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Astucia

Astucia
La píldora abortiva.


Por: Marco Antonio Batta | Fuente: Buenas Noticias




No basta querer ser buenos, debemos ser también astutos. De Italia nos llega un buen ejemplo de cómo es posible, con un poco de astucia, limitar los efectos del aborto.

La píldora «RU-486» es un fármaco que provoca en la mujer embarazada una alteración hormonal que se concluye con la expulsión del feto. Funciona entre la 4ª y la 7ª semana, es decir, cuando los efectos del embarazo aún no son visibles. Este tipo de aborto se puede realizar sin hospitalización, de ahí el interés por promoverlo.

Muchos países de Europa y América han aprobado ya su uso y distribución.

En Italia, donde aún no estaba permitida, se estaban realizando las primeras pruebas con un programa piloto en el Hospital Santa Ana de Turín. El fármaco se administra en varias sesiones. Un hecho le sirvió al ministro de salud, Francesco Storace, para prohibir su uso: una mujer, en la segunda visita médica del tratamiento, se percató de haber tenido ya el aborto en casa. Había expulsado el feto sin darse cuenta.

En Italia el aborto está permitido durante los primeros 90 días del embarazo, pero no puede realizarse fuera de un hospital. Esta cláusula sirvió al ministro para prohibir el medicamento.

Existen además serias dudas sobre la RU-486. Sus promotores lo quieren presentar como algo sencillo, casi como una Aspirina: la mujer lo toma y después desecha el feto sin mayores complicaciones. Pero la realidad es distinta…

La píldora ha sido calificada por algunos como una bomba hormonal, por las serias alteraciones que provoca en el organismo de la mujer. En el 90% de los casos produce fuertes hemorragias, algunas de ellas mortales, sobre todo si se dan cuando la mujer está lejos del hospital (algo bastante probable).

También puede provocar serios problemas cardiacos. En Estados Unidos, por ejemplo, se tienen documentadas ya tres muertes debidas a complicaciones ligadas a la RU-486. Una de las víctimas es -o fue- Holly Patterson, de 18 años, quien esperaba un hijo de su novio. Ambos acudieron en secreto a una clínica de Planed Parenthood de San Francisco, donde les proporcionaron el medicamento. Holly tuvo una infección causada por la placenta que no fue expulsada totalmente durante el aborto.

Ciertamente, lo ideal hubiera sido que el ministro Storace prohibiera la píldora por el simple hecho de ser abortiva; pero si el político se mueve en un contexto legal donde el aborto ya está permitido, una dosis de realismo se hace necesaria. Si, a corto plazo, no es posible prohibir el aborto en su totalidad, al menos hay que limitar sus daños.

La astucia y el realismo no les vienen mal a los hijos de la luz.



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