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¿Es justificable el aborto en caso de malformación,peligro para la madre o violación?
Ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito


Por: Pablo Villacé | Fuente: Catholic.net



En estas y otras muchas situaciones el aborto tiene para la madre un carácter dramático, y no parte de razones puramente egoístas sino de la voluntad de preservar algunos bienes importantes como la propia salud de la madre o del hijo, o la del deseo de un nivel de vida digno tanto para él como para los demás miembros de la familia. Sin embargo,estas y otras razones, aun siendo graves y dramáticas, jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano.

Si consideramos que la vida de niños con ciertos tipos de malformaciones, deformidades o incapacidades o incluso de niños nacidos producto de una violación no es considerada digna, entonces tendremos que admitir que existen vidas nacidas que tienen menos valor que las demás, lo que nos recordaría al argumento básico del racismo.

¿Quién es juez para considerar digna o no una vida? ¿Quién decidirá quién tiene derecho a vivir y quién no? ¿No nos recuerda este tipo de selección a la realizada por Hitler? En un mundo que se mide por la eficacia y la utilidad, que se han convertido en estándares de felicidad, ¿hay cabida para aquellos que presentan alguna necesidad o incapacidad especial?

Si partimos de la premisa antes mencionada de que el concebido tiene derecho a la vida y en el supuesto legal de "peligro para la madre",entendemos que los derechos o bienes en conflicto pueden ser el derecho a la vida del concebido y, por ejemplo, el derecho a la salud o a la integridad física de la madre, que sin duda es de menor entidad que el derecho supremo a la vida. En el peor de los casos entrarán en conflicto dos derechos de igual rango, esto es el derecho a la vida de uno y otro, en cuyo caso ni siquiera están en un plano de igualdad, ya que muchas decisiones médicas se basan en la probabilidad, en cambio la consecuencia cierta del aborto es la muerte. Pero es que además el propio aborto supone una probabilidad de fallecimiento de la madre, con lo que su derecho a la vida también está en peligro.

Nuevamente, en el último supuesto, en el llamado aborto criminológico,nos movemos en el ámbito del conflicto de intereses o derechos; en este caso el derecho a la vida del concebido, o sea, del niño, tiene que enfrentarse al trauma psicológico de la madre que supuestamente (probabilidad) no lograría superar si el niño viviera y que probablemente aún sin el nacimiento tampoco superaría. Observamos que en los dos anteriores supuestos se trata de cuestiones meramente médicas o científicas, sin embargo en este último supuesto entramos en el ámbito de la felicidad de las personas. Dicho esto, neguemos la mayor: ¿es intrínsecamente malo el sufrimiento? ¿Es referible intentar evitar a la madre el sufrimiento o preservar la vida del niño? Yo afirmo rotundamente que el sufrimiento no es malo en sí mismo. Pongamos un ejemplo gráfico aunque muy simple, si te caes porque tropiezas con una piedra, el dolor (sufrimiento) que te produce te enseña dónde no pisar la próxima vez y que hay que estar atento a todo; eso te permite aprender. Dicho de otro modo, el sufrimiento te enseña y te ayuda a madurar.

Todo lo anterior, evidentemente, no justifica la violación sino que presupone que existiendo el mal, el sufrimiento y los violadores, el ser víctima de una violación no tiene por qué condicionar tu vida futura, ya que el sufrimiento no es tener el hijo, sino la propia violación, que por otro lado ya ha tenido lugar y es por tanto inevitable. La ley perseguirá al padre por el delito cometido pero, ¿en qué tipo delictivo ha incurrido el niño?

"El aborto es el mayor destructor de la paz en el mundo. Si la ley permite que una madre mate a su hijo ¿Qué ley podrá impedir que un hombre mate a otro hombre?" (Madre Teresa de Calcuta, Mensaje a la Conferencia de Pekín, 1995.)En definitiva, ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la ley de Dios, escrita en el corazón de cada hombre, reconocible por la misma razón, y proclamada por la Iglesia.


Comentarios al autor: Pablo Villacé
 







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