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Mons. Anthony Sharma (Kathmandu, Nepal)
Mons. Anthony Sharma (Kathmandu, Nepal)
«Hemos sido elegidos por Dios para el servicio a la humanidad»
Por: Equipo de Buenas Noticias | Fuente: www.buenas-noticias.org
«Yo perdí y Dios ganó». La señora Sharma no se imaginaba que el futuro de su único hijo varón tuviese como trasfondo el sacerdocio. Más bien esperaba que encontrase un buen puesto de trabajo, se convirtiese en una persona de éxito y la ayudase a sostener a la familia. Pero el día de la ordenación de Anthony cedió ante la evidencia. Entre los bancos de la iglesia de Mumbai, que aún se llamaba Bombay, el hijo escuchó que ella se dirigía Dios con estas palabras: «Mi hijo ha hecho lo que se le ha pedido y ahora tu deseo es también el mío, Señor».
El 4 de mayo de 1968, día de la ordenación de Anthony, la señora Sharma no podía imaginar que su hijo se convertiría en obispo y vicario de Nepal, guía de una comunidad de cerca de ocho mil católicos, una pequeña minoría incrustada en una población de más de 27 millones, de los cuales el 86 por ciento son hindúes, el siete por ciento budistas y el 3,5 por ciento musulmanes.
Pero quien ha contado la historia de Mons. Anthony Sharma ha sido él mismo. Para este año sacerdotal reunió en Kathmandu a 19 sacerdotes que viven en el este del país, en el valle de la capital de Nepal. Ha sido a ellos y a más de quinientos fieles reunidos en la catedral de la Asunción a quienes contó la historia de su vocación.
Se debatía entre «responder a la llamada del Señor» y su familia, en la que la hermana «deseaba convertirse en médico o abogado» y que, junto con su madre, confiaba en la ayuda económica del hermano, que pronto se convertiría en trabajador. «Al final, no me he convertido en otra cosa que sacerdote», contó el obispo. Y girándose a sus hermanos sacerdotes añadió: «Hemos sido elegidos por Dios para el servicio a la humanidad».
Una historia simple, pero que, para las pequeñas comunidades de la capital nepalesa, contada en la misa del año sacerdotal el pasado 10 de agosto, fue la ocasión para compartir con sus sacerdotes la misión de evangelizar que ha sido confiada a todo cristiano. Sí, un momento de reflexión, pero también un momento de fiesta, en un período en el que la comunidad sufre, en muchísimas ocasiones, las amenazas de los extremistas hindúes.
En palabras del párroco de la catedral, el P. George Kalapurackal: «Los laicos, orando por los sacerdotes, encuentran más coraje. Y, al mismo tiempo, nosotros nos encaminamos con mayor empeño hacia el camino del sacerdocio y buscando invitar a más jóvenes a descubrir su vocación».
Si usted es sacerdote o conoce el testimonio de algún sacerdote que desee compartir, envíe un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org
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«Yo perdí y Dios ganó». La señora Sharma no se imaginaba que el futuro de su único hijo varón tuviese como trasfondo el sacerdocio. Más bien esperaba que encontrase un buen puesto de trabajo, se convirtiese en una persona de éxito y la ayudase a sostener a la familia. Pero el día de la ordenación de Anthony cedió ante la evidencia. Entre los bancos de la iglesia de Mumbai, que aún se llamaba Bombay, el hijo escuchó que ella se dirigía Dios con estas palabras: «Mi hijo ha hecho lo que se le ha pedido y ahora tu deseo es también el mío, Señor».
El 4 de mayo de 1968, día de la ordenación de Anthony, la señora Sharma no podía imaginar que su hijo se convertiría en obispo y vicario de Nepal, guía de una comunidad de cerca de ocho mil católicos, una pequeña minoría incrustada en una población de más de 27 millones, de los cuales el 86 por ciento son hindúes, el siete por ciento budistas y el 3,5 por ciento musulmanes.
Pero quien ha contado la historia de Mons. Anthony Sharma ha sido él mismo. Para este año sacerdotal reunió en Kathmandu a 19 sacerdotes que viven en el este del país, en el valle de la capital de Nepal. Ha sido a ellos y a más de quinientos fieles reunidos en la catedral de la Asunción a quienes contó la historia de su vocación.
Se debatía entre «responder a la llamada del Señor» y su familia, en la que la hermana «deseaba convertirse en médico o abogado» y que, junto con su madre, confiaba en la ayuda económica del hermano, que pronto se convertiría en trabajador. «Al final, no me he convertido en otra cosa que sacerdote», contó el obispo. Y girándose a sus hermanos sacerdotes añadió: «Hemos sido elegidos por Dios para el servicio a la humanidad».
Una historia simple, pero que, para las pequeñas comunidades de la capital nepalesa, contada en la misa del año sacerdotal el pasado 10 de agosto, fue la ocasión para compartir con sus sacerdotes la misión de evangelizar que ha sido confiada a todo cristiano. Sí, un momento de reflexión, pero también un momento de fiesta, en un período en el que la comunidad sufre, en muchísimas ocasiones, las amenazas de los extremistas hindúes.
En palabras del párroco de la catedral, el P. George Kalapurackal: «Los laicos, orando por los sacerdotes, encuentran más coraje. Y, al mismo tiempo, nosotros nos encaminamos con mayor empeño hacia el camino del sacerdocio y buscando invitar a más jóvenes a descubrir su vocación».
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