La grave crisis económica que sacude al mundo, no es más que el derivado de la enorme crisis de liderazgo político, que por falta de principios éticos en las relaciones personales e institucionales, a nivel nacional e internacional, se ha hecho evidente en estos días.

Hace muy poco tiempo se ponderaba que la elección de Barack Hussein Obama, como presidente de Estados Unidos de América, sacaría al mundo del "bache" en el que lo había postrado George Bush, pero los hechos muestran el enorme desencanto que su gestión ha producido entre sus mismos electores.


Algunos pensaban que la creación del euro, como moneda común entre los integrantes de la Unión Europea, ofrecería otro referente ante un devaluado dólar americano. Otros más pretendían que el vigor de la economía china, con sus tasas de crecimiento espectaculares, beneficiaría a todas las naciones, en algo nunca imaginado hasta entonces en el mundo.

El fin de la guerra fría y el inicio de la globalización, sobre todo después de la Primera Guerra del Golfo Pérsico, presentaron el éxito bélico, tecnológico, económico y político de Estados Unidos como el modelo a seguir por todos.

Desde Estados Unidos propusieron al mundo una modalidad llamada "Consenso de Washington", como la solución a la pobreza, la ignorancia, la enfermedad y la infelicidad. Sin embargo, la concentración de los beneficios en un proyecto presentado en Davos en 1971, por Brzezinsky, en acuerdo con Rockefeller, para concentrar en alrededor de 300 multinacionales todo el comercio del mundo (megafusiones) y distribuir en tres grandes regiones su operación (trilateralismo), inició una desgracia, que culminó con la invención de un modelo económico surrealista, que concentró en "los derivados de los derivados" su ambición, motivada por la avaricia, arruinando de paso a muchos productores de riqueza y servicios de la economía real.

Las secuencias de la manipulación y falsificación de la economía de mercado, con el antecedente "rooseveltiano", llevó a la postulación tecnocrática, que coincidió con la teoría de la "convergencia" presentada por Brzezinsky, dando como resultado "la gobernanza global socialdemócrata" y su modelo del "estado de bienestar", que explicaba todo por la cifra creciente de consumidores reales o potenciales, ignorando lo que es la persona en su naturaleza y dignidad y las leyes e instituciones formadas por las personas y las familias.

Las promesas de los candidatos a gobernar, parcialmente logradas con gasto deficitario crónico, llegó al punto en que las economías ya no pudieron soportar su déficit. Las quiebras empezaron por pequeños países como Irlanda, Portugal y Grecia y luego pasaron a los más grandes, Estados Unidos de América y ahora Italia.

La crisis financiera que estalló en 2008, está evidenciando que no hay liderazgos políticos que puedan ofrecer soluciones reales, mientras no se vuelva al sentido común en las ofertas a los electores. Mientras no se postulen proyectos basados en principios éticos y en la verdad del proceso económico, que no puede prescindir de los datos de la realidad, no habrá solución a esta crisis.

Las más importantes ofertas de "solución democrática", ya sean de Obama, Merkel, Sarkozy, Putin, Lula, Kirchner o Singh, o de los jefes de gobierno de Japón, que caen con tanta frecuencia desde hace más de diez años, que no se puede hacer referencia a uno, así como las de sus antípodas, con "soluciones autoritarias", representados en Hu Jintao, Kim Jong-II, Khadafi, Assad, Ahmadineyad, Castro, Chávez, Morales, Correa y Ortega, no serán más que otras tantas ficciones para la frustración de millones de personas, manipulados ahora como "indignados".

La gran cantidad de reuniones internacionales infructuosas, como las del G-20, o de los industrializados del G-7 (en realidad son 8), así como las reuniones de la APEC, del ALCA, o las de ALBA y las Cumbres Iberoamericanas (a la que asisten apenas la mitad de los integrantes) son otras tantas evidencias de la retórica insulsa y engañosa, que no conduce a solucionar los problemas.

Durante años se habló del "sueño americano", que funcionó como un imán atractivo, hasta que se vino la crisis de Estados Unidos, manifestada en cuatro aspectos: crisis de integridad territorial con el atentado terrorista musulmán en 2001; crisis de seguridad en la inversión económica con la quiebra de Lehman Brothers y sus secuelas en 2008; crisis de la seguridad de información confidencial de su gobierno con la fuga de Wikileaks en 2010 y crisis en la confianza del voto depositado en Obama, evidenciada en 2011.

Hace unos años se habló del "sueño europeo", argumentado por Jeremy Rifkin, incluso del anhelo de Turquía, que quería ser Europa. Hasta se explicó que, la "primavera árabe" tenía como horizonte el modelo de vida de la Unión Europea.

Algunas notas que caracterizan el auténtico liderazgo, son la congruencia y la vocación de servicio. Pasará todavía un buen tiempo, hasta que esta crisis reviente las modalidades de operación antimercado de los grandes monopolios y oligopolios internacionales y nacionales, para que se pueda ver en el horizonte la solución que las personas quieren: oportunidades para lograr el desarrollo que lleve a su plenitud las potencialidades de cada quien.

Esto es lo que en términos políticos se llama "gestión del bien común", que fue sustituido por la operación maquiavélica del "poder por el poder" y la hedonista del "placer por el placer". Si las personas logran tener al frente de sus gobiernos, políticos con la convicción de la verdad y el bien, se podrá restaurar la concordia y la felicidad que siempre van armonizadas con la propiedad como fruto del trabajo, el ahorro y la austeridad, que sólo se obtiene con la fortaleza de la familia y las instituciones sociales entre las que hoy destacan más, la escuela y la empresa.

28NOV11 RS410

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