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La Ética penetra en las Empresas
Invitación a llevar la ética a la práctica laboral tomando como referencia los beneficios reales y morales de ello


Por: P. Manuel Loza Macías | Fuente: www.usem.org.mx



Hace años, la conocida revista The Economist comentaba como un acontecimiento muy de tomarse en cuenta el hecho de “empresas tan diferentes en tamaño y naturaleza, como Levi Strauss, Nike, Johnson & Johnson y Cannodale, una fabricante de bicicletas, han descubierto que es provechoso tener un comportamiento ético”. Y añadía que, según una investigación digna de crédito, 60% de las empresas estadounidenses se ufanan por tener códigos éticos formales sobre cómo realizar sus negocios en el país y en el extranjero.

Estos códigos incluyen el trato con los trabajadores, accionistas, clientes, proveedores y hasta con los vecinos. Mediante dicha investigación se conoció que muchas de esas empresas tienen una oficina específica para la ética y que en varias de ellas se cuenta con un ombudsman, por lo menos.

Del dicho al hecho
Sin embargo, se constata experimentalmente que aún esas buenas y hasta muy buenas reglamentaciones y filosofías de empresa, en la práctica adolecen de fallas. Se menciona a una empresa cuya filial cometió un fraude de varios billones de dólares, por lo que la matriz tuvo que hacer una erogación por cerca de un billón.

También se recuerda otro caso: el de una empresa que asienta en su declaración de filosofía que sus operaciones “deben ser justas y éticas”; pero alguno de sus productos causó, por su negligente manejo, la muerte de ocho personas. Es cierto que la empresa aceptó cubrir costos y multas por esa desgracia. En su descargo queda que su respuesta responsable fu inmediata. Por esto último, la empresa fue públicamente elogiada.

¿Por qué las fallas?
Joseph Badaracco, de Harvard, y Allen Webb, de la consultoría McKinsey, observan que “el clima ético de una organización es sumamente frágil”. Y por eso no es de extrañar que se rompa, no obstante las buenas intenciones plasmadas en los códigos. Estos estudiosos se inclinan a pensar que una parte de culpa recae en los mandos intermedios de las empresas. Como ellos no inventaron ni establecieron los códigos, no es raro que los interpreten a su modo.

A esto se añade que en las modernas organizaciones de las empresas han desaparecido varios escalones de la jerarquía, por lo que las líneas de comunicación de la base a lo alto, aunque teóricamente son más cortas, pero por lo mismo pueden estar muy saturadas.

Los problemas de consulta o interpretación del código ético suelen dejarse a que “cada quien siga su propio camino”.

Por otra parte, los mandos intermedios suelen estar presionados para que dé prioridad a los resultados económicos “business are business”, abatiendo costos y apresurando las tomas de decisiones, sobre todo parecen oponerse al negocio y a la ética. En casos así, más bien es la excepción el ejecutivo que consulta su código ético. Para otros el comportamiento ético se reduce a hacer las cosas correctamente según lo programado y ser leal a la empresa.

Inculcar los valores morales
El cambio obvio es el conocimiento y la decisión personal de vivir en la empresa los valores éticos. En todos los que integran la empresa, pero de una manera sobresaliente por cuantos tienen responsabilidad de mando en ella.

Las primeras abocadas a esta tarea han de ser las escuelas de administración de empresas, contabilidad y relaciones industriales. Aunque todas las demás carreras cuyos profesionistas se han de integrar, tarde o temprano, a las empresas también comparten la oportunidad y la obligación de esta formación ética de sus alumnos. Harvard Business School hace más de ochenta años ofreció su primer seminario sobre “factores sociales en las empresas de negocios”.

Hoy todas las universidades y escuelas superiores deberían tener integrada en sus programas una cátedra de ética empresarial. No se debe soslayar que muchas Universidades ya lo hacen, tanto en el extranjero como en México. Como dato curioso, puede mencionarse que una escuela empresarial norteamericana envía a sus estudiantes a un monasterio para que se dediquen a la contemplación durante varias semanas.

Pero ya dentro de la empresa es de desearse que los códigos éticos sean realmente respaldados, por difundirse, por exigirse y por sancionarse. Un apoyo indispensable debe ser el ejemplo de los mandos intermedios y de los altos directivos. Una vez más, es muy cierto que la renovación de una empresa ha de abarcar su dirigencia también en lo ético.


 







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