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San José Calasanz (1557-1648)

San José Calasanz (1557-1648)
Fundador de las Escuelas Pías y Patrono de las Escuelas Populares Cristianas del mundo.


Por: Josep Domènech i Mira |



JOSÉ CALASANZ
(1557-1648)


Un gigante de la pedagogía

Hace cuatro siglos, un gran pedagogo español, José Calasanz, inició con la fundación de las Escuelas Pías la larga y difícil marcha hacia la universalización de la enseñanza gratuita. Su pensamiento y su obra fueron profundamente innovadores no sólo en ese aspecto, sino en otros muchos campos educativos. [----]

Datos biográficos

José Calasanz nació el año 1557 en Peralta de la Sal, una población española de habla catalana situada en la región de Aragón, en las proximidades de Cataluña. Fue el séptimo y último hijo de una familia de infanzones, es decir, de miembros de la baja nobleza aragonesa (2). Su padre tenía una herrería y llegó a ser alcalde de Peralta. Hasta los once años, estudió la primera enseñanza en su pueblo y luego se trasladó a Estadilla, donde prosiguió estudios de humanidades. En 1571 se traslada a la próxima ciudad de Lleida, donde se encontraba la universidad más prestigiosa de la antigua corona de Aragón. A ella acudían alumnos procedentes de Cataluña, Aragón y Valencia, las tres grandes comunidades que se integraban en la corona aragonesa. Esos alumnos, siguiendo las costumbres medievales, se agrupaban por “naciones”. Calasanz fue elegido prior de los aragoneses. Era una primera manifestación del prestigio y de la ascendencia moral que dimanaba de su personalidad.

En Lleida, José Calasanz estudió filosofía y derecho. Después, siguió cursos de teología en las universidades de Valencia, Alcalá de Henares y nuevamente en Lleida, donde obtuvo el título de doctor. En 1583 fue ordenado sacerdote, iniciando así una carrera eclesiástica que le llevó a ejercer diversos cargos en tierras catalanas. Durante esa etapa de su vida, pasó algunos años en La Seu d’Urgell, población muy próxima a la frontera francesa, que entonces resultaba muy insegura y peligrosa. En efecto, Cataluña padecía en aquellos tiempos graves problemas de bandolerismo que se veían agravados en las zonas fronterizas por la constante penetración de bandas de gascones y de hugonotes que surgían de los desórdenes que imperaban en el país vecino, produciendo en territorio catalán toda clase de atropellos y extorsiones.

A José Calasanz le tocó vivir la inseguridad y los peligros de aquellos tiempos acrecentados en La Seu d’Urgell por la falta de obispo, ya que la diócesis permaneció vacante durante algún tiempo. La falta de una autoridad fuerte, como la que ejercían entonces los obispos, alentaba toda clase de desmanes. El cargo de secretario del Capítulo catedralicio otorgaba a Calasanz grandes responsabilidades de gobierno que quedaron reflejadas en diez cartas escritas al Virrey de Cataluña, en las que le pedía ayuda urgente para resolver la angustiosa situación que se vivía en aquella comarca, donde los bandoleros robaban, extorsionaban y asesinaban sin límites. (3)

Su vinculación con las tierras de Lleida se reforzó con el ejercicio de otros cargos, como el de visitador de Tremp, población en la que había un convento de dominicos que enseñaban la lectura y la escritura. Calasanz era entonces un hombre joven de gran estatura y de gran fortaleza física. Esas condiciones naturales iban emparejadas con la gran fuerza moral, intelectual y espiritual de que daría prueba durante toda su vida. En la tenacidad con que Calasanz realizó su gran obra pedagógica hay efectivamente algo de hercúleo, gigantesco, que sólo un hombre de sus extraordinarias condiciones podía soportar.

La preocupación por los pobres y los desfavorecidos ya se manifestó en sus años de juventud en España, cuando creó una fundación en Claverol que todos los años distribuía alimentos a los pobres de aquella localidad. Esa fundación benéfica funcionó hasta 1883, es decir, casi dos siglos y medio. La gran preocupación social que Calasanz demostraría después en su obra pedagógica tiene ese antecedente revelador en plena juventud.

En l592, cuando el futuro pedagogo tenía 35 años de edad, se traslada a Roma con el afán de hacer carrera eclesiástica. Allí residiría la mayor parte de los 56 años que aún le quedaban de vida. Durante esa larga estancia, sin perder sus raíces hispánicas, se convertirá en un auténtico romano, plenamente identificado con la ciudad y con el país. 3

En l597, conmovido por la pobreza y la degradación moral en la que vivían numerosos niños romanos, funda en la iglesia de Santa Dorotea del Trastévere la primera escuela católica pública, popular y gratuita de la edad moderna en Europa, la primera Escuela Pía. En l600 introduce la Escuela Pía en el interior de Roma, y poco después tiene que hacer ampliaciones para poder acoger a los numerosos alumnos que llegaban de todas partes.

En l610 escribe el Documentum Princeps, en el que expone los fundamentos de su obra pedagógica. Este documento va acompañado de un reglamento para maestros y de otro para alumnos. En l612 traslada la escuela a San Pantaleón, que se convertirá en la casa matriz de las Escuelas Pías.
En 1616 se crea en Frascati la primera Escuela Pía fuera de Roma. Un año después, el Papa Pablo V crea la Congregación de las Escuelas Pías, el primer instituto religioso dedicado básicamente a la enseñanza. En años sucesivos se crean escuelas en diversos lugares de Italia:

Génova en 1625, Nápoles en 1626, etc. Calasanz escribe las constituciones del colegio Nazareno de Roma y mantiene contactos con Galileo. En 1631 funda el colegio de Mikulov en Moravia y poco tiempo después, en ese mismo país, los colegios de Stráznice y Leipnik. Las fundaciones se extienden por otras muchas ciudades de Italia. En 1638, recordando su vinculación juvenil con las tierras de Lleida, Calasanz intenta una fundación en Guissona, la primera que se hacía en España, pero ésta no llegará a consolidarse debido a la guerra que estallaría dos años después4. En 1642 se crean el Real Colegio de Varsovia y el Colegio Podoliniec en Polonia, país en el que se producirá una gran implantación. Ese mismo año, debido a la crisis interna que vive la obra y a las intrigas y tensiones externas, Calasanz es apresado brevemente e interrogado por la Inquisición. El año siguiente, el anciano pedagogo se ve inmerso en una lucha de intereses políticos y de intrigas de personajes ambiciosos que termina con la destitución del cargo de General de la Orden que él había fundado, cayendo en desgracia y siendo sustituido por uno de sus detractores. Durante los años siguientes continúa la desgracia de Calasanz y la Congregación pierde categoría, hasta el punto de que su obra de tantos años se ve en peligro de hundimiento. En 1648, todavía en desgracia, muere Calasanz casi a los 91 años de edad, siendo enterrado en San Pantaleón.

Ocho años después de su muerte, el papa Alejandro VII rehabilita las Escuelas Pías. En 1748, la Iglesia católica beatifica a José Calasanz, que sería canonizado 19 años más tarde. Finalmente, el 13 de agosto de 1948, el papa Pío XII lo proclama patrono de las Escuelas Populares Cristianas del mundo. Actualmente, las Escuelas Pías están extendidas por numerosos países de Europa, África, América y Asia.

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La obra pedagógica

En la obra pedagógica de José Calasanz hay que destacar varios aspectos importantes. En primer lugar, y así lo reconocen los autores que han estudiado su obra, como Ludovico Von Pastor (9), Geörgy Santha (10) y Severino Giner (11), Calasanz fue el creador de la primera escuela católica, popular, pública y gratuita de la Edad Moderna en Europa. Un tipo de escuela que, desde su fundación hace cuatro siglos, ha mantenido esas características hasta nuestros días. Fue una innovación altamente revolucionaria que rompía de forma radical con los privilegios de clase que mantenían en la marginación y la pobreza a grandes masas de población. En la historia de la educación, José Calasanz es el gran pedagogo de los pobres, el pedagogo de la gratuidad y la generalización de la enseñanza a todas las clases sociales sin discriminación. Su firmeza en estos principios fue total a lo largo de su vida.
Existen múltiples muestras de la vigilancia sin fisuras que ejerció sobre sus escuelas en relación con ese tema: “Respecto a hacer pagar a los alumnos la acomodación de las escuelas, los bancos u otras cosas, no lo hagan en modo alguno” 12. “Advierta que los maestros no pidan nada a los alumnos” (13). “Tengo que avisarle de una falta y descuido grande que se da en esas escuelas, se trata de vender y comprar” (14).

En segundo lugar, por su estricta aplicación de los principios cristianos, fue también el pedagogo de la no discriminación social, racial, o religiosa. No sólo fue la valiente y generosa actitud que, como veremos más adelante, mantuvo con perseguidos por la Inquisición como Galileo y Campanella, fue también el hecho altamente significativo en aquella época de que matriculó en sus escuelas a alumnos judíos, a los que trataba con idéntico respeto (15). De igual modo, en sus escuelas de Germania también escolarizó a alumnos de religión protestante (16). Su prestigio y su universalismo fueron tan grandes que incluso del imperio turco le llegaron peticiones para la fundación de Escuelas Pías que no pudo atender, pese a sus deseos, por carecer de los maestros necesarios. Los únicos méritos que Calasanz reconocía en sus escuelas eran los derivados del estudio y la virtud.

En tercer lugar, Calasanz fue el creador, organizador y sistematizador de la graduación escolar por niveles y ciclos en la enseñanza primaria, así como de un nivel de formación profesional y de un sistema de enseñanza secundaria popular. Sus escuelas llegaron a tener hasta 1 500 alumnos en el mismo centro escolar y, por supuesto, eran muy distintas de las escuelas de maestro único que existían en los barrios de Roma y en otros lugares. El tamaño de esos centros obligó a desarrollar una organización escolar muy compleja y minuciosa, donde la graduación por niveles y por ciclos desempeñó un papel muy importante. A este respecto, C. Bau dice lo siguiente: Las Escuelas Pías, particularmente San Pantaleón de Roma, fueron simultáneamente Colegio de Primera Enseñanza, Escuela Primaria Superior de cuentas y caligrafía que capacitaba para oficinas y despachos a los muchachos que no habían de seguir carrera, e Institutos de Segunda Enseñanza, en su rama de Latín y Humanidades (17).

Organización escolar

Aunque a veces había una clase de párvulos, en general la escolarización se iniciaba a partir de los seis años de edad, pasando sucesivamente por nueve clases graduadas en orden decreciente. En la novena clase, los niños iniciaban la lectura con métodos silábicos y grandes cartelones que permitían una enseñanza colectiva. En la octava clase se enseñaba a leer de corrido. Los alumnos hacían lecturas individuales con el maestro y se corregían entre ellos. Las clases duraban dos horas y media por la mañana y otro tanto por la tarde. Cada cuatro meses se hacía un examen general en todas las escuelas. Si la evaluación era positiva, el alumno era admitido en la clase superior.

Aunque Calasanz preconizaba un máximo de cincuenta alumnos por clase, en ocasiones llegaban a ser hasta sesenta. Para crear una cierta emulación, se organizaban dos grupos de alumnos que pugnaban para obtener mejores resultados. En una época en la que no existía interés por la educación popular, Calasanz supo crear unas instituciones escolares sumamente complejas. Así, la Escuela de San Pantaleón disponía en el curso l623-l624 de una dotación de personal de 37 miembros, entre los que se contaban los maestros, encargados de la intendencia, personal administrativo, enfermeros, cocinero, etc.

Calasanz se preocupaba por la educación física y la higiene de los alumnos. Existen varios pasajes de sus escritos en los que habla de esos temas, ordenando a los superiores que velaran por la salud de los niños. Extremó siempre la vigilancia sobre la máxima pureza de las aguas utilizadas en sus escuelas. Asimismo, pedía que se blanquearan las aulas cada año. Exigía la máxima limpieza en todas las dependencias, y muy especialmente en los lavabos. En muchos aspectos, se anticipó a nuestros tiempos creando instituciones complementarias: comedores, roperos, residencias etc. Ordenó que se proporcionara a los alumnos gratuitamente el material necesario, incluso tinta y papel.

Los maestros debían llevar tres libros de registro: el de matrícula, el de asistencia y el de calificaciones. Debían preparar previamente sus clases y estar en sus puestos antes de la llegada de los alumnos. Terminadas las clases, los maestros acompañaban a sus alumnos hasta sus casas. El mismo Calasanz realizó esa tarea hasta los 85 años de edad.

Contenidos de las enseñanzas

Los alumnos aprendían a leer indistintamente en latín y en lengua vernácula. Calasanz mantuvo el latín, pero fue un gran defensor de la lengua vernácula, y en ella estaban escritos los libros escolares, incluso los destinados a la enseñanza del latín. En la clase sexta, los alumnos tenían ya un buen dominio de la lectura, de manera que al llegar a la clase quinta eran repartidos en dos secciones: una primera sección de matemáticas destinada a los alumnos que querían aprender un oficio, y una segunda de gramática para aquellos que querían proseguir estudios de letras. Los alumnos de ambas secciones seguían en común clases de escritura, en las que se hacía especialmente hincapié en la caligrafía.

Conviene recalcar la importancia que daba Calasanz a la enseñanza de las matemáticas. En esto como en tantas cosas, fue un gran innovador que acertó a vislumbrar con clarividencia las tendencias del futuro. Tanto en la formación de los alumnos como en la de los maestros, la enseñanza de las matemáticas y las ciencias se consideraba muy importante en las Escuelas Pías. La preocupación del pedagogo por este tema surge continuamente en sus escritos: “Procure perfeccionarse lo más que pueda en las matemáticas, que por lo visto son muy gratas al mundo” (18) (Carta a Morelli, 31-3-1635). “Respecto a la escuela de ábaco, si hay alguien que tenga disposiciones para aprenderlo, exhórtele de mi parte y sea Ud. el primero en aprenderlo” (19) (Carta a Bianchi, 20-7-1634).

La importancia atribuida por los escolapios a esa enseñanza ha sido continua desde entonces. Hay numerosos testimonios de la trayectoria seguida en los siglos pasados. En España, por ejemplo, un país donde no existía una gran tradición científica, las Escuelas Pías sí tendrían gran prestigio matemático y científico. Así lo confirma Mariano Cardedera, un pedagogo español de mediados del siglo pasado: “Los alumnos internos aprenden bajo la dirección de los escolapios las matemáticas, la física, la química y la historia natural [...] En el día, cultivan con mucho empeño las ciencias exactas y las naturales” (20).

El gran interés que manifestó Calasanz por este tema contrasta con el desinterés general que existía entonces en toda Europa por esas enseñanzas. En la quinta clase se terminaba el ciclo de enseñanza primaria y en las cuatro clases siguientes se completaba un ciclo de humanidades que en Roma entroncaba con los estudios del Colegio Romano regentado por los jesuitas.

La formación moral y cristiana de los alumnos fue sin duda la gran preocupación del pedagogo. Como sacerdote y como educador, veía la escuela como el mejor medio para reformar la sociedad. Sus ideales cristianos están presentes en todos sus escritos. Las constituciones y los reglamentos de las Escuelas Pías están impregnados de ese espíritu. Supo crear el ideal de maestro cristiano, ideal que le serviría de base a la formación de los más de quinientos maestros que colaboraron con él durante su vida.

La disciplina

Calasanz fue el iniciador del método preventivo, según el cual en educación es mucho mejor prever que reprimir. Ese método sería desarrollado después por Juan Bosco, el creador de las Escuelas Salesianas. En materia de disciplina, y en contra de lo que era habitual en su época y en épocas posteriores, siempre defendió la máxima moderación en los castigos. Aunque éstos fuesen a veces inevitables, él siempre predicaba la moderación, el amor y la benignidad como base de la disciplina: “Hemos de castigar con mucha piedad, que así lo requiere el nombre y la caridad que profesamos” 21 (20-6-1624).
“Deseo recuerde que usen discreción en los castigos. Conviene ser muy benignos con los niños” (22) (18-12-1626).

“Al castigar a los escolares, sean más bien benignos que severos”( 23) (l0-l0-l643).

La disciplina debía basarse en la firmeza y en la benignidad, y sus objetivos eran: a) la previsión del mal; b) si el mal se presentaba, evitar la precipitación; y c) llegado el momento de actuar, imponer la corrección asegurando la enmienda del alumno.

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Notas


Josep Domènech i Mira (España). Doctor en pedagogía. Licenciado en filología hispánica y en filología catalana por la Universidad de Barcelona. Inspector de educación. Desde 1976 a 1994, fue jefe de la Inspección Educativa de Lleida, Cataluña. Fue miembro de la comisión asesora y es miembro de la comisión técnica del Departamento de Enseñanza de Cataluña. También ejerció las funciones de coordinador y profesor de pedagogía en los cursos de especialización de profesores en la Universidad de Educación a Distancia. Autor de varias publicaciones e investigador sobre temas de educación comparada.



Quien desee consultar los escritos de San José Calasanz de click en el siguiente enlace

Biblioteca de los Escolapios


La Orden de las Escuelas Pías y Goya Producciones publican un documental sobre San José de Calasanz.Dvd disponible en 11 idiomas

“La apasionante vida de San José de Calasanz (1557-1648)”

Para más información, se puede visitar Goya Producciones

Se puede ver un trailer en: http://www.youtube.com/watch?v=myBJm5oWFAg

Y cómo se hizo en: http://www.youtube.com/watch?v=uu2A2JiPyCc







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