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4. El sabor y el olor de la púrpura

4. El sabor y el olor de la púrpura
La púrpura es el traje del amor, es el uniforme del servicio, es la vocación de la caridad


Por: Jesús de las Heras Muela | Fuente: www.revistaecclesia.com



El signo de un amor apasionado por Jesucristo, por su Iglesia y por la humanidad

La púrpura tiene color. Pero -se podrá preguntar con toda lógica y legitimidad- ¿cómo va a tener sabor y olor? El sabor habla de gusto y el olor de olfato. ¿Cómo va a tener sabor y olor la púrpura?


El color del amor

Ya anunciaba en la crónica anterior, en la entrega número 3 de estas crónicas en Hilo directo desde el Consistorio, que volveríamos a reflexionar sobre el color de la púrpura. Lo hacemos ahora con palabras del Papa Benedicto XVI. El penúltimo párrafo de su hermosísima homilía del viernes 24 de marzo está dedicado a ello.

Al hilo de una referencia a su encíclica "Deus caritas est", el Santo Padre propuso el amor, la "caritas", como el centro de la llamada cristiana y de la misión eclesial y del servicio de los cardenales. El amor está íntimamente asociado con el color del hábito cardenalicio, señaló.

Y añadió más, dirigiéndose a los nuevos cardenales, "la púrpura que lleváis debe ser siempre expresión de la (el amor de Cristo), estimulándoos a un amor apasionado por Cristo, por su Iglesia y por la humanidad. Tenéis ahora un nuevo motivo para intentar revivir los mismos sentimientos que llevaron al Hijo de Dios hecho hombre a dar su sangre en expiación de los pecados de la entera humanidad. Cuento con vosotros, queridos hermanos, cuento con el entero Colegio al que pasáis a formar parte, para anunciar al mundo que (Dios es amor) y para hacerlo, sobre todo, mediante un testimonio de sincera comunión entre los cristianos".


La púrpura es el amor

La púrpura es el amor porque expresa la entrega máxima del amor que es la ofrenda de la propia sangre, si preciso fuera. El cardenal está llamado, de manera preeminente, al amor, a un amor que se ha mostrar, en primer lugar, en el seno mismo de la Iglesia, en todos sus miembros y en todas sus iniciativas apostólicas.

La púrpura es el amor para que el amor allane el camino irrenunciable en pos de la plena unidad de los cristianos. La púrpura es el amor que toda la Iglesia debe manifestar inequívocamente con los pobres y los pequeños. La púrpura es el amor para el anuncio y la construcción de la civilización del amor. Y es que la púrpura es símbolo del ardiente amor cristiano que transfigura y configura toda la existencia de los cristianos y muy singularmente de los cardenales. Y es el que amor no es sino el mandato de Jesús a sus discípulos, la entraña del cristianismo, la razón por la que reconocerán a sus seguidores.


Compromiso de amor total

Minutos antes, en el saludo o palabras de agradecimiento al Santo Padre, el primero de la lista de los nuevos cardenales, el norteamericano William Joseph Levada, había afirmado que él y sus hermanos de promoción cardenalicia, sentían "profundamente la función de grave responsabilidad, que exige un suplemento de dedicación y que por ello postula un incesante compromiso de total amor y de incondicional fidelidad a Cristo y al pueblo cristiano, destinatario de nuestro apostolado y de nuestro servicio pastoral".

El cardenalato no es cuestión de honores y dignidades. La púrpura no es hábito de los pertenecientes a un club selecto y exclusivo. Es el traje del amor, es el uniforme del servicio, es la vocación de la caridad, es el compromiso de fidelidad, es el título de la renovada e incrementada misión de ser testigo de que Dios es amor y que urge y apremia nuestra respuesta de amor.


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