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6. El fecundo árbol de la Iglesia retoña en Benedicto XVI

6. El fecundo árbol de la Iglesia retoña en Benedicto XVI
Crónicas desde los umbrales del Cónclave: Viernes 22 de abril de 2005


Por: Jesús de las Heras Muela | Fuente: Revista ECCLESIA



Esta mañana el Papa ha recibido a los cardenales;
mañana se encontrará con los periodistas;
y el domingo celebrará la misma solemne
de la inauguración oficial de su pontificado


El día tercero del año primero del pontificado de Benedicto XVI ha tenido como principal acontecimiento la audiencia a los cardenales presentes en Roma. Ha sido a las 11 de la mañana en la Sala Clementina, el mismo lugar donde fueron expuestos, por primera vez, los restos mortales del Papa Juan Pablo II, a partir del mediodía del domingo 3 de abril y hasta su traslado, en la tarde del día siguiente, a la Basílica de San Pedro.


Audiencia a los cardenales

Tras unas hermosas y metafóricas palabras del cardenal decano en funciones del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, ayer confirmado como Secretario de Estado, el Papa Benedicto XVI ha dirigido en la mañana de hoy un sentido discurso a los cardenales presentes en la Sala Clementina.

El Santo Padre ha vuelto ha expresar sus sentimientos encontrados de esta hora -acción de gracias y humana impotencia-; ha presentado a la Iglesia como sacramento de unidad para el entero género humano; ha agradecido a los cardenales el apoyo recibido; ha evocado, de nuevo, las ejemplares vida y muerte de su antecesor, Juan Pablo II; y ha pedido la ayuda, la oración y la cooperación de los cardenales y de la entera Iglesia para que pueda ejercer, como Dios quiere y la Iglesia y el mundo necesitan, su trascendental misión.

Benedicto XVI se ha referido asimismo -dirigiéndose a los cardenales- a actitudes capitales en la vida de la Iglesia y en el ejercicios de los ministerios y responsabilidades eclesiales como el servicio, la sencillez, la disponibilidad, a ejemplo y a imitación de "nuestro Maestro y Señor, que no vino a ser servido sino a servir y en la Ultima Cena lavó los pies a sus discípulos, encargándolos que ellos hicieran después otro tanto".


El árbol... del cardenal Sodano

Con una hermosa cita del teólogo alemán, ya fallecido, Romano Guardini, el cardenal Sodano, en sus palabras de saludo al nuevo Padre, ha presentado a la Iglesia como un árbol frondoso, fecundo, bien enraizado y pleno de ramos y tallos nuevos. Y ha afirmado que "nosotros los cardenales estamos dispuestos a dar vigor al árbol de la Iglesia, que es hoy Benedicto XVI", a quien ha expresado y garantizado la devoción, la colaboración total y el afecto fraterno del Colegio de los Cardenales.

Comenzó su discurso el cardenal Sodano recordando las dos finalidades que el Código de Derecho Canónico atribuye a los cardenales; la elección del Romano Pontífice y la ayuda y colaboración al Papa en el cuidado y atención de la Iglesia Universal. La primera de estas finalidades -dijo Sodano- "la hemos cumplido rápidamente", para, a continuación, garantizar al nuevo Papa la disposición de los cardenales a cumplir también con la segunda finalidad citada.


Confirmación y retoques en las próximas convocatorias

Tras la audiencia del Papa Benedicto XVI a los cardenales en esta mañana del viernes 22 de abril, en la Sala Clementina de los Palacios Apostólicos, las próximas públicas del nuevo Romano Pontífice comienzan mañana, sábado 23 de abril, a las 11 horas con un encuentro con los periodistas e informadores presentes en Roma y acreditados, permanente o temporalmente, ante la Santa Sede. Será en el Aula "Pablo VI".

El domingo, como ya hemos informado, la solemne eucaristía de inauguración e inicio del ministerio apostólico petrino de Benedicto XVI será a las 10 horas, en el exterior de la Basílica Vaticana. Participarán la plena totalidad del Colegio Cardenalicio, que concelebrarán con el nuevo Papa y a quien, al final de la celebración, prometerán obediencia. Asistirán obispos y sacerdotes de todos los países. Entre los Prelados españoles, han confirmado su presencia el presidente y vicepresidente de la CEE, monseñores Ricardo Blázquez y Antonio Cañizares Llovera, respectivamente, al igual que el secretario general. Se espera también a los pastores diocesanos de Barcelona, Valencia y Córdoba, entre otros. La representación civil oficial de España estará encabezada por los Reyes.

Como novedad sobre lo anunciado con anterioridad, acabada esta eucaristía, Benedicto XVI recibirá en los Palacios Apostólicos a los integrantes del centenar de delegaciones oficiales llegadas de todo el mundo. En un principio, se había previsto esta recepción para el lunes día 25. Finalmente, será en el mediodía del domingo 24 de abril.

El lunes 25 de abril el Santo Padre Benedicto XVI recibirá en la mañana a los peregrinos llegados de Alemania para la misa de comienzo de su pontificado y, por la tarde, como ya informábamos ayer, peregrinará a la Basílica romana de San Pablo Extramuros.


La antigua ceremonia de la coronación

La última ceremonia de coronación de un Papa tuvo lugar el 30 de junio de 1963. Acabada la misa de inauguración del pontificado de Pablo VI, celebrada en el interior de la Basílica de San Pedro, el cardenal Otavianni, protodiácono y prefecto de la Congregación entonces llamada del Santo Oficio, impuso al Papa Montini la triple corona del Sumo Pontificado. Dicha corona había sido sufragada por los fieles de la archidiócesis de Milán, el último destino pastoral de Giovanni Battista Montini, antes de calzar las sandalias del pescador. Posteriormente esta corona fue fundida y los beneficios de la venta del metal precioso fundido se destinaron a los pobres y necesitados. La ceremonia, como mandaban las rúbricas de entonces, tuvo lugar en la logia o balcón central de la Basílica Vaticana. Es el mismo lugar desde donde se anuncia el nombre del nuevo y el saluda después a la multitud, desde donde, a veces, el Romano Pontífice imparte la Bendición Apostólica "Urbi et orbi".

Juan Pablo I suprimió el 3 de septiembre de 1978 este rito. En esa fecha celebró su primera misa en el comienzo de su ministerio papal y recibió al anillo del pescador y el palio petrino. Albino Luciani, patriarca de Venecia, había sido elegido Papa con el nombre de Juan Pablo I el anterior 26 de agosto.

El Papa Juan Pablo II también renunció a la ceremonia de la coronación. Y comenzó su pontificado con una celebración idéntica a la de su efímero antecesor de la sonrisa. Era el domingo 22 de octubre de 1978. Los cardenales del orden de los diáconos Felici y Oddi fueron los encargados de imponer, en vez de la triple corona, el anillo del pescador y el palio petrino.


El anillo y el palio

¿Qué son, qué significan el anillo y el palio? Entre los atributos externos del ministerio episcopal y petrino figura el pectoral, que expresa la centralidad de Jesucristo, que pende sobre el pecho de su ministro; el báculo, símbolo del buen pastor; la mitra, que visibiliza el ministerio o "munus regendi"; el anillo, señal de la alianza de amor y fidelidad entre el pastor y su rebaño, expresión de desposorio perfecto y fecundo; y, para los metropolitanos, el palio.

El palio es una pequeña estola de lana, ribeteada de cruces bordadas en sus lados, que manifiesta la jurisdicción y la vinculación del obispo o arzobispo metropolitano con las diócesis de su provincia eclesiásticas, llamadas diócesis sufragáneas. Cada año el Papa impone el palio a los nuevos arzobispos metropolitanos en la festividad de San Pedro y San Pablo. La lana con la que confeccionan los palios procede de ovejas, sacrificadas el día 21 de enero de cada año, el día de la festividad de San Inés, virgen y mártir, cuyo nombre en latino significa precisamente "cordero". Estos trozos de lana elaborada -los palios- se guardan en un cofre a los pies de la tumba del apóstol San Pedro, en la Basílica Vaticana, para patentizar el íntimo vínculo de unión entre los arzobispos y obispos con el Sucesor de San Pedro. Es un nuevo símbolo de la apostolicidad de la Iglesia y del ministerio petrino.

El palio del Papa está bordado con seis cruces. Se le coloca a la altura del cuello, sobre la casulla, y con él celebrará a partir de ahora todas las eucaristías.

El anillo de pescador, cuyo significado ya hemos glosado y que junto al sello papal constituyen atributos externos indispensables de su ministerio, llevará grabado el escudo del nuevo papal y su lema, que, como ya dijimos, reza, en lengua española, "Colaborador de la verdad".

El primero de los cardenales del orden de los diáconos, el chileno Jorge Arturo Medina Estévez -el mismo que anunció la elección pontificia y el nombre del nuevo Papa- y el último de este mismo orden cardenalicio, el italiano Attilio Nicora, serán los encargos de imponer al Papa Benedicto XVI estos signos.

Con respecto al báculo pastoral, Benedicto XVI ya ha comenzado a usar el mismo de Pablo VI, de Juan Pablo I y de Juan Pablo II. Es un conocido báculo, presidido en la parte superior del mismo por una bellísima imagen de Jesucristo Crucificado.


Mensaje del Vicario de Roma al nuevo Obispo

Al día siguiente de la elección del nuevo Obispo de Roma y Pastor Supremo de la Iglesia Universal, el Vicario de Roma, cardenal Camilo Ruini, dirigía a Benedicto XVI el siguiente mensaje:

"La alegría de Roma y con Roma el mundo entero, se manifestaba en la tarde de ayer -martes 19 de abril de 2005- en la Plaza de San Pedro. Con extraordinaria intensidad y fuerza, en la proclamación del nuevo Papa Benedicto XVI, que el Señor nos ha dado.

Esta alegría, nutrida de amor, de fe y de plegaria, se la he podido yo también manifestar al Santo Padre, en nombre de toda nuestra diócesis y de nuestra ciudad.

Ahora nos disponemos a participar en la Santa Misa de inicio de su ministerio como Obispo de Roma y Pastor universal de la Iglesia, el domingo próximo 24 de abril, a las diez horas, en San Pedro, celebración a la que estamos todos invitados de corazón.

En cada parroquia, comunidad religiosa y familia sean elevadas a Dios fervientes oraciones de acción de gracias por el nuevo Papa y de súplica para le sea concedida abundancia de salud y de gracia.

El nombre que ha elegido para su ministerio sea un signo de bendición para Roma y para la entera familia humana".

Por lo demás, uno de los ritos previstos en el comienzo del ministerio apostólico de un nuevo Papa es tomar posesión de la Basílica Lateranense de Roma, la catedral de esta ciudad y diócesis. En el Lateranense vivieron los Papas durante siglos. Su Iglesia está dedicada a San Juan Bautista y a San Juan Evangelista. Es la también llamada Basílica del Salvador. Es una de las cuatro Basílicas mayores de Roma y es considerada como la Iglesia "cabeza y madre" de todas las demás Iglesias.

Las otras tres Basílicas romanas mayores son la de San Pedro -en donde comienza Benedicto XVI su ministerio el 24 de abril-; la de San Pablo en Vía Ostiense -popularmente conocida como San Pablo Extramuros-, a donde irá en la tarde del 25 de abril; y la de Santa María la Mayor, también llamada Basílica Liberiana.

El Papa Juan Pablo II, elegido Obispo de Roma y Pastor universal de la Iglesia el 16 de octubre de 1978, celebró su primera eucaristía en San Juan de Letrán el siguiente 12 de noviembre. Todavía no se ha informado la fecha en que Benedicto XVI hará lo propio en San Juan de Letrán. ¿El 8 de mayo quizás?


Postdata: Plegaria personal al alba

No querría ni debería terminar la crónica de hoy, viernes 22 de abril, sin compartir con los lectores e internáutas mi experiencia creyente, celebrativa y orante de esta mañana. A las 7,45 horas, cuando el sol ya había despuntado sobre el firmamento y el alba cedía el paso a la mañana luminosa, he celebrado la Eucaristía en una las capillas de las grutas o criptas de la Basílica de San Pedro. A escasos metros de la tumba en tierra y sobre mármol del Papa Juan Pablo II, se halla la capilla que había elegido para esta celebración. No podía ser otra que la capilla polaca de la Virgen de Czestokova. Me acompañaban otro siete sacerdotes más, los padres de uno de ellos y tres religiosas -una chilena, otra irlandesa y la tercera, asiática. Éramos, de este modo, una pequeña expresión del pueblo santo de Dios, de ese pueblo, que en sus fieles y en sus pastores, ha acudido siempre, desde la aurora del cristianismo, a Roma a confirmar su fe, para después ser testigo de la fe y de la esperanza cristianas en sus distintos países de origen o de servicio.

Ha sido una eucaristía sencilla, devota, intensa, emocionada, profundamente eclesial. Hemos rezado misa votiva de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, muy cerca precisamente de la capilla Clementina, donde se hallan las reliquias del Príncipe de los Apóstoles. En nuestra oración han estado muy presentes los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, nuestras comunidades cristianas de referencia, las personas y las intenciones que se habían encomendado a nuestra oración, nuestras familias, nuestros amigos, nuestros hermanos sacerdotes, especialmente los visitados por la herida y por la prueba.

Al concluir la Misa, nos hemos dirigido procesionalmente hacia la tumba del Papa Wojtyla y hemos orado con vibrante emoción y sentimiento. Hemos contemplado de cerca la sobria desnudez de la lápida marmórea de su última morada, elevada sobre la tierra en elegante disposición de trascendencia. Hemos dado gracias a Dios de todo corazón y nos hemos sentido privilegiados de poder disponer de esta oportunidad de gracia, que debe ser ahora devuelta en testimonio de vida y de ministerio en la comunión de la Iglesia, una, santa, católica y apostólica. Y en nuestro corazón orante y sentidamente contenido hemos mantenido, sin duda, un coloquio de amor con el Padre y con su siervo Juan Pablo II.

Al entrar y al salir de las criptas vaticanas, nos hemos encontrado con cardenales, obispos, sacerdotes, consagrados y fieles. Procedían de Italia, de España, de Estados Unidos de América, de México y de otros tantos lugares. Y, por ello y lo anterior, nos hemos sentido más Iglesia, más gozosa y deudoramente miembros de esta gran familia que es la Iglesia, pastoreada desde el pasado martes por el Santo Padre Benedicto XVI. Y nuestro corazón, nuestras mejillas y nuestros ojos no han podido disimular las señales inequívocas del gozo, de la satisfacción y de honor de sentirnos en buena compañía, en la mejor compañía de la familia de los hijos de Dios, que es su Iglesia.

La jornada de hoy ha conocido asimismo nuevas informaciones y detalles sobre los próximos actos públicos del Papa. Igualmente ha conocido distintas premoniciones escritos años atrás acerca del nombre que adoptaría el sucesor de Juan Pablo II. Entre ellas, una novela de Gulio Andreotti, ex primer ministro italiano, que dejó escrito en el año 2000 esta "adivinación".

Profecías al modo, pues, de Morris West en su inmortal "Las sandalias del pescador", si bien este escritor y periodista australiano ya fallecido no acertó en otras novelas sobre temas papales como "Lazarus" o "Eminencia". Siempre en el ejercicio de la adivinación la fortuna y la suerte tienen la mayor parte...

Escrito por Jesús de las Heras Muela - Director de la Revista "ECCLESIA" (Enviado especial a Roma)


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