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6. El amor es la imagen de la Iglesia
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Mientras sigue resonando la encíclica "Deus caritas est"
Por: Jesús de las Heras Muela | Fuente: www.revistaecclesia.com
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Sábado 25 de marzo de 2006 - La púrpura habla de amor. El título cardenalicio es también expresión de entrega y de dedicación.
El anillo es alianza nupcial y esponsorial de amor. El cardenalato es, pues, expresión y servicio de amor y para el amor. Y no sólo el cardenalato sino toda la vida, todas las funciones y todos los miembros de la Iglesia: hemos sido creados, llamados, consagrados y enviados por el amor y para el amor. El fin del Colegio Cardenalicio, el fin de la jerarquía eclesiástica, el fin de los sacerdotes, consagrados y laicos son ellos mismos porque el fin de la Iglesia no es ella misma, sino el amor.
Sólo el amor permanece: el amor no pasa nunca
Y renglón seguido del párrafo dedicado al anillo cardenalicio a su significado y que contábamos en nuestra crónica número anterior, la número 5, el Papa Benedicto XVI pronunció el texto quizás más hermoso de sus hermosas palabras de estos días: "Todo pasa en este mundo. En la eternidad, sólo el Amor permanece". De ahí que toda la cristiana debe ser muestra de la caridad y tender a la caridad, pues, como María, los cristianos estamos llamados a poner veloces en camino para servir a los demás como Ella, tras la Anunciación, se puso en camino para servir a su prima Isabel.
María es el modelo del Amor y con la iniciativa citada mostró la auténtica caridad, humilde y animosa, transida de fe en la Palabra de Dios y penetrada y estimulada por la fuerza interior del Espíritu Santo. Este modelo de caridad sirve e interpela a todos. Sirve e interpela especialmente, por lo tanto, a los cardenales.
La imagen y el modelo de la Iglesia
Y el amor es quien salva, quien hace fecunda todas las cosas, quien fertiliza la propia vida y su quehacer. "Quien ama -añadió Benedicto XVI-, se olvida de sí mismo y se pone al servicio del prójimo. ¡Esta es la imagen y el modelo de la Iglesia! Cada comunidad eclesial, como la Madre de Cristo, está llamada a acoger con plena disponibilidad el misterio de Dios que viene a habitar en ella y el empuja hacia el camino del amor. Y este es el camino al que he querido dirigir mi pontificado, invitando a todos, como mi primera encíclica, a la edificar la Iglesia en la caridad como comunidad de amor".
Y a esta tarea, "para irradiar en el mundo el amor de Cristo, el Papa llamaba a la colaboración de los cardenales, pastores y fieles de la Iglesia. Singularmente hoy al Colegio Cardenalicio para que "sea siempre más ardiente en la caridad pastoral" y ayude al resto de la Iglesia a ser testimonio vivo, activo, comprometido y creíble del amor, lo único definitivo, el fin y sentido de la Iglesia, Sacramento de Jesucristo, Sacramento del Amor.
7. Todos los caminos conducen a Roma
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Y renglón seguido del párrafo dedicado al anillo cardenalicio a su significado y que contábamos en nuestra crónica número anterior, la número 5, el Papa Benedicto XVI pronunció el texto quizás más hermoso de sus hermosas palabras de estos días: "Todo pasa en este mundo. En la eternidad, sólo el Amor permanece". De ahí que toda la cristiana debe ser muestra de la caridad y tender a la caridad, pues, como María, los cristianos estamos llamados a poner veloces en camino para servir a los demás como Ella, tras la Anunciación, se puso en camino para servir a su prima Isabel.
María es el modelo del Amor y con la iniciativa citada mostró la auténtica caridad, humilde y animosa, transida de fe en la Palabra de Dios y penetrada y estimulada por la fuerza interior del Espíritu Santo. Este modelo de caridad sirve e interpela a todos. Sirve e interpela especialmente, por lo tanto, a los cardenales.
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Y el amor es quien salva, quien hace fecunda todas las cosas, quien fertiliza la propia vida y su quehacer. "Quien ama -añadió Benedicto XVI-, se olvida de sí mismo y se pone al servicio del prójimo. ¡Esta es la imagen y el modelo de la Iglesia! Cada comunidad eclesial, como la Madre de Cristo, está llamada a acoger con plena disponibilidad el misterio de Dios que viene a habitar en ella y el empuja hacia el camino del amor. Y este es el camino al que he querido dirigir mi pontificado, invitando a todos, como mi primera encíclica, a la edificar la Iglesia en la caridad como comunidad de amor".
Y a esta tarea, "para irradiar en el mundo el amor de Cristo, el Papa llamaba a la colaboración de los cardenales, pastores y fieles de la Iglesia. Singularmente hoy al Colegio Cardenalicio para que "sea siempre más ardiente en la caridad pastoral" y ayude al resto de la Iglesia a ser testimonio vivo, activo, comprometido y creíble del amor, lo único definitivo, el fin y sentido de la Iglesia, Sacramento de Jesucristo, Sacramento del Amor.
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