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Cartas, flores y golpes de humor

Cartas, flores y golpes de humor
Ejemplo para afrontar con alegría los sufrimientos y apoyar a los que sufren


Por: Rodolfo Caballero | Fuente: Buenas Noticias









Un buen portero debe ser hábil no sólo para parar penalties. Fuera del campo ha de afrontar amenazas más serias que un bien atinado chute del balón a la portería.

Germán Burgos, el portero del Atlético de Madrid, es un reconocido ducho en la materia. Afirma que hubo una falta en el área de rigor: fumaba demasiado. Y no hubo más remedio que acudir al quirófano. Allí le extirparon un tumor de riñón.

La noticia se esparció como una mancha de aceite. De España, Japón, Argentina, y otros países, llegaron mensajes, cartas, flores, en fin, muestras de apoyo expresadas de mil maneras. Capitanes de otros clubes, sus aficionados y los profesionales de otros sectores, como la música, animaban calurosamente al guardameta.

Si tal fenómeno se diera en un partido sería tildado como contrario al amor a la camiseta, y hasta antiético. Pero, ¿quién no animaría al arquero que en un momento de su carrera profesional debe afrontar a un excelente tirador como es el cáncer? Aquí no está de por medio la copa de la liga o la copa de la Champions League, sino la misma vida.

En los momentos de dolor y de enfermedad, los muros de división se desmoronan por su propio peso e inconsistencia. Cesan las divisiones. Pierden su supuesta relevancia. Los que antes parecían enemigos inconciliables se apiñan para afrontar como un solo hombre la amenaza peligrosa.

Y es que todos los mortales experimentamos de una u otra manera el sufrimiento, en nuestro paso por la tierra. Es ley universal. No obstante, también advertimos que el padecimiento nos permite crear lazos de unión que de otra manera jamás hubieran existido…

Desde que conoció su estado precario de salud, Germán se mostró optimista. Con golpes de humor, evitaba que otros sufrieran por su causa. A su madre acongojada le bromeó diciendo: «Mamá, no te preocupes. El cirujano que me operará ve bien de un ojo…». En su convalecencia señalaría que los puntos de sutura igualaban a los tantos que el Atlético de Madrid había obtenido. Más tarde, apuntaría en su camiseta un triple “gracias” por el acompañamiento moral que recibió.

Hay que reconocer en el sufrimiento una cara amable. Cabe decir que sólo los buenos, los de un natural feliz, los rostros sonrientes y miradas transparentes la saben descubrir y transmitir a los demás.

Como Germán y sus aficionados, habrá otros más en el mundo que con su testimonio dejarán a la posteridad y a sus coetáneos este patrimonio de solidaridad.

Después de todo, no hay nadie que viva tan abstraído de este mundo y de una manera tan solitaria, que no sienta sobre la epidermis el dolor de quien sufre. Al menos yo no lo he visto.




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buenasnoticias@arcol.org









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