Las lecciones de Belén. Sus personajes, sus lugares, sus símbolos
Las lecciones de Belén. Sus personajes, sus lugares, sus símbolos
Mañana hablaré del camino que lleva a Belén. Que ya no es camino sino muro. Mañana hablaré con mi testimonio y con el testimonio de dos franciscanos de la Custodia en Tierra Santa.
Ahora prefiero hablar de las lecciones de Belén. Son lecciones de sus personajes, de sus lugares, de sus simbolismos. Son lecciones permanentes. Son lecciones de gracia y de paradoja, de contradicción y de sabiduría. Lecciones a las que ahora se les ha sumado el inmenso dolor de un muro.
La Casa del Pan
Varios simbolismos han acompañado e iluminado siempre mis peregrinaciones a Belén. La primera de ellas es el mismo nombre de la ciudad. Belén significa "la casa del pan". Y precisamente es lo que es Belén: la casa del Pan de vida. En Belén se amasó el pan vivo y verdadero. El pan de fraternidad. Es pan de un mundo nuevo y mejor. Es pan de la Eucaristía Es pan del Amor.
Belén es casa, es hogar, es familia. Es la casa de Dios, es el hogar de Dios, es la familia de Dios. Y por eso Navidad que es Belén es casa, es hogar, es familia. No hay Navidad sin hogar. Familia es también el nombre de la Navidad.
La puerta de la gruta de Belén
La puerta de acceso a la Basílica de la Natividad de Belén es asimismo otras de los simbolismos y de las parábolas de la peregrinación a Belén y a Tierra Santa. Desde la edad media esta puerta mide poco más de un metro de altura. Sólo los pequeños, sólo los niños pueden pasar por ella. Los pequeños y los niños y también los que son como ellos, pues sólo los que son como ellos entrarán en el Reino de los cielos.
La puerta de Belén es así la puerta de los sencillos, de los humildes, de los pobres, de los que agachan y se doblegan. Y es que sólo podemos acceder al misterio del nacimiento del Hijo de Dios si lo hacemos con estas actitudes. Dice una canción: "Lo buscaba poderoso y un pesebre su cuna. Lo esperaban Rey de Reyes y servir fue su reinar. A Belén se va y se viene por caminos de alegría y de justicia y Dios nace en cada hombre que se acerca a los demás".
Belén no es, pues, un espectáculo de la gran meca del cine ni de las grandes ofertas consumistas de nuestra sociedad occidental. Belén es pobreza, es paradoja, es contradicción. Es gracia. Esa gracia que Dios descubre a los sencillos y a los humildes. Esa gracia que no perciben los sabios y los potentados de nuestro mundo autosuficiente y hedonista.
Dios se esconde en la pobreza de la gruta de Belén, de la estrella que señala su nacimiento. Es una estrella de catorce puntas, bien rociada del aceite de las velas y de los cirios, bien perfumada del incienso y bien rodeado de los besos y de las lágrimas de los fieles que hasta allí acuden emocionados. Porque Belén es quizás la etapa más emotiva de la peregrinación a Tierra Santa.
El campo de los pastores
Es otro de los lugares de la peregrinación a Belén. Y, en el fondo, significa lo mismo: la Navidad es para los sencillos, para los que sirven, para los que son limpios de corazón, para los pobres, para los que perdonan y los que aman.
Los pastores de Belén fueron los primeros en reconocer al Niño Dios, envuelto en pañales, nacido en la precariedad y en el silencio y rigor de la noche. Los pastores simbolizan además a los próximos, a los cercanos. Dios nace para ellos. Pero otros cercanos como los poderosos de aquel entonces de Israel no lograron reconocer el Niño, adorarle y seguirle. Estaban demasiados ensimismados en sus seguridades, en su poder y en su gloria.
En las grutas de Belén
En las grutas de la Basílica de la Natividad de Belén tenemos huella y memoria de los magos. Tres magos de Oriente siguieron una estrella. Y la estrella se posó en el portal de Belén. Entraron y reconocieron al Niño y entendieron el misterioso lenguaje de la estrella. Se postró, adoraron al Niño y le ofrecieron lo mejor de sí mismo: el oro al que es Rey, el incienso a quien es Dios y la mirra a quien también es hombre. Los magos de Oriente simbolizan a los de "lejos": para ellos también nació Jesús. Los magos significan a los que buscan: para ellos también nació Jesús. Lomos magos nos hablan de quienes escrutan los signos de los cielos y de los tiempos, se ponen en camino y son perseverantes, a pesar de las distancias y las pruebas: para que ellos también Jesús.
Los magos significan asimismo la universalidad del mensaje del mensaje que aquel Niño viene a traer a la tierra. En sus rostros de distinta pigmentación y en sus razas y en sus culturas diversas estaban representados todos los hombres.
Por último, en los magos encontramos el ejemplo de saber volver por otro camino tras un encuentro con Jesús: por un camino nuevo y mejor. También los peregrinos a Tierra Santa, que se encuentran con Jesús, deben volver por otro camino: el camino de una vida cristiana nueva, mejor, alumbrada por la estrella del Dios que ha nacido por nosotros y para nosotros; el camino del testimonio, del servicio, del perdón y del amor.