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Dios y mi Trabajo

Dios y mi Trabajo
El presente documento procura iniciar una discusión sobre la importancia del deber del laico en la Iglesia para el futuro de la fe y de la evangelización.


Por: P. Luis Garza Medina | Fuente: Catholic.net



Un amigo holandés, director de un banco, me envió recientemente un libro de David W. Miller, “God at Work” (Ed. Oxford, Universtiy Press, 2007), que leí casi de inmediato. Su lectura me hizo recordar una conversación que tuve con mi padre, empresario de la ciudad de Monterrey en México, hace algunos años, cuando yo iniciaba mis estudios en el seminario. Hablábamos sobre el compromiso del laico cristiano. No era un hombre que se contentara con explicaciones superficiales y yo no podía conceptualizar bien qué debían hacer los laicos.

En un momento dado, detuvo la conversación y me dijo: “pero, Luis, además de recaudar fondos para ayudar a la parroquia y a la diócesis y cortar el pasto de la casa parroquial, ¿a qué otra cosa nos podemos dedicar nosotros como laicos?”. Lo único que pude decirle fue que todos los cristianos somos Iglesia, que no podemos pensar que la vida de la Iglesia se acaba en los sacerdotes y religiosas y que el fiel cristiano pasivo no tenía ya lugar en la Iglesia.

Mi padre siguió con sus inquietudes y siguió buscando una respuesta. Recuerdo que junto con otros empresarios se reunía casi cada mes con el Arzobispo de Monterrey, primero con Mons. José de Jesús Tirado y luego con el Card. Adolfo Suárez, a quienes tenía en alta estima, con la finalidad de disponer de un ámbito para que el Arzobispo pudiera proponerles sus planes y sus inquietudes de pastor y ellos pudieran también expresar las dificultades que como empresarios católicos comprometidos encontraban en la vivencia de su fe.

En una ocasión organizó algo verdaderamente insólito, pues reunió a algunos obispos de México , a un grupo de empresarios y a sindicalistas con la finalidad de discutir sobre temas sociales y la situación de los obreros. Publicaron una declaración conjunta que recogía las inquietudes y aspiraciones de todos y proponía acciones y caminos en la búsqueda del bien común. Pienso que sería muy útil la realización de este tipo de encuentros para afrontar los muchos problemas que presenta la situación actual de los países de América Latina. También entabló mucha amistad con el Card. Eduardo Pironio, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, con quien conversaba frecuentemente y de quien admiraba su profunda visión espiritual de las cosas y su apertura y sencillez. Tuvo, hasta su muerte, muy clavada la pregunta de qué debía hacer el laico cristiano en la Iglesia. Tengo la impresión de que a esa pregunta no encontró nunca una respuesta satisfactoria.

Este texto que escribo ahora no pretende dar una respuesta, ni siquiera parcial, a este gran reto que el Concilio Vaticano II lanzó a la Iglesia. Más bien procura iniciar una discusión sobre este tema de importancia crucial para el futuro de la fe y de la evangelización. Y digo crucial porque: a) el fenómeno de la urbanización parece imparable. Ya en América Latina casi la mitad de las personas viven en regiones tipificadas como urbanas y en los países desarrollados es una mayoría abrumadora y b) las personas pasan una proporción enorme de su tiempo en el trabajo en la fábrica, en la oficina o en su profesión. La Iglesia debe lograr evangelizar el mundo del trabajo urbano, pues aquí está la gran mayoría de la población y a eso dedica gran parte de su tiempo. Dios no puede estar ausente de la vida de los hombres.



 







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