Menu



Agallas

Agallas
Fiel a sus principios y valores


Por: Adolfo Güémez | Fuente: Buenas Noticias



Para hacer lo que hizo hay que tener valentía. Ah… ¡y coherencia! Sí, mucha valentía y mucha coherencia. No es para menos cuando lo que está en juego es el puesto y la fama.

Por ello me llamó tanto la atención el primer mensaje que Maribel envió a nuestra redacción. En él nos contaba la lucha que tuvo que emprender para mantener sus principios.

«Vivo en España. Soy profesora de Instituto donde enseño matemáticas. Un día, hace 3 años, entré en las aulas y me encuentro que las preside un póster. En él se representaba, a todo color, una parte del cuerpo de un chico o chica y un preservativo.» Y concluye: «Mi reacción fue romperlo. Ahí comenzó la tempestad».

A Maribel le resultaba muy extraño tal modo de educar a los adolescentes. No es esto lo que los niños necesitaban aprender, sino el respeto a sus personas y el sentido de la verdadera entrega al otro.

No estaba dispuesta a permitir que se deformara de ese modo el amor humano. No era justo reducir la sexualidad al puro placer. Ésta es una riqueza que abarca toda la persona -cuerpo, sentimiento y espíritu- y que alcanza su cenit en el don de sí mismo por amor… pero no todos estaban de acuerdo con ella.

Así que la tormenta se convirtió en huracán. «Dos alumnas se opusieron a mi postura, los demás no. El padre de una de ellas me denunció. Me vi sola en el centro. Muchos escuchaban y creían las mentiras que se decían sobre mí».

Cuando el pan de cada día depende de tu salario; cuando se siente que el mundo entero está en tu contra; cuando se nada contracorriente, se requieren agallas, muchas agallas para mantenerse firme. Y Maribel las tuvo.

«Al inició me sentía abandonada. Pero 5 ó 6 compañeros me apoyaron, y también varios padres de familia». Además, «los alumnos comenzaron a escribirme cartas preciosas y me aplaudían por las escaleras».

Esto último fue lo que más la animó. La mayoría de los estudiantes no querían ese tipo de propaganda. Eran conscientes de que lo que en verdad cuenta son los valores que cada uno cultiva, las convicciones sobre las que uno basa su vida.

Al final, «la denuncia quedó en nada. Encontré a uno de los mejores abogados de la cuidad, hombre muy religioso que se hizo cargo de mi problema. Luego fui transferida a un Instituto donde se respiraba otro aire. Estoy muy contenta de haber perseverado».

Es verdad que este tipo de historias no siempre tienen un final feliz. Pero todas, tarde o temprano, son recompensadas, ya que la victoria más grande que todo ser humano puede obtener es la de llegar al final de la vida manteniéndose fiel a sus valores más íntimos.



Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

Regala una suscripción totalmente gratis http://es.catholic.net/buenasnoticias/regalo.php

Suscríbete por primera vez a nuestros servicios
http://es.catholic.net/buenasnoticias









Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |