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La esposa infiel y la misericordia con el publicano Mateo

La esposa infiel y la misericordia con el publicano Mateo
10 Domingo Ordinario. Ciclo A. Hay que practicar la palabra.


Por: P. Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net



10 Domingo Ordinario. Ciclo A.

La misericordia y el conocimiento de Dios son mejores que los sacrificios


1. "Te desposaré conmigo para siempre" Oseas 2,21. Oseas es un profeta encarnacionista, integrado en su pueblo y con unas experiencias raras e impresionantes. El caos moral en que vive el pueblo de Israel en el reino del Norte, necesitaba una fuerte sacudida para volver al Señor. La religión fácil de Baal, su culto sensual que fomentaba las pasiones humanas, habían invadido al pueblo que Dios se había escogido. Aquellos templos llenos de sacerdotisas que practicaban la prostitución sagrada como acto de culto, con efectos cuasisacramentales y mágicos, satisfacían la lascivia y a la vez, aseguraban la fertilidad de los campos, y la fecundidad de los animales y de las personas.



2. Vino la palabra del Señor a Oseas, que le ordenó desposarse con una de aquellas sacerdotisas fornicarias de Baal. La amó mucho. Y ella le correspondió con su infidelidad, incapaz de controlar sus malas costumbres.

Con redoblado cariño Oseas consiguió ganar su amor de nuevo. Así es como desde su propia dolorida experiencia, ha podido comprender Oseas mejor el corazón del Señor. El Señor había amado a su pueblo como a una esposa. La esposa le ha sido infiel. El Señor se encoleriza: "No es ya ella mi mujer, ni yo su marido" (Os 2,4). "Derramaré mi enojo sobre ellos como agua" (Os 5,10). "Voy a cerrar su camino con espinos, la cerraré con tapial y no hallará más sus senderos" (Os 2,8).



3. Cuando el pueblo comprende que aquello va en serio, decide convertirse: "Vamos a volver al Señor: él nos despedazó y nos sanará, nos hirió y nos vendará la herida" (Os 6,1).

Pero el Señor sabe muy bien que su arrepentimiento es fugaz "como nube mañanera, como rocío que se evapora al alba". Aquí encaja el texto que comentamos: "Quiero misericordia, no sacrificios; conocimiento de Dios, no holocaustos" Oseas 6, 3.

No quiero ritos vacíos, ni cantos fríos y alabanzas rutinarias, sino corazones ardientes de amor. Quiero conversión verdadera, que me demuestre que aprecia mi amor que perdona tanta infidelidad. Quiero que mi gran amor encuentre reciprocidad. Nos cuesta creer que Dios nos ame y que nos ame tanto, hasta llegar a mendigar nuestro amor, porque le representamos a nuestra imagen y le implantamos nuestros sentimientos y reacciones. Por eso no comprendemos la gran fiesta que se organiza en el cielo por la vuelta al amor de una persona alejada del Amor de Dios, porque El la sigue amando siempre. No quiero el perfeccionamiento del mundo sólo en sus capacidades humanas, quiero su transformación mediante las fuerzas divinas donadas por el Espíritu Santo.



4. Es el texto que usará Jesús para justificar la elección de Mateo, el publicano, su vocación y su seguimiento. Para celebrar el acontecimiento de su llamada y de su decisión de seguir a Jesús, Mateo celebró un banquete, al que invitó a sus compañeros y amigos publicanos y pecadores. Señor Dios, Padre nuestro, te pedimos gracia para comprender mejor la Palabra que se nos transmite en la Eucaristía de hoy. Concédenos la presencia cercana y gratificante del Espíritu Santo. Te lo pedimos por tu Hijo, el Señor Jesús.



5. Para muchos expertos el fragmento del capítulo sexto del libro de Oseas que hemos leído hoy, es de lo mejor del Antiguo Testamento, pues se acerca al mensaje de Cristo sobre la misericordia y la salvación. Pero los judíos no prestaron demasiada atención a los mensajes de amor y de gracia que les llegaban del Padre a través de los textos sagrados. Esta primera lectura es un excelente complemento del evangelio de San Mateo.



6 El salmista refleja unas manifestaciones de Dios que al juzgar al pueblo de Israel, reprueba de manera muy directa el formalismo del culto propio de los fariseos y la posición equivocada de ese culto mal hecho sobre la realidad de los mandamientos de Dios. Se habla claramente, del desprecio de los mandamientos. Está pues en relación con la idea dada en la primera lectura respecto a la necesidad de misericordia y no de holocaustos. Sin reconocimiento y experiencia del amor de Dios no se puede atisbar el pecado. El amor de Dios gratuito y sin razón manifestado en la entrega de la cruz es redentor, es un amor que perdona. Por el amor se comprende el pecado. No se niega el pecado, pero lo contrario del pecado no es la moralidad, sino la fe. Arrepentirse no es tener remordimiento, sino vivir en el amor.



7. San Pablo en la Carta a los Romanos habla de la fuerza de la fe en la persona de Abrahán, que emprendió un camino incierto, abandonando su casa y riquezas, sólo porque Dios se lo había ordenado. Esa fe fue para él promesa de salvación. Y su propia salvación. Y relaciona el sacrificio de Cristo con la fe de Abrahán, como vínculo de salvación para todos los que, con fe, creemos en Jesús.



8. Nos narra Mateo hoy su propia conversión. En efecto, el fragmento del evangelio de Mateo, nos narra como Jesús se acerca a Mateo, gran pecador para el pueblo judío, por ser recaudador de impuestos para el invasor romano. Comió con él para llevar la salvación a su alma y a su casa. Los fariseos no van a entender esa acción del Maestro, que aprovechará para declarar, sin rodeos, que viene a buscar a los pecadores para, con su misericordia, salvarlos.



9.Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora y su sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra. ?¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra misericordia es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de profetas, os condené con las palabras de mi boca. Porque quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos?.

Abraham, apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho:



--Así será tu descendencia



No vaciló en su fe, aun dándose cuenta de que su cuerpo estaba medio muerto ?tenía unos cien años--, y estéril el seno de Sara. Ante la promesa de Dios no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe por la gloria dada a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete. Por lo cual le fue computado como justicia.

Y no sólo por él está escrito le fue computado, sino también por nosotros, a quienes se nos computará si creemos en el que resucitó de entre los muertos, en nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.








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