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+ P. José de Jesús Rodríguez, L.C. (México)
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No me bajaré de la cruz
Por: Santiago Abascal, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org
Una fractura en el brazo izquierdo no detuvo al celoso sacerdote. Las misiones de navidad no podían cancelarse. El padre subió a la furgoneta y emprendió la aventura de la misión. Ayudó a organizar una puesta en escena navideña, motivó a los jóvenes misioneros, estuvo largas horas en el confesionario escuchando a todo el que quiso acercarse a Dios, impartió más de una plática, celebró la Eucaristía.
La misión Navidad 2008 fue un éxito. Pues, ¿qué es una fractura para quien padece cáncer? El P. José de Jesús recibió esta cruz hace tan solo tres años. La lleva hoy con el mismo amor que al inicio, aunque ya se encuentra muy limitado.
Con la voz entrecortada por la dificultad, el P. José de Jesús nos narra su vocación. «Recibí el llamado de Dios siendo muy pequeño todavía. Si no mal recuerdo, tenía apenas siete años cuando experimenté el llamado de Dios. Y ¿qué es lo que experimenté? Simplemente un «Ven y sígueme».
El padre José recuerda que fue el testimonio de su párroco, D. Pedro Lona, por quien decidió entrar al seminario. Profesó votos religiosos en la congregación de los Legionarios de Cristo. Y ha trabajado en Puebla y en San Luis Potosí, México.
Cuando le preguntan la fecha de su ordenación sacerdotal duda y se equivoca. Hoy el padre ha perdido el movimiento de la parte izquierda de su cuerpo. Ya no puede ver y poco a poco se apaga su memoria. Olvida que recibió la ordenación el primero de enero del año 2000, pero recuerda lo esencial: «Es un gran regalo el sacerdocio. La verdad, no tiene precio el haberlo recibido. Somos indignos al recibir este don, pero Cristo ha querido darnos el sacerdocio por pura misericordia de Él, por puro amor».
Carlos, uno de los jóvenes que compartió con él aquella misión, no olvida la experiencia: «Cuantas veces por una simple gripa, un simple dolor de cabeza ya no hago apostolado, ya me dejo caer. Y el padre José, aun con todas sus dificultades, no deja de trabajar».
En estas Navidades el P. José de Jesús Rodríguez no podrá salir a misiones y tendrá que quedarse en la cama. Él sabe que desde ahí, entregando su vida, ofreciendo su dolor con el de Cristo se realiza su sacerdocio y así salva infinidad de almas. No sabemos cuánto tiempo más seguirá así. Su sacerdocio terreno se está apagando. Minuto a minuto, recostado en su cama, totalmente inconsciente y esperando el momento de entrar en la Gloria de Aquel a quien entregó su vida.
Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org
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Una fractura en el brazo izquierdo no detuvo al celoso sacerdote. Las misiones de navidad no podían cancelarse. El padre subió a la furgoneta y emprendió la aventura de la misión. Ayudó a organizar una puesta en escena navideña, motivó a los jóvenes misioneros, estuvo largas horas en el confesionario escuchando a todo el que quiso acercarse a Dios, impartió más de una plática, celebró la Eucaristía.
La misión Navidad 2008 fue un éxito. Pues, ¿qué es una fractura para quien padece cáncer? El P. José de Jesús recibió esta cruz hace tan solo tres años. La lleva hoy con el mismo amor que al inicio, aunque ya se encuentra muy limitado.
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El padre José recuerda que fue el testimonio de su párroco, D. Pedro Lona, por quien decidió entrar al seminario. Profesó votos religiosos en la congregación de los Legionarios de Cristo. Y ha trabajado en Puebla y en San Luis Potosí, México.
Cuando le preguntan la fecha de su ordenación sacerdotal duda y se equivoca. Hoy el padre ha perdido el movimiento de la parte izquierda de su cuerpo. Ya no puede ver y poco a poco se apaga su memoria. Olvida que recibió la ordenación el primero de enero del año 2000, pero recuerda lo esencial: «Es un gran regalo el sacerdocio. La verdad, no tiene precio el haberlo recibido. Somos indignos al recibir este don, pero Cristo ha querido darnos el sacerdocio por pura misericordia de Él, por puro amor».
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En estas Navidades el P. José de Jesús Rodríguez no podrá salir a misiones y tendrá que quedarse en la cama. Él sabe que desde ahí, entregando su vida, ofreciendo su dolor con el de Cristo se realiza su sacerdocio y así salva infinidad de almas. No sabemos cuánto tiempo más seguirá así. Su sacerdocio terreno se está apagando. Minuto a minuto, recostado en su cama, totalmente inconsciente y esperando el momento de entrar en la Gloria de Aquel a quien entregó su vida.
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