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Celotipia, una obsesión mortal
La celotipia o celos enfermizos es un trastorno en el pensamiento que hace de lo fantasioso algo “real”


Por: Carlos Agustín Cázares Mtz | Fuente: ForumLibertas



Es sumamente necesario que exista el dialogo y la comunicación para que puede reinar la confianza; si alguno de los conyugues descubre que es celoso, es necesario que lo platique con su pareja para que ambos puedan encontrar la solución

En la vida de pareja, dígase noviazgo y matrimonio, son evidentes una serie de situaciones que influyen para que exista una buena relación entre el hombre y la mujer pues aunque, en el matrimonio, ya no son dos sino uno solo no dejan de existir problemas y dificultades que le son propias. Sin embargo, en la actualidad se ha hecho más notoria una enfermedad llamada celotipia que es considerada como una obsesión mortal ya que sus características radican, en la terminología clínica, como una patología que necesita tratamiento médico. Pero, ¿en qué consiste esta enfermedad? Los especialistas señalan que se trata de una necesidad fantasiosa de introducir un tercero en la relación de pareja, es decir, una de las partes no controla sus celos, siempre imagina y piensa que existe “otro” que se interpone en su relación y genera sentimientos negativos que le hacen actuar con agresividad.

La celotipia o celos enfermizos es un trastorno en el pensamiento que hace de lo fantasioso algo “real”; el celoso imagina que su pareja lo “engaña” cuando recibe una llamada telefónica, llega tarde del trabajo, recibe alguna visita inesperada, o bien, basta con una mirada para que éste explote en ira y genere una “paranoia”.

Para reconocer que se puede tener esta enfermedad algunos especialistas señalan que existen algunos factores tales como: la incorporación de un tercero imaginario en la relación de pareja, el sujeto no sabe cómo controlar sus celos porque no es consciente de ello, vigila permanentemente el actuar de su pareja, interpreta hechos cotidianos de una manera errónea, siempre asociados con el “engaño” e infidelidad, no controla sus impulsos y sobre genera discusiones diarias que traen consigo incomprensión y malestar.

Ahora bien, es cierto que en la relación de pareja los celos son, hasta cierto punto normales ya que de alguna manera afirman seguridades en la vida conyugal, no obstante cuando se empieza a generar una obsesión y se adquieren los factores que hemos señalado, es entonces cuando hay que tener cuidado y acudir, en una primera instancia, a alguien especializado para recibir ayuda y no terminar su noviazgo o matrimonio en la ruptura y frustración.

Asimismo es sumamente necesario que exista el dialogo y la comunicación para que puede reinar la confianza; si alguno de los conyugues descubre que es celoso, es necesario, en primer lugar, que lo platique con su pareja para que ambos puedan encontrar la solución. Por otro lado deben ser conscientes que la situación social que vivimos no es nada alentadora ya que por muchos medios se ataca la dignidad del matrimonio y la familia, se han generado leyes que denigran el papel fundamental que el matrimonio tiene dentro de la sociedad y por otro lado ataques de ideologías que mancillan el respeto, la fidelidad y sobre todo el amor. Es por tanto preciso que el hombre y la mujer, complemento entre sí, den muestras de valentía para defender lo que es digno de ser suyo: el amor.

En este contexto san Alberto Hurtado dirá que: «El matrimonio cristiano no es la simple unión de dos personas que se aman, sino algo mucho más profundo y más sublime: es la donación total del marido a la mujer y de la mujer al marido para realizar, amándose, los designios de Dios, para ayudarse en las contrariedades de la vida y para colaborar en el plan del Creador, perpetuando la vida en el mundo, la vida natural y, con ayuda de la Iglesia, la vida sobrenatural. Prolongando así el cántico de amor de nuevos seres que alaben y amen a Dios en el tiempo y en la eternidad.» Esta misión se visualiza más claramente y se asume con decisión cuando los esposos se aman entre sí como Cristo lo enseña al amar a su iglesia. (cf. Ef 5, 21-33)

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