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Carmelitas de Haifa (Tierra Santa)

Carmelitas de Haifa (Tierra Santa)
A vosotros, queridos sacerdotes


Por: Equipo de Buenas Noticias | Fuente: www.buenas-noticias.org





En medio de una marea de noticias bastante tristes, el presente testimonio nos sobrecoge el corazón de gratitud y de esperanza. Esperamos que, sobre todo, aliente a tantos sacerdotes que, en medio de las dificultades, luchan por ser fieles a su vocación. A ellos decimos, también desde Buenas Noticias, ¡muchas gracias y cuenten con nuestras oraciones!



En nuestra vocación y misión de Carmelitas, hijas de Santa Teresa de Jesús, predominan la oración y el ofrecimiento por la santificación de los sacerdotes. Y es por eso que la invitación del Santo Padre a poner en el centro de este año vuestro ministerio nos ha interpelado profundamente.

Desde hace cuatro siglos, la voz de Teresa nos invita: «todas ocupadas en la oración por los defensores de la Iglesia, los predicadores y los teólogos que la defienden…» (C1,2). Somos conscientes de los retos que debéis afrontar para vivir vuestra vocación en la sociedad actual, estando en el mundo sin ser del mundo, según la expresión de San Juan. El panorama eclesial cambia bajo el estímulo del acelerado paso del tiempo, pero permanece intacta la llamada: «Tú serás sacerdote para siempre…».

Hoy renovamos nuestro empeño de ofrecer nuestra humilde plegaria para que seáis santos…

Queridos sacerdotes, vosotros acompañáis la vida del hombre desde su nacimiento hasta el momento en que se duerme en los brazos queridos del Padre.

Vosotros estáis presentes cada día, ofreciéndonos el Pan y explicándonos las Escrituras.

Vosotros fungís como ministros de la misericordia, como padres y hermanos, para mostrarnos el espacio abierto donde Dios escribe nuestra historia.

Vosotros sois como el centinela que nos hace esperar la aurora cuando es de noche, sois vosotros los que nos hacéis reconocer el pozo de aguar fresca en medio del desierto.

Vosotros estáis presentes cuando hacemos nuestra consagración delante de la comunidad eclesial, para presentar a Dios Uno y Trino la ofrenda de nuestra vida.

Queridos sacerdotes, no hay palabras para expresar dignamente nuestra gratitud por lo que os debemos a cada uno de vosotros. Todas podemos contar innumerables testimonios del don inestimable de vosotros mismos en el servicio del Pueblo de Dios, de la sabia dirección paterna y de la ternura materna con las que os ocupáis de vuestra grey, y somos también testigos que no teméis dejar las 99 ovejas del redil para ir a buscar la que se había perdido. Sólo en el cielo conoceremos la misteriosa conexión de la comunión eclesial, que ahora sólo podemos entrever, llenas de estupor.

Queridos hermanos, a vosotros que sois la memoria viviente de los gestos de Cristo, identificados con Él, ¡cómo no expresaros nuestra gratitud cuando cada mañana, en la Eucaristía, nos hacéis gustar los gozos del cielo… de aquella Patria que no pertenece a la geografía de este mundo!

Nuestra gratitud va a cada uno de vosotros: sacerdotes ancianos, ricos de años y de experiencias; sacerdotes jóvenes, que comenzáis vuestro ministerio; sacerdotes en la plenitud de vuestra vida y de vuestra labor; sacerdotes enfermos; sacerdotes en riesgo de pruebas y persecuciones; sacerdotes trabajadores y todos los que compartís la suerte de los pobres, los predilectos del Señor; sacerdotes educadores; a aquéllos que debéis discernir por las vocaciones; a aquéllos que realizáis obras visibles sólo a los ojos de Dios, que ve en lo secreto; a los sacerdotes monjes, que comparten nuestra vocación contemplativa; en fin, al inmenso grupo de misioneros que trabajáis por la llegada del Reino en situaciones difíciles.

A todos y a cada uno, decimos con sencillez de corazón: contad con la oración silenciosa y la vida escondida de vuestras hermanas carmelitas de Tierra Santa y -¿por qué no?- del mundo entero.


Si usted es sacerdote o conoce el testimonio de algún sacerdote que desee compartir, envíe un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

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