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Juan Pablo II y la "Teología de la liberación"
Juan Pablo II y la "Teología de la liberación"
Juan Pablo II pidió a la Congregación para la Doctrina de la Fe un extenso estudio de la Teología de Liberación
Por: corazones.org / churchforum.org |
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El 16 de Octubre de 1979 es elegido Papa Juan Pablo II. A partir de entonces son muchas acciones en servicio a la Iglesia que sobresalen y que han removido hondamente al mundo entero.
En esta ocasión nos centraremos en su preocupación por una corriente de pensamiento que se denomina Teología de la Liberación.
El Papa Juan Pablo II pidió a la Congregación para la Doctrina de la Fe un extenso estudio de esta "corriente de pensamiento que, bajo el nombre de `teología de la liberación´ propone una interpretación innovadora del contenido de la fe y de la existencia cristiana que se aparta gravemente de la fe de la Iglesia, aún más, que constituye la negación práctica de la misma".
Los resultados del estudio fueron publicados en dos documentos:
Libertatis Nuntius
Instrucciones sobre Algunos Aspectos de la Teología de Liberación -1984
Libertatis Conscientia
Instrucción sobre Libertad Cristiana y Liberación -1986.
Estos documentos ofrecen una sólida explicación de los puntos positivos tanto como los graves errores de ciertas corrientes de la teología de la liberación.
El primer documento expresa la seria reserva de la Santa Sede a la Teología de la Liberación según ha sido expuesta por Gutiérrez y otros de la misma línea, especialmente en lo referente a la aceptación del análisis de los elementos de clase Marxista.
El segundo documento, al reconocer la importancia de una auténtica solidaridad con los pobres, ofrece las bases para una ortodoxa doctrina social. Para ello enfatiza la naturaleza de la liberación, como tema esencial de la teología y fe judeo-cristiana.
Algunos de los exponentes de la "Teología de la Liberación" apoyándose en este segundo documento han pretendido hacer ver que la Iglesia "aprueba" la errónea "Teología de la Liberación" que ellos sustentan. Nada más lejos de la verdad.
La llamada "teología de la liberación" asume el análisis marxista de la realidad y sus principios:
a) materialismo histórico: que señala que las causas de los acontecimientos históricos son exclusivamente económicas y la historia es la historia de la lucha de clases, y
b) la praxis: la verdad no es, sino se hace; lo que importa es la ortopraxis.
Estos principios de corte marxista los aplican a la interpretación del Evangelio y la práctica pastoral con lo que logran desfigurar nuestra fe. Para la "Teología de la liberación":
Jesucristo: es considerado no como verdadero Dios Encarnado que, con su Muerte y Resurrección, nos ha redimido, sino como un símbolo de la humanidad que lucha por la liberación de los "opresores" y que muere en defensa de los pobres
La Iglesia: debe tomar parte en la lucha pues la "neutralidad" es imposible ya que equivale a estar con los poderosos. De ahí que debe tener una "opción preferencial por los pobres" y constituirse en "Iglesia del pueblo" que nace del pueblo, y que reconoce la jerarquía sacramental que es "clase dominante" y por tanto debe ser combatida. (Puebla, nn. 262- 263).
La fe es reducida a "fidelidad a la historia"; la esperanza a "confianza en el futuro"; la caridad a la "opción por los pobres".
Los sacramentos: son "celebraciones del pueblo que lucha por la liberación": se indoctrina en este sentido al pueblo por medio de homilías, cambios en la liturgia, etc., para que "tomen conciencia de clase" y se les anima a la lucha contra la "clase dominante". Curiosamente, así la Iglesia viene a ser - - según estos "teólogos"- - respecto a los pobres, lo que el partido comunista pretende ser respecto al proletariado.
La escatología es sustituida por el "futuro de una sociedad sin clases" como la meta de la liberación en la que se habrá "hecho verdad" el amor cristiano a todos, la fraternidad universal.
Evidentemente se trata de un peligroso cúmulo de errores al ser una completa subversión del cristianismo.
Los errores pueden sintetizarse así:
a) el error radical está en el mismo "principio hermenéutico" con el que se pretende interpretar el Evangelio para sacar de ahí una praxis: ese principio es el materialismo histórico, que niega la prioridad del ser sobre el hacer, y por tanto, de la verdad y el bien de la acción humana. Este principio es totalmente falso y no es demostrado ni demostrable;
b) La lucha de clases no sólo es un error porque sea contrario a la caridad (puede haber una guerra justa, existe la legítima defensa, etc.), sino que es un error sobre todo porque se le concibe como algo necesario, ineludible y constitutivo de la historia negando la libertad de la persona y su capacidad para dirigir la historia mediante esa libertad y contando con la Providencia Divina;
c) además de negar verdades fundamentales (sobre Cristo, la Iglesia, los Sacramentos, etc.), en la práctica, conduce a someter a la Iglesia a una dirección política determinada, no sólo ajena a su misión sobrenatural, sino que desemboca en una situación humana deplorable, como en el socialismo real, en el que la persona no cuenta ni se le reconoce su dignidad de hijo de Dios.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, puede darse una verdadera Teología de la liberación, es decir, del pecado y de sus consecuencias (no sólo de sus consecuencias materiales).
Una justa crítica a la Teología de la Liberación no niega las graves injusticias que sufren los pueblos y la responsabilidad del cristiano de trabajar para aliviarlas en la línea de la auténtica doctrina social de la Iglesia, la cual se fundamenta en las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de los Padres.
Preguntas y comentarios
En esta ocasión nos centraremos en su preocupación por una corriente de pensamiento que se denomina Teología de la Liberación.
El Papa Juan Pablo II pidió a la Congregación para la Doctrina de la Fe un extenso estudio de esta "corriente de pensamiento que, bajo el nombre de `teología de la liberación´ propone una interpretación innovadora del contenido de la fe y de la existencia cristiana que se aparta gravemente de la fe de la Iglesia, aún más, que constituye la negación práctica de la misma".
Los resultados del estudio fueron publicados en dos documentos:
Instrucciones sobre Algunos Aspectos de la Teología de Liberación -1984
Instrucción sobre Libertad Cristiana y Liberación -1986.
Estos documentos ofrecen una sólida explicación de los puntos positivos tanto como los graves errores de ciertas corrientes de la teología de la liberación.
El primer documento expresa la seria reserva de la Santa Sede a la Teología de la Liberación según ha sido expuesta por Gutiérrez y otros de la misma línea, especialmente en lo referente a la aceptación del análisis de los elementos de clase Marxista.
El segundo documento, al reconocer la importancia de una auténtica solidaridad con los pobres, ofrece las bases para una ortodoxa doctrina social. Para ello enfatiza la naturaleza de la liberación, como tema esencial de la teología y fe judeo-cristiana.
Algunos de los exponentes de la "Teología de la Liberación" apoyándose en este segundo documento han pretendido hacer ver que la Iglesia "aprueba" la errónea "Teología de la Liberación" que ellos sustentan. Nada más lejos de la verdad.
La llamada "teología de la liberación" asume el análisis marxista de la realidad y sus principios:
a) materialismo histórico: que señala que las causas de los acontecimientos históricos son exclusivamente económicas y la historia es la historia de la lucha de clases, y
b) la praxis: la verdad no es, sino se hace; lo que importa es la ortopraxis.
Estos principios de corte marxista los aplican a la interpretación del Evangelio y la práctica pastoral con lo que logran desfigurar nuestra fe. Para la "Teología de la liberación":
Evidentemente se trata de un peligroso cúmulo de errores al ser una completa subversión del cristianismo.
Los errores pueden sintetizarse así:
a) el error radical está en el mismo "principio hermenéutico" con el que se pretende interpretar el Evangelio para sacar de ahí una praxis: ese principio es el materialismo histórico, que niega la prioridad del ser sobre el hacer, y por tanto, de la verdad y el bien de la acción humana. Este principio es totalmente falso y no es demostrado ni demostrable;
b) La lucha de clases no sólo es un error porque sea contrario a la caridad (puede haber una guerra justa, existe la legítima defensa, etc.), sino que es un error sobre todo porque se le concibe como algo necesario, ineludible y constitutivo de la historia negando la libertad de la persona y su capacidad para dirigir la historia mediante esa libertad y contando con la Providencia Divina;
c) además de negar verdades fundamentales (sobre Cristo, la Iglesia, los Sacramentos, etc.), en la práctica, conduce a someter a la Iglesia a una dirección política determinada, no sólo ajena a su misión sobrenatural, sino que desemboca en una situación humana deplorable, como en el socialismo real, en el que la persona no cuenta ni se le reconoce su dignidad de hijo de Dios.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, puede darse una verdadera Teología de la liberación, es decir, del pecado y de sus consecuencias (no sólo de sus consecuencias materiales).
Una justa crítica a la Teología de la Liberación no niega las graves injusticias que sufren los pueblos y la responsabilidad del cristiano de trabajar para aliviarlas en la línea de la auténtica doctrina social de la Iglesia, la cual se fundamenta en las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de los Padres.
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