluadas un año después del programa. El 12.5 por ciento de las participantes que tomaron el programa habían iniciado su vida sexual.

Promesas de virginidad y ETS: Los Doctores Bruckner y Bearman quienes encontraron que los adolescentes que hacían la promesa eran menos propensos a tener relaciones sexuales que los que no la hacen. (60) La promesa también influye en las enfermedades de transmisión sexual. Aunque se reportó que la promesa no tiene resultados significativos respecto a enfermedades de transmisión sexual, a pesar de que los que hicieron la promesa tardaron más en tener relaciones sexuales y tienen menos parejas sexuales. (61)


Conclusiones

La juventud de hoy enfrenta problemas muy graves de presión social, directa e indirecta por sus amigos y medios de comunicación. Alarmantemente el gobierno invierte millones en campañas de anticoncepción y sexo seguro, 12 veces menos que lo que se invierte para una educación de abstinencia. (62)
El 80% de los padres buscan que sus hijos reciban educación sobre sexo, pero desgraciadamente no todas las escuelas imparten la educación de abstinencia. (63)
En los salones de clase, imparten educación sexual y regalan condones, en vez de decirles a los estudiantes que no deben tener relaciones. (64)
La actividad sexual en los adolescentes es costoso no solo para ellos, si no también para la sociedad. La genuina educación de abstinencia es fundamental para evitar todos estos problemas. Se debe hacer consciencia sobre la importancia de abstenerse de relaciones sexuales antes del matrimonio.
Educación sexual genuina es crucial para el bienestar de nuestra adolescencia.
Cuando se considera infundir la educación sexual, incluyendo la educación de abstinencia, (65) quienes hacen las normas deben basarse en toda la evidencia existente.

Lista de referencias

Studies Reporting Significant Results

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Robert Rector and Kirk A. Johnson, “Adolescent Virginity Pledges and Risky Sexual Behaviors,” paper presented at the Eighth Annual National Welfare Research and Evaluation Conference of the Administration for Children and Families, U.S. Department of Health and Human Services, June 14, 2005, at www.heritage.org/Research/Welfare/upload/79314_1.pdf.

Studies Reporting No Significant Results

Christopher Trenholm, Barbara Devaney, Kenneth Fortson, Melissa Clark, Lisa Quay Bridgespan, and Justin Wheeler, “Impacts of Abstinence Education on Teen Sexual Activity, Risk of Pregnancy, and Risk of Sexually Transmitted Diseases,” Journal of Policy Analysis and Management, Vol. 27, No. 2 (Spring 2008), pp. 255–276.

Lisa A. Rue and Stan E. Weed, “Primary Prevention of Adolescent Sexual Risk Taking: A School-Based Model,” presented at the 2005 Abstinence Evaluation Conference, Baltimore, Maryland.

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Hannah Brückner and Peter Bearman, “After the Promise: The STD Consequences of Adolescent Virginity Pledges,” Journal of Adolescent Health, Vol. 36, Issue 4 (April 2005), pp. 271–278.

Five Studies Mentioned But Not Discussed in This Paper[66]

Melissa A. Clark, Christopher Trenholm, Barbara Devaney, Justin Wheeler, and Lisa Quay, “Impacts of the Heritage Keepers Life Skills Education Component,” Mathematica Policy Research, August 2007, p. 1, at www.mathematica-mpr.com/publications/PDFs/heritagekeepers08-07.pdf (February 27, 2008).

Elaine Borawski et al., “Evaluation of the Teen Pregnancy Prevention Programs Funded Through the Wellness Block Grant (1999–2000),” Case Western Reserve University School of Medicine, Center for Health Promotion Research, Department of Epidemiology and Biostatistics, March 23, 2001.

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B. Helen Thomas, Alba Mitchell, and M. Corinne Devlin, “Small Group Sex Education: The McMaster Teen Program,” in Brent C. Miller, Josefina J. Card, Roberta L. Paikoff, and James C. Peterson, eds., Preventing Adolescent Pregnancy: Model Programs and Evaluations (Newbury Park, Calif.: Sage Publications, Inc., 1992), pp. 28–52.

Marion Howard and Judith Blamey McCabe, “Helping Teenagers Postpone Sexual Involvement,” Family Planning Perspectives, Vol. 22, No. 1 (January–February 1990), pp. 21–26.


Notas
[1]Mark Regnerus, Forbidden Fruit: Sex & Religion in the Lives of American Teenagers (New York, N.Y.: Oxford University Press, 2007), p. 3. This calculation is based on data from the National Survey of Family Growth.

[2]U.S. Department of Health and Human Services, Centers for Disease Control and Prevention, National Youth Risk Behavior Survey, 2005. Those who have engaged in sexual activity during the three months preceding the survey are considered “currently active.”

[3]Section 510 of Title V of the Social Security Act contains eight standards by which all abstinence programs must abide. See U.S. Department of Health and Human Services, Administration for Children and Families, “Fact Sheet: Section 510 State Abstinence Education Program,” updated November 6, 2007, at www.acf.hhs.gov/programs/fysb/content/abstinence/factsheet.htm (March 13, 2007).

[4]Denise D. Hallfors, Martha W. Waller, Carol A. Ford, Carolyn T. Halpern, Paul H. Brodish, and Bonita Iritani, “Adolescent Depression and Suicide Risk: Association with Sex and Drug Behavior,” American Journal of Preventative Medicine, Vol. 27, No. 3 (October 2004), pp. 224–230; Denise D. Hallfors, Martha W. Waller, Daniel Bauer, Carol A. Ford, and Carolyn T. Halpern, “Which Comes First in Adolescence—Sex and Drugs or Depression?” American Journal of Preventative Medicine, Vol. 29, No. 3 (October 2005), pp. 163–170; and Robert Rector and Kirk Johnson, “Teenage Sexual Abstinence and Academic Achievement,” paper presented at the Ninth Annual Abstinence Clearinghouse Conference, August 2005, at www.heritage.org/Research/Welfare/upload/84576_1.pdf.

[5]Lauren Sue Scher, Rebecca A. Maynard, and Matthew Stagner, “Interventions Intended to Reduce Pregnancy-Related Outcomes Among Teenagers,” Campbell Collaboration, updated April 2006, at www.campbellcollaboration.org/doc-pdf/ teenpregreview__dec2006.pdf (January 17, 2008); Douglas Kirby, “Emerging Answers 2007,” National Campaign to Prevent Teen and Unplanned Pregnancy, November 2007, at www.thenationalcampaign.org/EA2007 (February 27, 2008).

[6]Melissa A. Clark, Christopher Trenholm, Barbara Devaney, Justin Wheeler, and Lisa Quay, “Impacts of the Heritage Keepers Life Skills Education Component,” Mathematica Policy Research, August 2007, p. 1, at www.mathematica-mpr.com/publications/PDFs/heritagekeepers08-07.pdf (February 27, 2008).

[7]Elaine Borawski et al., “Evaluation of the Teen Pregnancy Prevention Programs Funded Through the Wellness Block Grant (1999–2000),” Case Western Reserve University School of Medicine, Center for Health Promotion Research, Department of Epidemiology and Biostatistics, March 23, 2001.

[8]Helen P. Koo, George H. Dunteman, Cindee George, Yvonne Green, and Murray Vincent, “Reducing Adolescent Pregnancy Through a School- and Community-Based Intervention: Denmark, South Carolina, Revisited,” Family Planning Perspectives, Vol. 26, No. 5 (September–October 1994), pp. 206–211 and 217.

[9]B. Helen Thomas, Alba Mitchell, and M. Corinne Devlin, “Small Group Sex Education: The McMaster Teen Program,” in Brent C. Miller, Josefina J. Card, Roberta L. Paikoff, and James C. Peterson, eds., Preventing Adolescent Pregnancy: Model Programs and Evaluations (Newbury Park, Calif.: Sage Publications, Inc., 1992), pp. 28–52. According to the study, contraception was not taught because at the time this subject was not within Ontario Ministry of Education guidelines for seventh and eighth grade students.

[10]Marion Howard and Judith Blamey McCabe, “Helping Teenagers Postpone Sexual Involvement,” Family Planning Perspectives, Vol. 22, No. 1 (January–February 1990), pp. 21–26.

[11]A 2006 Government Accountability Office report notes that “the efforts to study and build a body of research on the effectiveness of most abstinence education programs have been under way for only a few years, in part because grants under the two programs that account for the largest portion of federal spending on abstinence—the State Program [Title V] and the Community-Based Program—were not awarded until 1998 and 2001, respectively.” U.S. Government Accountability Office, Abstinence Education: Efforts to Assess the Accuracy and Effectiveness of Federally Funded Programs, GAO–07–87, October 2006, pp. 20 and 31, at www.gao.gov/new.items/d0787.pdf (April 16, 2008).

[12]A number of studies have analyzed changes in teens’ intentional behavior, such as attitude toward abstinence, characteristics important to behavioral change, self-efficacy, and STD knowledge. The present analysis reports only studies that measured actual behavioral outcomes.

[13]See Scher et al., “Interventions Intended to Reduce Pregnancy-Related Outcomes Among Teenagers.”

[14]The reliability of self-reported data on youth sexual behavior has been raised as an issue. See Janet E. Rosenbaum, “Reborn a Virgin: Adolescents’ Retracting of Virginity Pledges and Sexual Histories,” American Journal of Public Health, Vol. 96, Issue 6 (June 2006), pp. 1098–1103.

[15]Findings are considered statistically significant if they have a statistical confidence level of 95 percent or greater. Some of the studies reporting positive results also reported non-significant results, which are included in the Appendix.

[16]Stan Weed, Irene H. Ericksen, Allen Lewis, Gale E. Grant, and Kathy H. Wibberly, “An Abstinence Program’s Impact on Cognitive Mediators and Sexual Initiation,” American Journal of Health Behavior, Vol. 31, No. 1 (2008), pp. 60–73.

[17]Students in the comparison group and ROH students matched on 10 of the 12 demographic and attitudinal characteristics measured. The comparison group had a higher proportion of African–American students. Comparison group students also felt they would have more opportunity for sex in the coming year.

[18]The odds ratio was 0.413, and the relative risk ratio was 0.457. The finding is statistically significant at the 99.2 percent confidence level.

[19]Weed et al., “An Abstinence Program’s Impact on Cognitive Mediators and Sexual Initiation,” p. 70.

[20]George Denny and Michael Young, “An Evaluation of an Abstinence-Only Sex Education Curriculum: An 18-Month Follow-Up,” Journal of School Health, Vol. 76, No. 8 (October 2006), pp. 414–422.

[21] Ibid., p. 415.

[22]These findings were statistically significant at the 95 percent confidence level and above.

[23]Stan E. Weed, Irene H. Ericksen, and Paul James Birch, “An Evaluation of the Heritage Keepers Abstinence Education Program,” Institute for Research and Evaluation (Salt Lake City), November 2005, at www.heritageservices.org/Stan%20Weed´s%20HHS%20Conference%20article.pdf (December 1, 2006). Presented at a national conference, this study was reviewed by a team of program evaluation experts selected through an external consultant by the Office of Population Affairs in the U.S. Department of Health and Human Services. The Heritage Keepers program also includes a voluntary life skills education component. The participants were youths who had already received the Heritage Keepers abstinence program. Mathematica Policy Research evaluated the skills life education component, which measured the marginal impact of this component as all participants had already received the Heritage Keepers abstinence program. Because the life skills education does not represent the core Heritage Keepers abstinence program, its evaluation is not discussed in this paper.

[24]The finding was statistically significant at the 99 percent confidence level and above. Students in the comparison group were at somewhat higher risk of early sexual activity than program participants were. However, the authors used statistical methods to control for the differences between the two groups.

[25]Elaine A. Borawski, Erika S. Trapl, Loren D. Lovegreen, Natalie Colabianchi, and Tonya Block, “Effectiveness of Abstinence-Only Intervention on Middle School Teens,” American Journal of Health Behavior, Vol. 29, No. 5 (September/ October 2005), pp. 423–434.

[26]The program group had a higher proportion of suburban students, and the follow-up interval for the program group averaged five days longer than the comparison group. Students who completed the follow-up survey were also more likely to be female, younger, white, living with two parents, suburban, and more abstinence-oriented.

[27]Borawski et al., “Effectiveness of Abstinence-Only Intervention on Middle School Teens,” pp. 429–431. Frequency of sexual activity was measured by the likelihood of engaging in six or more episodes versus the likelihood of engaging in five or less episodes during the evaluation period. The number of sexual partners was measured by the likelihood of having two or more sexual partners during the evaluation period. The findings were statistically significant at the 95 percent confidence level and above.

[28]This was the finding for the entire sample, the sub-sample of virgins, and the sub-sample of sexually active youths.

[29]Robert Lerner, “Can Abstinence Work? An Analysis of the Best Friends Program,” Adolescent & Family Health, Vol. 3, No. 4 (April 2005), pp. 185–192.

[30]All results were statistically significant at the 99.99 percent and higher confidence level. The study’s evaluator conducted further analyses on the possibility of spurious program effects. When the sample consisted only of students who remained in the program throughout the year, excluding students who joined the program in mid-year, Best Friends girls were still less likely to report smoking, using illegal drugs, drinking, or engaging in sexual activity. Furthermore, compared with girls who completed the Best Friends program, those who dropped out were not more likely to smoke, use illegal drugs, drink, and engage in sexual activity. Girls who dropped out were also more likely to be older. Even when the evaluator artificially increased the incidence of these four risk behaviors among Best Friends participants at the baseline by 100 percent, the hypothetical estimates with the 100 percent increase would still be lower than the actual incidents among YRBS respondents.

[31]Laura Kahn et al., “Youth Risk Behavior Surveillance—United States 1997,” Centers for Disease Control and Prevention Morbidity and Mortality Weekly Reports, Vol. 47, 1998, pp. 1–89.

[32]Andrew Doniger, John S. Riley, Cheryl A. Utter, and Edgar Adams, “Impact Evaluation of the ‘Not Me, Not Now’ Abstinence-Oriented, Adolescent Pregnancy Prevention Communications Program, Monroe County, N.Y.,” Journal of Health Communication, Vol. 6, No. 1 (January–March 2001), pp. 45–60. One caveat is that the study did not assess trend data on the counties prior to the intervention campaign. With only one pre-intervention data point (1992 data on sexual activity rates and 1993 data on pregnancy rates), the study cannot completely rule out the possibility that the declines would have occurred independent of the campaign. Both the shift in attitudes and the decline in sexual activity rate were statistically significant at the 95 percent confidence level. The differences between the rates of decline in adolescent pregnancy in Monroe County and the other geographic areas were statistically significant at the 95 percent to 99 percent confidence levels.

[33]Stan E. Weed, “Title V Abstinence Education Programs: Phase I Interim Evaluation Report to Arkansas Department of Health, Institute for Research and Evaluation,” October 15, 2001. The study did not adjust for the differences between program participants and non-participants. The written report does not include data on statistical significance, but data provided by Dr. Weed to the authors of this paper showed that the program’s effects in reducing the onset of sexual activity were statistically significant at the 98 percent confidence level.

[34]John B. Jemmott III, Loretta Sweet Jemmott, and Geoffrey T. Fong, “Abstinence and Safer Sex HIV Risk-Reduction Interventions for African American Adolescents: A Randomized Controlled Trial,” JAMA, Vol. 279, No. 19 (May 20, 1998), pp. 1529–1536. The study also measured condom use. For the three follow-ups, the study reported three sets of 24 comparison estimates. One of the 24 comparison estimates between the abstinence and control groups was statistically different, favoring the abstinence group. Ten of the 24 comparison estimates between the safer-sex and control groups were statistically different, favoring the safer-sex group. Three of the 24 comparison estimates between the abstinence and safer-sex groups were statistically different, favoring the safer-sex group.

[35]The findings from the comparison between the abstinence and control groups were statistically significant at the 98 percent confidence level. However, the findings from the comparison between the abstinence and safer-sex groups were statistically significant only at the 92 percent and 94 percent confidence levels.

[36]Tena L. St. Pierre, Melvin M. Mark, D. Lynne Kaltreider, and Kathryn J. Aikin, “A 27-Month Evaluation of a Sexual Activity Prevention Program in Boys & Girls Clubs Across the Nation,” Family Relations, Vol. 44, No. 1 (January 1995), pp. 69–77.

[37]This finding was statistically significant at the 99 percent and above confidence level. The sub-sample of non-virgins in the 27-month follow-up was small: about 67 youths (28 in the Stay SMART only program, 18 in the program plus the boosters, and 21 in the control group).

[38]Stephen R. Jorgensen, Vicki Potts, and Brian Camp, “Project Taking Charge: Six-Month Follow-Up of a Pregnancy Prevention Program for Early Adolescents,” Family Relations, Vol. 42, No. 4 (October 1993), pp. 401–406.

[39]The finding was statistically significant at the 95 percent confidence level. Seven (23 percent) of the 30 youths in the intervention group initiated sexual activity during the six-month follow-up period, compared with 10 (50 percent) of the 20 youths in the control group.

[40]Stan E. Weed et al., “Predicting and Changing Teen Sexual Activity Rates: A Comparison of Three Title XX Programs,” report to the U.S. Department of Health and Human Services, Office of Adolescent Pregnancy Programs, December 1992.

[41]Permissive attitudes in the study were measured by responses to the following statements: “Having sexual intercourse should be treated as just a normal and expected part of teenage dating relationships”; “Having sex with a boyfriend or girlfriend is a good way to show how much you care for them”; “Teens who have been dating for a long time should be willing to go along and have sexual intercourse if their partner wants to”; “It is all right for teenagers to have sex before marriage if they are in love”; and “I think it is OK for unmarried teenagers to have sexual intercourse if they use birth control.” Weed et al., “Predicting and Changing Teen Sexual Activity Rates,” pp. 25–26.

[42]The sub-sample here included Sex Respect, Teen-Aid, and Value & Choices participants. The effects on the cohort of high school students with more permissive attitudes were significant at the 99 percent confidence level.

[43]Weed et al., “Predicting and Changing Teen Sexual Activity Rates,” p. 64.

[44]Add Health is a major longitudinal survey of adolescent and young adult behavior and is funded by 17 federal agencies. It is based on a nationally representative survey of approximately 14,000 youth. The survey began in 1994, and the same respondents were interviewed again in 1995 and 2001.

[45]Michael Resnick et al., “Protecting Adolescents from Harm: Findings from the National Longitudinal Study on Adolescent Health,” JAMA, Vol. 278, No. 10 (September 10, 1997). The association between virginity pledging and reduced sexual activity was statistically significant at the 99.9 percent confidence level.

[46] Ibid., p. 830.

[47]Peter S. Bearman and Hanna Brückner, “Promising the Future: Virginity Pledges and First Intercourse,” American Journal of Sociology, Vol. 106, No. 4 (January 2001), pp. 861 and 862. The virginity pledge effects were statistically significant at the 95 percent confidence level.

[48]Robert E. Rector, Kirk A. Johnson, and Jennifer A. Marshall, “Teens Who Make Virginity Pledges Have Substantially Improved Life Outcomes,” Heritage Foundation Center for Data Analysis Report No. CDA04–07, September 21, 2004, at www.heritage.org/Research/Abstinence/cda04-07.cfm.

[49]The question “Have you ever signed a pledge to abstain from sex until marriage?” appears in all three waves of Add Health. Strong pledgers are a subgroup of pledgers who provided consistent answers to the question in all three waves of the survey. If they reported having taken a pledge, their answer in the subsequent wave(s) remained the same.

[50]Robert Rector and Kirk A. Johnson, “Adolescent Virginity Pledges, Condom Use, and Sexually Transmitted Diseases Among Young Adults,” paper presented at the Eighth Annual National Welfare Research and Evaluation Conference of the Administration for Children and Families, U.S. Department of Health and Human Services, June 14, 2005, at www.heritage.org/Research/Welfare/upload/79366_1.pdf.

[51]Robert Rector and Kirk A. Johnson, “Adolescent Virginity Pledges and Risky Sexual Behaviors,” paper presented at the Eighth Annual National Welfare Research and Evaluation Conference of the Administration for Children and Families, U.S. Department of Health and Human Services, June 14, 2005, at www.heritage.org/Research/Welfare/upload/79314_1.pdf.

[52]Christopher Trenholm, Barbara Devaney, Ken Fortson, Lisa Quay, Justin Wheeler, and Melissa Clark, Impacts of Four Title V, Section 510 Abstinence Education Programs: Final Report, Mathematic Policy Research, April 2007, at www.mathematica-mpr.com/publications/pdfs/impactabstinence.pdf (November 13, 2007).

[53]To assess short-term program impact, evaluation follow-ups usually take place immediately to a year after the program. For longer-term impact, studies have employed follow-up intervals ranging from 12 to 48 months after program completion.

[54]Trenholm et al., Impacts of Four Title V, Section 510 Abstinence Education Programs: Final Report, p. xxii.

[55]Lisa A. Rue and Stan E. Weed, “Primary Prevention of Adolescent Sexual Risk Taking: A School-Based Model,” presented at the 2005 Abstinence Evaluation Conference, Baltimore, Maryland. The study did not adjust for the differences between participants and non-participants.

[56]Helen H. Cagampang, Richard P. Barth, Meg Korpi, and Douglas Kirby, “Education Now and Babies Later (ENABL): Life History of a Campaign to Postpone Sexual Involvement,” Family Planning Perspectives, Vol. 29, No. 3 (May–June 1997), p. 111, and Brad Hayward, “Some Foes of Abortion Call Budget Plan a Gain—Wilson Denies Tilt on Family Planning,” Sacramento Bee, January 21, 1996.

[57]Douglas Kirby, Meg Korpi, Richard P. Barth, and Helen H. Cagampang, “The Impact of the Postponing Sexual Involvement Curriculum Among Youths in California,” Family Planning Perspectives, Vol. 29, No. 3 (May–June 1997), pp. 100–108.

[58]Given the number of non-significant findings in the study, it was surprising that the one significant finding was on the reported pregnancy rate among the sample of PSI programs delivered by youth instructors. In that sample, PSI participants were more likely to report ever being pregnant or causing a pregnancy. Further analysis revealed that six seventh grade boys in one school that received the program reported having caused a pregnancy, and their reports appeared to have driven this result.

[59]Leticia Postrado and Heather Johnston Nicholson, “Effectiveness in Delaying the Initiation of Sexual Intercourse of Girls Age 12–14: Two Components of the Girls Incorporated Preventing Adolescent Pregnancy Program,” Youth and Society, Vol. 23, No. 3 (March 1992), pp. 356–379.

[60]Bearman and Brückner, “Promising the Future,” p. 859 (emphasis in original).

[61]Hannah Brückner and Peter Bearman, “After the Promise: The STD Consequences of Adolescent Virginity Pledges,” Journal of Adolescent Health, Vol. 36, Issue 4 (April 2005). Although this 2005 study reported other significant positive findings associated with virginity pledging, it is counted as one of the studies that showed no significant effects because of its main finding on STD rates. Much attention has also been focused on another finding in the study that virgin pledgers were more likely than virgin non-pledgers to engage in certain risky sexual behaviors. When interpreting the results of these risky behaviors, the small size of these selective sub-samples should be considered. For more discussion of this finding, see Rector and Johnson, “Adolescent Virginity Pledges and Risky Sexual Behaviors,” and Jeremy E. Uecker, Nicole Angotti, and Mark D. Regnerus, “Going Most of the Way: ‘Technical Virginity’ Among American Adolescents,” Social Science Research, in press, available online November 5, 2007.

[62]Melissa G. Pardue, Robert E. Rector, and Shannan Martin, “Government Spends $12 on Safe Sex and Contraceptives for Every $1 Spend on Abstinence,” Heritage Foundation Backgrounder No. 1718, January 14, 2004, at www.heritage.org/Research/Abstinence/bg1718.cfm.

[63]Robert E. Rector, Melissa G. Pardue, and Shannan Martin, “What Do Parents Want Taught in Sex Education Programs?” Heritage Foundation Backgrounder No. 1722, January 28, 2004, at www.heritage.org/Research/Abstinence/bg1722.cfm.

[64]A review of nine popular comprehensive sex-ed curricula found that an average of only 4.7 percent of the page content references abstinence. Shannan Martin, Robert Rector, and Melissa G. Pardue, Comprehensive Sex Education vs. Authentic Abstinence: A Study of Competing Curricula (Washington, D.C.: The Heritage Foundation, 2004), p. 11, at www.heritage.org/Research/Welfare/upload/67539_1.pdf.

[65]42 U.S. Code § 710(b)(2).

[66] Supra, p. 4.

Traducción: Diana Zanatta

 

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