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¡Dame la mano!

¡Dame la mano!
Uno de los grandes problemas que se discuten en los encuentros internacionales es el del trabajo de los niños y adolescentes.


Por: Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net




Uno de los grandes problemas que se discuten en los encuentros internacionales es el del trabajo de los niños y adolescentes.

En la carrera frenética hacia la globalización, la competencia por abaratar los precios puede llevar a los errores en los que cayeron muchas naciones al inicio de la revolución industrial: recurrir a la mano de obra que permita abaratar los precios; esclavizar, de nuevo, a los más débiles, también a los niños, para poder entrar en el "mercado global".

En un festival de canciones infantiles que se organiza todos los años en Italia, un niño y una niña, acompañados por un coro también de niños, dieron voz, precisamente, a todos los trabajadores de pantalón cortito...

Así iniciaba la canción: "Me han dicho que el balón con el que juego el domingo por la mañana quizá ha sido hecho por un niño como yo. Y también mis tenis nuevos, llenos de colores, con las luces incorporadas... Quizá todos mis juegos electrónicos, tus peluches y tus muñecas, han sido hechos por niños de un país lejano, donde el cielo se confunde con el mar... Si esto es verdad, ¡no se puede!". Y luego uno de los niños gritaba fuerte, como para que su voz fuese oída por esos niños obreros y esclavos: "un minuto de silencio para recordar que más allá de los montes y del mar hay quien tiene solamente un sueño de felicidad. Un minuto de silencio para quien no tiene voz. Un silencio para dar voz a la voz del corazón. ¡Este instante es para ti, solamente para ti: desde lejos choca esos cinco conmigo!". Y el coro continuaba: "Y hablar de ti, y dar voz a la voz del corazón. Este instante es para ti, solamente para ti: ¡dame la mano lo más fuerte que puedas!".

Con el canto de esos niños salía a la luz el grito de lo mejor que también los grandes tenemos dentro de nuestros corazones. Todos queremos para nuestros hijos lo mejor. Todos luchamos por su salud, por su educación, por su felicidad. Todos queremos que no sientan el frío, o el dolor, o la rabia ante las injusticias que se mezclan cotidianamente en nuestros trabajos y luchas. Pero a veces eso "bueno" del corazón queda sepultado en las prisas de la vida, y podemos pasar todos los días, con la indiferencia de siempre, delante no de los niños y niñas que en Asia tejen y montan algunos de los aparatos electrónicos que quizá usamos todos los días, sino de esos otros niños y niñas que limpian los vidrios de los coches en la esquina, al lado de mi casa...

En la canción que ha dado pie a estas líneas, el niño solista continuaba: "Quisiera llamarte amigo porque estoy seguro de que, como yo, correrías detrás de ese balón. Y quizá en tus sueños también tú te pareces a mí: ¡tú marcarás los goles, serás tú el campeón! Me enseñarías cómo se puede vencer en algunos nuevos juegos de electrónica. Nos convertiremos en amigos, ¡qué hermoso!, porque un niño vive en alegría". Y la niña solista continuaba: "¡Dame la mano! para decir a todos que existes, que también tienes derecho a un mañana, como todos los niños del mundo; que el mañana es de todos, es el futuro del mundo y el futuro tiene necesidad de ti".

Sí: el futuro tiene necesidad de cada niño. No para que hoy los explotemos. No para que ayuden al desarrollo de los ricos mientras ellos siguen siendo pobres. No para que los mercados puedan disponer de más productos a mejor precio. El futuro es de los niños, de su sonrisa, de su alegría, de su deseo de amar y de aprender, de sus gritos y de sus lágrimas, de sus oraciones y de sus gestos de generosidad. No podemos hipotecar ese futuro para el bienestar de pocos. No podemos dejar que su sonrisa muera mientras en las cristaleras de los comercios hay cada vez aparatos más sofisticados.

"¡Dame la mano!": tú eres el futuro. No dejes de mirarnos, no dejes de gritarnos con tus pupilas ansiosas y tus mejillas sucias. No permitas que por egoísmo te dejemos a un lado, mientras "corremos" por la autopista del progreso deshumanizado. El futuro te necesita, cada hombre te necesita, y queremos que tu futuro sea un presente de justicia y de alegría...


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