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Actuar bien, actuar de bueno y ser bueno

Actuar bien, actuar de bueno y ser bueno
Actuar bien, actuar de bueno y ser bueno son tres cosas distintas.


Por: Vicente D. Yanes, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org



Cuando vemos una película y acompañamos a los protagonistas en sus múltiples aventuras y complicaciones surge espontánea la pregunta sobre cómo serán tales actores en la vida fuera de las cámaras. Los que hacen de criminales, los que personifican una autoridad despótica o una personalidad arrogante y repelente, ¿lo son también así en la realidad? En el lado opuesto la cuestión no deja de causar perplejidad: ¿En verdad son tan “santitos”, tan bien portados y virtuosos estos actores?

Y es que de antemano sabemos que para un actor la clave de su oficio es representar un papel que no es él. Su ocupación es prestarse al servicio de un guión para hacer visible al público un personaje que no existe: Batman, Jason Bourne, Harry Potter, Rocky, Jack Sparrow y tantos otros viven exclusivamente en el celuloide.

Es tal la compenetración actor-personaje que instintivamente tendemos a asociar a los profesionales del cine con los héroes a los que representan, máxime si la película tiene varias entregas o si alcanzaron un éxito abrumador.

Así, al ver a Jim Caviezel por la calle la gente lo reconoce por su actuación de “Jesús” en La Pasión de Cristo. Si nos parece un reto duro encarnar el papel del Salvador, más difícil todavía es tratar de vivir como Él. Pero Jim Caviezel no sólo sabe actuar bien y actuar de bueno, también sabe ser bueno: cosa más complicada y, por lo mismo, de mayor valor. Refiero tres casos en los que Jim Caviezel ha demostrado ser algo más que un buen actor.

En octubre de 2003 cuando hacía poco que habían terminado de rodar la película de la Pasión, Jim visitó un seminario en Roma. Durante la cena que tuvo con los seminaristas, la mayor parte del tiempo la pasó de pie: pasando de una mesa a otra para saludarlos y expresarles la admiración que sentía por su vocación.

“Yo actúo como Cristo en una película –les decía– pero ustedes tienen que vivir como Él”. El famoso actor felicitaba a los seminaristas y los animaba a perseverar y a seguir adelante. Se comportaba como un hombre igual que los demás, que se interesa por las personas con las que convive y reconoce y se alegra por las cualidades que puedan tener los otros.

Un par de años más tarde, en agosto de 2005, estuve haciendo misiones con otros compañeros en Chilapa y en otras localidades situadas a las faldas del Pico de Orizaba (Veracruz, México). Basta un par de minutos para ver la pobreza y la escasez con que viven los habitantes de la región.

Una tarde, volviendo al centro misionero nos detuvo un señor que nos dijo: “Misioneros, ¿no vino con ustedes mi compadre Jaime, el americano?”. No sabíamos quién era su “compadre Jaime” hasta que nos explicó que era un actor estadounidense, el que salía de Jesús en la película de la Pasión…

Nos contó que el verano anterior había venido Jim Caviezel con otros compañeros del norte y que él mismo (el compadre Jaime) había trabajado en la reconstrucción de la casa en la que vive con su esposa y sus tres hijas. “Sí, mi compadre Jaime ahí estuvo poniendo el techo y pintando, porque yo tenía la casa que era una vergüenza; pero él me la arregló y no me pidió nada a cambio”.

Por último, como refiere la agencia LifeSiteNews.com, hoy en día sabemos que Jim Caviezel es padre de dos hijos adoptivos chinos con serias discapacidades físicas (niño y niña; el varón, Bo, nació con un tumor cerebral). ¿El motivo? Jim y Kerri (su esposa) descubrieron que podían dar más amor a otros niños y ayudarlos a salir adelante. No sólo tenían la posibilidad y las ganas de hacer el bien, ante todo poseían amor que brindar a esos pequeños.

Al revelar esta acción, el motivo de Jim es éste: “Para mí la fe es acción. No se trata de decir lo que uno es sino de obrar y obrar sin llamar la atención sobre uno mismo. Les cuento esto solo porque quiero alentar a otras personas”.

“No recibimos ningún Oscar por La Pasión –comentó una vez Jim Caviezel–, ¿pero acaso eso es importante para Dios?".

Actuar bien, actuar de bueno y ser bueno son tres cosas distintas. De las tres, la primera es la perfección de una habilidad natural y la segunda es tan sólo un incidente casual; la última expresa el auténtico valor de un corazón… y está al alcance de todos.

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