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Regreso a Tierra Santa (1)

Regreso a Tierra Santa (1)
Lunes 28 de noviembre de 2005


Por: Jesús de las Heras Muela | Fuente: www.revistaecclesia.com



Hacía más de cinco años que no regresaba a Tierra Santa. Durante este tiempo había sentido una gran nostalgia y un gran dolor al verme privado de reencontrarme con los lugares más santos y más propios de la fe cristiana.

Entre 1987 y 2000 había peregrinado en cinco ocasiones hasta el País de Jesús y reconozco que quizás ningún otro lugar, excepto el propio de uno mismo, me resultaba tan familiar y tan querido. Mis viajes anteriores a Tierra Santa fueron experiencias de fe, de Iglesia y de humanidad inolvidables. Peregriné con grupos de sacerdotes y con grupos de fieles y mi retina y mi recuerdo conversan con claridad y con agradecimiento aquellos viajes, los viajes de mi vida.

Durante este lustro había seguido con preocupación, interés, perplejidad y tristeza cuanto acontecía en esta tierra atribulada y sagrada. Y tenía el firme propósito de regresar tan pronto como me fuera posible.

Y aquí estoy, de nuevo. Su sol que nace de lo Alto ilumina y baña ya mis pasos desde hace veinticuatro horas. Su brisa, su calor -en Tel Aviv está mañana gélida en España y en Europa, había 27 grados...-, su olor -siempre inconfundible-, sus horizontes y su orografía forman ya parte, de nuevo, mi escenario vital, siquiera durante la semana que habré de permanecer en Tierra Santa.


Todavía en el preámbulo

En estas 24 horas en Tierra Santa, tan sólo he visitado todavía Tel Aviv, Hafa, Cesárea del Mar y Haifa, desde donde escribo. Ya he celebrado la Eucaristía en una Iglesia de los Santos Lugares, en una capilla del Monte Carmelo, y mientras, dejando cansancios y afanes atrás, se aproxima el encuentro -el reencuentro- con Galilea, con Belén y, sobre todo, con Jerusalén mi memoria se puebla de recuerdos y mi corazón bombea la inefable gracia de saber que estoy donde el Señor estuvo.

A Tierra Santa me ha traído una invitación de la Embajada de Israel en España. Anoche, Benjamin-Gad Ninnayi, director en el Ministerio de Turismo de Israel, nos ofreció a la media docena de periodistas religiosos invitados a este viaje, una cena. Fue una cena-entrevista. Nuestras preguntas lógicamente abordaron los distintos aspectos sociales y políticos -y hasta polémicos- que habían hecho en los últimos cinco años de Tierra Santa una tierra casi prohibida.

Nuestro interlocutor mostró la satisfacción de poder decir alto, bien alto, y con los datos en la mano, que los peregrinos vuelven a Tierra Santa. Repito que no he hecho todavía más que llegar a Tierra Santa y esta misma tarde ya que me encontrado en "Stella Maris" del Monte Carmelo en Haifa con un grupo de españoles, guiados por un sacerdote cántabro. Y esta mañana, en Cesárea del Mar, la que hubo de ser una de las ciudades más hermosas del mundo, había, al menos, tres o cuatro grupos, del lejano oriente.


Regresan los peregrinos

Pero vayamos con los datos que certifiquen el regreso a Tierra Santa de los peregrinos. Hasta ahora el mejor año para el turismo israelí ha sido 2000. El Año Jubilar y la memorable visita del Papa Juan Pablo II dejaron un saldo de 2.700.000 peregrinos. Y eso que en los últimos meses de aquel año de gracia, se segaron bruscamente las peregrinaciones, tras los sucesos de todos conocidos, iniciados en la explanada del Templo y/0 de las mezquitas en los días finales de septiembre.

En los años 2001 y 2002, apenas llegaron más viajeros a Tierra Santa que solidarios grupos de judíos. Ya en 2003, las cifras marcaban el alza, con 873.000 peregrinos. En 2004 fueron 1.400.000 y cuando concluya 2005 se espera haber llegado a los dos millones. Los peregrinos españoles que llenaron el País del Señor en 1999 y 2000, han tardado en regresar. Al final de 2004 eran 17.855 los españoles que habían vuelto a Tierra Santa y en 2005, son ya 42.000. Italia, un país tan similar en tantas cosas a España, llegó en 2004 a 30.000 peregrinos, y en 2005, serán más de 61.000.

Los países que aportan un mayor número de visitantes son los Estados Unidos de América, seguidos de Francia. En estos años no han dejado de venir peregrinos de India, Corea del Sur, Japón, Filipinas y de algunos países de América Latina.


Una tierra de peregrinos

El país es tierra de peregrinos. Es la tierra de los peregrinos. El país quiere a los turistas y a los peregrinos. Piensa, quizás sueña, con 3.000.000 de visitantes en 2006 y quisiera situarse en los próximos años en los 6.000.000. Acaricia con entusiasmo una posible nueva visita papal -días atrás el Jefe del Estado de Israel invitaba a Benedicto XVI a realizar el viaje, al igual que semanas antes lo hiciera el Jefe del Estado Palestino. Por cierto, séame permitido en este punto decir que en mi segunda peregrinación a Tierra Santa, en la Semana Santa de 1992, entre los peregrinos a aquella Pascua se hallaba el cardenal Joseph Ratzinger, que presidió alguna celebración a la que yo también asistí.

El país, este país, estos países, sabe que el turismo aportan un tercio de sus ingresos. Y quiere ofrecer la seguridad y la confianza, que provocó su éxodo a partir de otoño de 2000. La situación política está más estable, se vislumbra la esperanza y se percibe con nitidez la necesidad compartida por todos o por casi todos de que vuelvan los peregrinos. La oferta sigue siendo la misma: la Tierra Santa, el País Sagrado, el escenario del Libro de los Libros y de la Historia más grande jamás contada.

Por ello, por todo ello, "ay si me olvido de ti, Jerusalén; ay si me olvidó de ti, Tierra Santa... que se me paralice la mano derecha; que se me pegue la lengua paladar si no te tengo en el centro de mi corazón".

Jesús de las Heras Muela- Director de ECCLESIA (Enviado especial)







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