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5. Anillo es alianza: Alianza de amor y fidelidad

5. Anillo es alianza: Alianza de amor y fidelidad
El cardenalato como don que es don, es don para ser donado, para ser servido, para ser ofrendado


Por: Jesús de las Heras Muela | Fuente: www.revistaecclesia.com



Sábado 25 de marzo de 2006 - El segundo día del Consistorio es el día del anillo. Es, por lo tanto, de alguna manera, el día del renovado y reconfirmado desposorio de amor, de fidelidad y de fecundidad.


Dignidad, solicitud pastoral, estrecha comunión

Dicen las rúbricas litúrgicas que el anillo cardenalicio es "signo de dignidad, de solicitud pastoral y de una más cálida todavía comunión con la Sede de Pedro". El Papa impone el anillo a los nuevos cardenales, tras el evangelio y la homilía, antes de una nueva profesión de fe. Los ya creados cardenales se acercan hasta su cátedra y allí el Romano Pontífice les introduce en su dedo anular el anillo de esta nueva alianza. Ya lo recibieron el día de su ordenación episcopal. Ahora se ha de consolidar y robustecer aún más lo que el anillo significa.

Eran en torno a las 11,30 horas de este sábado 25 de marzo de 2006. Era, es, el día de la solemnidad litúrgica de la Anunciación del Señor, el día de la Encarnación. Era, es una jornada para contemplar el íntimo y profundo "principio" mariano y de encarnación de la Iglesia misma y de sus miembros. Era, es, climatológicamente hablando, un día de primavera todavía adolescente y tierra, más benévolo que el de ayer.


Un signo nupcial

Por eso, porque era y es el día de la Anunciación, buena parte de la homilía papal estuvo dedicada a María. Ya lo contaremos. Y por eso, el tan hermoso párrafo de esta predicación en que hablaba del anillo, comenzaba con los "principios" o fundamentos y dimensiones petrina y mariana de la Iglesia. Escuchamos al Papa en sus primeras palabras al respecto:

"El tema de la relación entre el principio petrino y mariano lo podemos reencontrar también en el símbolo del anillo, que dentro de poco os consignaré. El anillo es siempre un signo nupcial. Casi todos vosotros lo habéis ya recibido en el día de vuestra ordenación episcopal como expresión de fidelidad de compromiso por custodiar a la santa Iglesia, esposa de Cristo".

Todos los nuevos cardenales, excepto el biblista jesuita Albert Vanhoye son obispos y sus vidas llevan años consagradas al servicio pastoral. Muchos de ellos son pastores diocesanos y otros lo han sido. Algunos vienen de Iglesias marcadas por las dificultades de distinto género: Hong Kong, Caracas, Seúl, Manila Ghana, Boston.

Otros lo han hecho a través del cuerpo diplomático de la Santa Sede como el cardenal italiano Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, antiguo Nuncio Apostólico en Tierra Santa y en Italia, entre otros servicios. Algunos de los nuevos cardenales pastorean sedes tan históricas como Toledo, Bolonia, Cracovia o Burdeos. Otros han llegado hasta la púrpura desde su servicio en la Curia Romana ahora y años atrás en Iglesias locales como San Francisco, Albano o Ljubiana. El jesuita ya citado Vanhoye lo ha hecho desde el estudio, la investigación y la docencia de las Sagradas Escrituras, en cuya materia es uno de los especialistas más acreditados de las últimas décadas.

Y a todos les une el compromiso común, el desposorio común de amor a la Iglesia. Un amor, que ahora revestido de púrpura, se ha de acrecentar.


Don para ser donado y servido

Y el cardenalato como don que es don, es don para ser donado, para ser servido, para ser ofrendado. "El anillo que hoy os confiero -afirmó el Papa-, propio de la dignidad cardenalicia, intenta confirmar y reforzar vuestro compromiso, partiendo de nuevo del don nupcial, que os recuerde ante todo vuestro estar íntimamente unidos a Cristo, para cumplir la misión de esposos de la Iglesia".

Y el don o respuesta a este don no puede ser otro que un renovado "sí" y "aquí estoy, Señor", dirigido a Jesús y a su santa Iglesia, que les ha llamado a servir con amor nupcial. De este modo, "las dos dimensiones de la Iglesia, la mariana y la petrina, se encuentran en aquello que constituye el cumplimiento y misión de las dos, es decir, en el valor supremo de la caridad, el carisma más grande, el mejor camino de todos".


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