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Ashley Abercrombie, de la violación y la bulimia hasta terminar en Cristo

Ashley Abercrombie, de la violación y la bulimia hasta terminar en Cristo
La diversión era su escape pero Cristo fue su auténtica salida.


Por: Ignacio León, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org




Ashley tenía una gran ilusión y un porvenir prometedores en su carrera en diseño textil. Su mayor deseo era salir de su pueblo natal en búsqueda algo grande para ofrecer a este mundo, un futuro que le llevase al éxito profesional. ¡Una ilusión que deje huella!

Llegó a su universidad con una beca por cuatro años. Al llegar a su campus obtuvo grandes posibilidades de crecimiento personal. Logró meterse desde el primer año en el gobierno estudiantil y promoverse como atleta valiosa dentro del equipo universitario.

Mientras Ashley construía los primeros bloques de su gran ilusión profesional, la vida le estaba preparando otro camino.

Entró la discordia en la casa paterna. Sus padres comenzaron a discutir y a perder los estribos hasta llegar al divorcio. Con la noticia Ashley se devastó y perdió toda su personalidad. Los cimientos que colmaban su vida se convirtieron en un pedazo de escombros. Nada le sostenía. «Realmente fue algo demasiado duro para mí, porque yo pensé en esos momentos “¿Dónde está ese terreno sólido que me sostiene en esta nueva vida?”» La remota posibilidad de regresar a casa, para encontrar seguridad, parecía desvanecerse en una profunda obscuridad.

Invadida por la debilidad interior, no quiso abrir su corazón con nadie acerca de su crisis existencial. El estrés y la depresión acogieron su vida. «Para hacer frente a la presión que vivía comencé a provocarme a mí misma la bulimia. Bastaba sólo con esconderme detrás de una puerta para echar fuera toda emoción interna. Sabía que no era el camino más saludable. Pero era mi única salida de escape».

Sus cualidades estudiantiles no dejaron de ser brillantes, pero este aparente éxito le duraría sólo unos pocos meses más. Conforme pasaron los días Ashley perdió el control de su vida. Aquella vida cualificada y las ilusiones que había construido se le desmoronaron.

La diversión entró en su vida. Ashley siempre fue una chica muy bien parecida. Pronto ganó popularidad. Pasó de “chica estudiosa y atleta” a la niña más buscada en las fiestas. «Comencé a beber todo el tiempo. Iba a las fiestas con el propósito firme de beber más de lo bebido que la noche anterior. Las fiestas eran para mí el mejor lugar para drogarme y para salir sencillamente de ese mundo obscuro que me importunaba. Buscaba cualquier cosa que me desconectase mi realidad.»

Ashley comenzó a descuidar su beca y el deporte lo abandonó por completo. La soledad era su amiga. Estar en clases o ir con los amigos ya no significaba nada para ella. Su presencia física estaba allí, pero su mente y su corazón permanecían desconectados de su mundo.

No pasó mucho tiempo hasta que el día fatal arrolló su vida. Ashley organizó una fiesta en su casa con todos sus amigos. Bebió hasta perder la conciencia. Conforme pasaban las horas sus amistades la dejaron a solas. Tan sólo un joven se quedó a su lado hasta asegurarse que no hubiese nadie presente y así poder aprovechar de ella sexualmente. «Lo primero que recuerdo fue estar rodando en el suelo. No podía explicarme lo que me estaba sucediendo. Sólo recuerdo haber tomado conciencia y decirme a mi misma: “¡Dios mio, esto… realmente me está pasando!”. Sentía la impotencia de no poder hacer nada, no poderme defender o simplemente gritar un ¡BASTA! Fue un horrible sentimiento de perder el control, de saberme infringida en todo lo que una persona puede ser!

Ashley perdió toda la confianza que tenía en sí misma. No se atrevía siquiera pedir ayuda o denunciar a su trasgresor. Al tratarse del chico más popular y atleta de su generación, ella se sentía impotente porque sabía que nadie le creería. «Estaba ya tan reconocida como la chica de las fiestas que seguramente la gente pensaría que yo fui la que acepté pasar la noche con él». Todo mi futuro parecía un túnel obscuro y sin salida ni vuelta atrás.

Su decisión fue radical: abandonar la universidad. Cruzó de costa a costa todos los Estados Unidos. Llegó a California. Pero la ilusión por encontrar una solución ahí no llegó a la puerta. Ashley se percató que aunque se moviera de un lugar a otro, la única manera de salir era enfrentando sus miedos y su problema. «A cualquier lugar a donde iba, lo único que quería era borrar la memoria, eliminar el sufrimiento, continué con la bulimia. Me percaté que por este camino evadía mi realidad. No era libre. No era la solución para encarar la situación y salir victoriosa».

Comenzó a trabajar en un café donde la gran mayoría de los trabajadores eran cristianos. Notó una “gran diferencia de su forma de vivir”. «Esta gente tiene “vida” en su interior. En su momento no sabía qué es lo que les daba esa felicidad y plenitud. Lo único que sabía era que yo definitivamente quería vivir como ellos vivían». Encontrar la paz y alegría interior era su anhelo.

El testimonio de su nuevo grupo de amigos cambió radicalmente su vida. Comenzó a ir a la Iglesia con ellos. Conoció gente que vivió historias similares a la suya. «Fue el poder de esas historias las que me comenzaron a dar libertad. Al escuchar a estas personas, mi único deseo era dar mi vida a Cristo en ese mismo instante».

Ashley conoció el amor de Dios en su vida y aprendió que no debía de quedarse escondida detrás de la máscara de la vergüenza. «Ahí comprendí que soy muy amada por Dios y que él no dejó de estar a mi lado, que buscó la manera de curarme, de restaurar mi vida, encontró la manera de llegar a mí y tocarme».



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