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Relación viva con Dios y con su Palabra

Relación viva con Dios y con su Palabra
Pidamos al Señor no olvidar nunca la Palabra de Dios, que está viva, que entre en nuestro corazón.


Por: SS Francisco | Fuente: Catholic.net




En su homilía diaria en Santa Marta el jueves 16 de enero, el Papa Francisco ha dicho que los escándalos en la Iglesia suceden porque no hay una relación viva con Dios y con su Palabra. Así, los sacerdotes corruptos, en vez de dar el pan de la vida, dan un alimento envenenado al santo pueblo de Dios.

1 Sam 4, 1-11
Sal 43

Francisco, comentado la lectura del día y el salmo responsorial, que cuentan una dura derrota de los israelitas por los filisteos, ha observado que el pueblo de Dios en aquella época había abandonado al Señor.

Se decía que la Palabra de Dios era "rara" en aquella época. El viejo sacerdote Elí era un "tibio" y sus hijos "corruptos, asustaban al pueblo y los golpeaban". Los israelitas, para combatir contra los filisteos utilizaron el Arca de la Alianza, pero como algo "mágico", "algo externo". Y fueron derrotados: los enemigos cogieron el Arca. No hay fe verdadera en Dios, en su presencia real en la vida.

De este modo este pasaje de la Escritura nos hace pensar como es nuestra relación con Dios, con la Palabra de Dios: ¿es una relación formal? ¿Es una relación lejana? La Palabra de Dios ¿entra en nuestro corazón, tiene este poder o no? Es una relación formal, todo bien ¡Pero el corazón está cerrado a esta Palabra! ¡Y nos lleva a pensar en tantas derrotas de la Iglesia, a tantas derrotas del pueblo de Dios sencillamente porque no escucha al Señor, no busca al Señor, no se deja buscar por el Señor! Y después de la tragedia, la oración, esta: "Pero, Señor, ¿qué ha pasado? Has hecho de nosotros el desprecio de nuestros vecinos. El desprecio y la burla de quines nos rodean. Nos has hecho un nombre entre las naciones. Sobre nosotros los pueblos mueven la cabeza".

Ante los escándalos de la Iglesia, ¿nos avergonzamos? Tantos escándalos que yo no quiero mencionar singularmente, pero que todos sabemos... ¡Sabemos donde están! Escándalos, algunos los han tenido que pagar caro: ¡está bien! Se debe hacer así... ¡La vergüenza de la Iglesia! ¿Pero nos hemos avergonzado de estos escándalos, de estas derrotas de sacerdotes, obispos, laicos? La Palabra de Dios en esos escándalos era rara; ¡en esos hombres y en esas mujeres la Palabra de Dios era rara! ¡No tenían una relación con Dios! Tenían un posición en la Iglesia, una posición de poder, también de comodidad. Pero la Palabra de Dios, ¡no! "Pero, yo llevo una medalla"; "Yo llevo la Cruz"... Sí, ¡como éstos llevaban el Arca!" ¡Sin una relación viva con Dios y con la Palabra de Dios!

Me viene a la mente esa Palabra de Jesús para aquellos para los cuales vienen los escándalos... Y aquí el escándalo ha llegado: toda una decadencia del pueblo de Dios, hasta la debilidad, a la corrupción de los sacerdotes.

¡Pobre gente! ¡Pobre gente! ¡No damos de comer el pan de vida; no damos de comer - en esos casos - la verdad! Y hasta damos de comer alimento envenenado, ¡muchas veces! "¡Despiértate, porque duermes Señor!" ¡Que esta sea nuestra oración! ¡Despertad! ¡No nos rechaces por siempre! ¿Por qué escondes tu rostro? ¿Por qué olvidas nuestra miseria y opresión?

Pidamos al Señor no olvidar nunca la Palabra de Dios, que está viva, que entre en nuestro corazón y no olvidar nunca el santo pueblo fiel de Dios, ¡que nos pide alimento fuerte!











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