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La Iglesia y los políticos católicos

La Iglesia y los políticos católicos
La Iglesia venera, entre sus santos, a hombres que han servido a Dios en las actividades políticas y de gobierno; santo Tomás Moro es un ejemplo de ello.


Por: Antoni Maria Oriol | Fuente: www.e-cristians.net






Apuntes sobre lo que la Iglesia enseña a los políticos católicos


Congregación para la Doctrina de la Fe: Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y a la conducta de los católicos en la vida pública


Introducción

La Nota se dirige a los políticos y a los laicos llamados a la participación en la vida política de las sociedades democráticas.

I. Esta nota doctrinal se inserta dentro la cauce de una enseñanza constante de la Iglesia


1. a) Los cristianos "cumplen todos sus deberes ciudadanos" (Carta a Diognet , 5,5).

b) La Iglesia venera, entre sus santos, a hombres que han servido a Dios en las actividades políticas y de gobierno; santo Tomás Moro es un ejemplo de ello.

c) Las sociedades democráticas exigen nuevas y más amplias formas de participación (votos, "modas", todos).

d) Cumpliendo los deberes civiles comunes, los laicos desarrollan sus tareas propias de animación del orden temporal.

e) Consecuencia: los laicos no pueden abdicar de la participación en la "política".

f) La Nota sólo quiere recordar unos principios de la conciencia cristiana que inspiran el compromiso social y político de los católicos en las sociedades democráticas, frente a orientaciones ambiguas y de posiciones discutibles.



II. En el actual debate cultural y político, se ponen de relieve algunos puntos críticos

2. a) el actual proceso cultural, complejo, patentiza a la vez un camino positivo y peligros graves (hacia los cuales algunas tendencias culturales intentan orientar las legislaciones), entre ellos uno ideológico (el relativismo) y otro fáctico (determinados intentos legislativos). Veámoslo.



A. Relativismo cultural y pluralismo ético

b) Hay un cierto relativismo cultural que teoriza y defiende el pluralismo ético frente a la razón y la ley moral natural y como condición de posibilidad de la democracia.

c) Esto se patentiza en la medida en que:
- los ciudadanos reivindican completa autonomía moral;
- los legisladores formulan leyes condescendientes;
- se invoca con engaño la tolerancia (los católicos tienen que renunciar a contribuir a la vida política en función de su concepción de la persona y del bien).

d) La historia del siglo XX ha evidenciado la falsedad de la tesis relativista, que niega la existencia de una norma moral arraigada en la naturaleza del ser humano.

3. a) Esta concepción relativista del pluralismo no tiene nada que ver con la legítima libertad de los ciudadanos católicos.

b) La libertad política no se basa en la idea relativista ("todas las antropovisiones tienen el mismo valor"), sino en el hecho de que todas las actividades políticas contemplan la realización concreta del verdadero bien humano y social en un contexto humano determinado.

c) La pluralidad surge de la mencionada concreción y, ante ella, es tarea de la Iglesia no formular soluciones concretas sino juzgarlas moralmente cuando lo exige la fe o la moral.

d) El cristiano tiene que disentir de una concepción del pluralismo en clave de relativismo moral, que es dañina para la misma vida democrática, la cual necesita principios éticos.

e) La pluralidad de los partidos en los que pueden militar los católicos reside en:
- el carácter contingente de ciertas opciones sociales;
- la pluralidad de estrategias para garantizar un mismo valor moral fundamental;
- la diferente interpretación de algunos principios básicos de la teoría política;
- la complejidad técnica de una buena parte de los problemas políticos.

f) Esto no es ningún pluralismo indistinto en la elección de los principios morales y de los valores sustanciales; los laicos católicos se tienen que confrontar siempre con la doctrina moral y social cristiana.

g) La vía democrática llega a ser posible en la medida en que se fundamenta sobre una recta concepción de la persona, y pasa a ser del todo frágil si no se fundamenta. El respeto a la persona posibilita la participación democrática. Es condición necesaria de la participación ciudadana.



B. Determinados intentos legislativos ante la compleja red de los problemas actuales

4. Ahora la Nota pasa a tratar de "la red compleja de los problemas actuales":

a) Por un lado, la conquista científica exige encontrar soluciones que respeten los principios éticos.

b) Por otro lado, hay intentos legislativos que se proponen destruir el principio de la intangibilidad de la vida humana.

c) Los católicos tienen el derecho y el deber de intervenir para recordar el sentido más pregono de la vida y la universal corresponsabilidad ante ella.

- Los legisladores tienen la obligación de oponerse a toda ley que atenta contra la vida humana; no pueden participar en campañas que tengan este sentido y no pueden apoyarlas con el voto. Los parlamentarios pueden, sin embargo, apoyar propuestas limitadoras del daño de una determinada ley, si al mismo tiempo queda muy claro que son absolutamente contrarios al aborto.

- La conciencia cristiana no puede votar la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular si son alternativos o contrarios a los contenidos fundamentales de la ley moral. No pueden aislarlos. Comprometerse con un punto aislado de la Doctrina Social de la Iglesia no es tampoco suficiente. Tampoco pueden delegar el compromiso cristiano.

- El empeño de los católicos se hace más evidente cuando incluye principios morales que no admiten derogaciones, excepciones o compromisos; es decir, cuando entra la esencia del orden moral, que concierne al bien integral de la persona. Ejemplos: las leyes civiles referentes al aborto y la eutanasia; la protección del embrión humano; la familia (matrimonio monogámico, entre personas de distinto sexo, y estable, frente al divorcio: otras formas de convivencia no pueden ser equiparadas); libertad de los padres en la educación de los hijos; tutela social de los menores; liberación de las modernas formas de esclavitud (droga, explotación de la prostitución); el derecho a la libertad religiosa; la economía al servicio de la persona y del bien común (justicia social, solidaridad, subsidiariedad); paz; rechazo absoluto de la violencia y del terrorismo.




III Algunos principios de la doctrina católica sobre el laicismo y el pluralismo

5. Ante los anteriores problemas, hay que decir "sí" a una pluralidad de metodologías y hay que decir "no" a soluciones que comprometan o desprecien las exigencias éticas fundamentales, las cuales no son, por sí mismas, "valores confesionales", ya que arraigan en el ser humano y pertenecen a la ley moral natural. No exigen propiamente una profesión de fe cristiana. La doctrina de la Iglesia las confirma y tutela como servicio desinteresado a la verdad sobre el hombre y el bien común. También la política tiene que hacer referencia a principios de valor absoluto. Todo ello requiere tener ideas claras sobre la laicidad y el Magisterio.

A. La laicidad

6. La laicidad (la autonomía de la esfera civil y política en relación con la religiosa y eclesiástica, no con la esfera moral) es reconocida por la Iglesia y pertenece al patrimonio de la civilización ya logrado. No se deben confundir ambas esferas. Juan Pablo II afirma que identificar la ley religiosa con la sociedad civil puede ahogar la libertad religiosa e incluso limitar o negar otros derechos humanos inalienables. Los actos específicamente religiosos quedan fuera de la competencia del Estado. El reconocimiento de los derechos civiles y políticos y la administración de los servicios públicos no pueden ser condicionados por convicciones o prestaciones de naturaleza religiosa de parte de los ciudadanos.

Los ciudadanos católicos tienen el derecho/deber, como todo el mundo, de buscar sinceramente la verdad y de defender las verdades morales sociales. Que también las enseñe la Iglesia no reduce la legitimidad civil y la "laicidad" del compromiso de quien se identifica con ella, independientemente del papel que la búsqueda racional y la confirmación de la fe hayan tenido en su adquisición. La laicidad es la actitud de aquél que respeta las verdades que brotan del conocimiento natural sobre el hombre que vive en sociedad. Autonomía no equivale a prescindir de la enseñanza moral y social de la Iglesia.



B. El Magisterio

El Magisterio no ejerce un poder político ni elimina la libre opinión de los católicos sobre cuestiones contingentes. Instruye e ilumina la conciencia de los fieles. No es una intromisión en el Gobierno de los diferentes países. Plantea un deber moral de coherencia. Juan Pablo II recuerda el "no" cristiano a dos vidas paralelas -la espiritual y la secular-. Unida a la cabeza (Cristo), la sarmiento fructifica en cada sector de la acción de la existencia. Todos los campos de la vida laical entran en el designio de Dios. Toda actividad concreta es una ocasión providencial para un continuo ejercicio de la fe, de la esperanza y de la caridad. Actuar políticamente en conformidad con la propia conciencia no es extraño al compromiso político ni a una forma de confesionalidad, sino expresión de la aportación de los cristianos a fin de que, por la vía de la política, se instaure un orden social más justo.

Dentro de las sociedades democráticas, incurren en una forma de laicismo intolerante aquellos que descalifican políticamente a los cristianos por ser coherentes con su conciencia, En efecto, uno niega, así, tanto la relevancia política y cultural de la fe cristiana como la misma posibilidad de una ética natural. De este modo, se abre el camino a una anarquía moral y al abuso del más fuerte. Marginando al cristianismo, se ponen en peligro los fundamentos espirituales y culturales de la civilización.



IV Consideraciones sobre aspectos particulares

7. Algunas asociaciones y organizaciones de inspiración católica han apoyado a fuerzas y movimientos políticos que han expresado posiciones contrarías a la enseñanza moral y social de la Iglesia en cuestiones éticas fundamentales. Estas opciones y posiciones son incompatibles con la pertenencia a asociaciones u organizaciones que se definen como católicas. Análogamente hay que pensar con respecto a algunas revistas y periódicos católicos.

Es preciso que los cristianos se entreguen a la construcción de una cultura inspirada en el Evangelio. Es necesario presentar con lenguaje cultural moderno el fruto de la herencia espiritual del catolicismo. Por otro lado, el grueso cultural y la madura experiencia del compromiso de los católicos tras la Segunda Guerra Mundial no tienen que provocar ningún complejo de inferioridad ante propuestas recientes débiles o fallidas. No basta con la transformación de las estructuras.

La fe nunca ha pretendido cerrar los contenidos sociopolíticos en un esquema rígido, puesto que la dimensión histórica del hombre conlleva situaciones imperfectos y mudables. Hay que rehusar posiciones políticas inspiradas en una visión utópica que cambie la tradición de la fe bíblica en un profetismo sin Dios y oriente hacia una esperanza sólo terrenal. Verdad y libertad o bien andan juntas o bien se disuelven miserablemente, afirma Juan Pablo II; separarlas lleva al libertinaje y al individualismo.

8. El derecho de libertad de conciencia y de libertad religiosa se fundamenta en la dignidad ontológica de la persona humana y no en una inexistente igualdad entre las religiones y los sistemas culturales; y no anula la condenación de la indiferentismo y del relativismo religioso.



V Conclusión

Dos textos afirmativos de la coherencia (GS 43): la fe obliga a un cumplimiento más perfecto de las labores temporales; los cristianos han de experimentar la joya de la síntesis vital entre el esfuerzo humano y los valores religiosos, para la gloria de Dios.










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