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Intervención de S. E. Mons. Lalanne en el Congreso de prensa Católica

Intervención de S. E. Mons. Lalanne en el Congreso de prensa Católica
Una conferencia es siempre un “servicio” para una “conversación”: - Servicio al diálogo y al anuncio del Evangelio. – Conversación para contribuir a impulsar sus reflexiones y sus debates, con algunos puntos que considero esenciales.


Por: Stanislas Lalanne | Fuente: pccs.va



INTERVENCIÓN S.E. MONS. LALANNE EN EL CONGRESO DE PRENSA CATÓLICA
Organizado por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales

Roma, Martes 5 de octubre 2010
Estimados amigos:

Una conferencia es siempre un “servicio” para una “conversación”: - Servicio al diálogo y al anuncio del Evangelio. – Conversación para contribuir a impulsar sus reflexiones y sus debates, con algunos puntos que considero esenciales.

Nuestra Iglesia debe hacerse “conversación” entre nosotros y con el mundo. “Servicio” para una “conversación”: ¡ya estamos en el corazón de la prensa católica!

Expreso en siete puntos lo que espero de la prensa católica.

1. Espero que sea un fuerte signo de esperanza.
Legitimada para llevar el mensaje del Evangelio, la prensa católica debe hablar de manera audible a todos los que no han vuelto a frecuentar el mundo católico desde su infancia. Debe estar presente sobre los asuntos del sentido, más aún en las sociedades secularizadas.

Le pido a la prensa católica que mantenga dos fidelidades:
- Al mensaje de los Apóstoles
- A los hombres y mujeres de su tiempo, lo cual significa “en su cultura”. Debe hablar el lenguaje del otro.
Debe animar la esperanza cristiana. Debe mostrar día a día, en la corriente “ordinaria” de la actualidad, las pequeñas semillas de vida, de energía, de dinamismo, que esa corriente contiene. Eso hace que la prensa católica ponga de relieve lo que otros medios muestran poco: la solidaridad, la ética y la moral, los valores educativos, la atención a las soledades de nuestro tiempo.

2. Espero que sea plenamente libre.

Somos concientes, aquí en Europa, de la gran ventaja que significa beneficiarnos de varios tipos de prensa católica. Pero sea cual sea su tipología, debe ser libre. Desarrolla la libertad interior de los periodistas y también la de los lectores.
Con ella, el lector gana dos veces:
- En capacidad de juicio, en exigencia, en libertad respecto a las corrientes dominantes de pensamiento,
- Y también en libertad interior por su vida espiritual cimentada en el Evangelio.

Aquí topamos con un desafío particular: ¿cómo llegar a los jóvenes? ¿Y a los de 25 a 40 años? Ante la multiplicidad de mensajes y medios, pero la falta de jerarquización de la información, espero una prensa que ayude a cada uno a decir “yo”.
La prensa católica podrá alcanzar a los lectores de mañana justo a través de la particularidad y las diferencias que la caracterizan, en razón de la riqueza que significan sus puntos de vista y sus enfoques. No dudemos en mostrar el corazón de nuestro mensaje, de lo que somos.

3. Espero que muestre su diferencia.

En Francia el diario “La Croix” es un hermoso ejemplo de prensa católica que sabe, a la vez, dar cuenta de la actualidad de la Iglesia y del mundo, y se atreve a publicar voces diversas para contribuir a llevar su punto de vista sobre las cuestiones del sentido.
Esta prensa católica es leída, escuchada, esperada. Y ello le supone una gran responsabilidad. La Croix ha llegado a ser un periódico de referencia para muchos cristianos, pero también para no cristianos; constituye una referencia esencial, día tras día, para “desencriptar” la actualidad. Me parece que es un buen modo para que los valores del Evangelio sean escuchados en el amplio concierto de voces múltiples e indiferenciadas en nuestros países europeos.

Celebro esa forma de valentía de la prensa católica que tiene la audacia de hacernos comprender el día a día, tanto por sus “grandes” plumas, como por la modestia de las cartas de los lectores.

El P. Emile Gabel, uno de los fundadores del grupo Bayard-Presse, decía a los periodistas: “Por encima de nuestras divergencias, tengamos sentido de Iglesia”. Así la prensa católica dará testimonio de su plena libertad personal y de su fidelidad a una Iglesia que la supera.

Lo afirmo rotundamente: no puede uno ser director de un periódico, redactor en jefe o periodista en un medio católico sin amar profundamente a la Iglesia. Es fundamental. Y eso no significa servilismo.

4. Espero una prensa católica que nos haga pensar


He aquí el desafío común a todos estos puntos: el de situarse en la encrucijada de una doble interpretación: la del Evangelio y la tradición, y la de la vida de los hombres y mujeres de hoy. No me avergüenzo nunca de la prensa católica que realiza este papel.
Es la suya una tarea de mediación, una misión de descifrar la actualidad religiosa, lo que le confiere un papel de casi “formadora permanente” a la actualidad, ofrece en cierto modo una catequesis de la actualidad.

Sí, amo esta prensa que nos hace pensar, leyendo y releyendo.
Aquí percibimos la clave de la duración: el tiempo del acontecimiento, el tiempo social, impone su huella en la duración. Leer y pensar requieren tiempo, y la expresión de un pensamiento también necesita horas de reflexión.

Que la prensa católica no dude en tomarse ese tiempo y en ofrecerlo a su lector. Es una de sus características diferenciales respecto a otros medios.

He aquí pues lo que espero de la prensa: que ayude a las personas a formarse un juicio, que les devuelva el sentido de la duración (tiempo) en nombre mismo del Evangelio. Así contribuirá también a la educación a la fidelidad, en una sociedad occidental del instante, de lo “inmediato”. Es también una señal fuerte en la actualidad que se construye, y un signo para la historia, escrita en la duración de la vida humana de hoy.

Pido a la prensa que tome distancia, perspectiva, que no dude en proponer a sus lectores esa distancia y esa perspectiva, incluso cuando éstas son menos “vendibles”, menos rentables en el campo económico.

5. Espero que la prensa católica abra y construya el debate


La prensa católica debe, en su diversidad, permitir el intercambio y el debate. Este papel es esencial en el seno de la Iglesia, donde esta dimensión no siempre tiene espacio.

Me alegra poder citar un ejemplo reciente sucedido en Francia. El semanario “La Vie” organizó del 23 al 25 de septiembre pasado en Lille, los “Estados generales del cristianismo”. Participaron 2500 personas, reunidas por una revista católica durante tres días, ¡y no es poco! Cito cuatro de los temas:
- ¿Generalista o confesional?
- ¿Hay que defender a la Iglesia a toda costa?
- ¿Tienen los cristianos algún problema con el sexo?
- ¿Nuestra época tiene necesidad de Dios?

Es ésta la prensa católica que espero, a todos los niveles: nacional, regional, local y parroquial. Cada una en su espacio.
La prensa católica debe estar atenta a la opinión pública, ver cómo se desarrolla y ver sus síntomas, pero sin limitarse a ser su espejo.

Para la Iglesia y sus responsables, para las comunidades, el anuncio del Evangelio es esencial. Pero para tener una mirada cristiana sobre el mundo, e inculturar la Buena Nueva, es necesario tener “conocimiento de causa”, conociendo bien los públicos y lo que piensan los ciudadanos.

Espero también de ella la función de identificación para una comunidad de creyentes, fielmente católica. De otro modo no podría llevar ese bello nombre.

6. Espero de la prensa católica que sea 100% católica


¿Qué significa para un periódico ser católico? El sentido profundo de esa palabra para un periódico lo veo expresado en dos formas:
- Católico en el sentido de fiel a la fe católica recibida de los Apóstoles,
- Católico en el sentido de universal: dirigiéndose a todos y abriéndose al mundo, más allá del círculo de los católicos.

Ciertamente, de este modo la prensa escrita contribuye a reforzar la identidad cristiana, y a que se escuchen entre sí los cristianos de sensibilidades diferentes. Ello es positivo incluso aunque haya lectores que no están de acuerdo con lo que leen en el periódico. ¿Por qué? Porque si están de acuerdo se confirman en lo que creen y se refuerzan en su pertenencia a la comunidad. Y si están en desacuerdo, que haya debate en el seno de la comunidad cristiana es un signo de vida, de una comunidad viva y sana.

7. Espero que la prensa católica aproveche las oportunidades de Internet


Sí, Internet plantea problemas a la prensa escrita. Pero la pregunta es: ¿marcará el final de la prensa escrita? ¿Desanimará a los lectores que aún son fieles a la prensa católica, y los hará emigrar a blogs y redes sociales?

Pues bien, espero que la prensa católica asuma esta capacidad de desplazamiento extraordinario para la difusión del pensamiento y la cultura cristiana. El papel de la prensa es esencial para la cultura: los habitantes de países occidentales se han transformado, en algunos decenios, en “analfabetos” religiosos. Con esta prensa pueden encontrar un terreno cultural cristiano que no encuentran ni en sus familias ni en la escuela, ni en sus cuerpos sociales de origen.

Creo que todas estas funciones son válidas también para Internet como evolución del texto escrito. El éxito de la prensa escrita consiste en que su lector identifique perfectamente la fuente de información; que reconozca como creíbles las páginas que lee. Sin embargo, la accesibilidad plantea muchos problemas en Internet. ¡Aún así, hay que atreverse a explorar los nuevos medios!

A guisa de conclusión

Con toda sencillez afirmo mi profunda cercanía de obispo a la prensa católica. Es un elemento ineludible de la vida y la misión de la Iglesia. Su lugar es esencial a la vez en la sociedad, en el paisaje mediático y en la vida de la Iglesia. Incluso si de vez en cuando actúa como “piedrita en el zapato”.

Si sus periodistas son competentes, si hacen bien su trabajo, si aman a la Iglesia, entonces la prensa católica seguirá contribuyendo a la construcción del mundo futuro con los colores del Evangelio.

+Stanislas Lalanne
Obispo de Coutances y Avranches

(Traducción: L. Soberón)







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