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Comentario de nuestros lectores

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Cometario 5


Por: Redacción | Fuente: www.buenas-noticias.org




Juan Pablo II siempre dio ejemplo de estar convencido de su Misión y de quién era el que le enviaba. Por eso no se amedrentaba ante ningún líder de ninguna nación y ante ninguna enfermedad, sin moverse ni a izquierda ni a derecha de lo que proclamaba, dándonos ejemplo de que quien es la Verdad ciertamente nos recibirá al final de esta vida fugaz.
De Juan Pablo II tomo ese ejemplo y deseo poder vivir mi vida con la misma entereza, firmeza y humildad, apegado totalmente a la Palabra de Dios, hasta que Cristo me llame a su Reino.
Oscar Ortega
Edad: 34 años
Chihuahua, México


Es un "gigante de la fe" y de la defensa de la persona, desde que nace hasta que muere. Ha sido un ejemplo de cómo se puede vivir y morir cerca de Dios y con un total abandono en manos de Dios. Todo lo que se pueda decir sobre él, no se consigue con palabras, porque está claro que era una persona elegida y preparada por Dios para la misión que tenía encomendada. Creo que es muy difícil hacer un juicio verdadero y justo sobre su persona, porque muchas cosas, sobre todo las que son fruto de su oración, de su sacrificio, de su entrega generosa, posiblemente a los ojos humanos pasen inadvertidos, pero no creo que sea así a los ojos de Dios, que es para quien él vivía. Para mí, ha sido y sigue siendo un ejemplo de hombre de Dios, cristiano coherente con su fe, al que admiro y quiero y que en momentos más difíciles, o cuando las cosas pueden costar más, su recuerdo o su imagen ayudan a recomenzar y a seguir adelante, tratando de conseguir a través de su intercesión esa misma fe y fuerza que él tenía. Gracias por todo.
Malena Jardon



En lo que llevo de vida he conocido a muchos Papas: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, y ahora, a nuestro querido Papa Benedicto XVI.
Desde pequeña aprendí en mi familia que el Papa es el sucesor de Pedro, el dulce Cristo en la tierra, así que le tuve siempre una gran veneración y cada día rezo y ofrezco por él pequeñas cosas que me cuestan.
Juan Pablo II fue una caricia de Dios. Siendo el primer Papa polaco de la Historia, aportó CERCANÍA: sus primeras palabras animosas, su aspecto agradable, sus mensajes siempre claros y positivos, su gran humanidad, su imponente espiritualidad... ¡todo en él me acercaba a Cristo vivo!, a Cristo en la tierra, a Cristo en el final del siglo XX y comienzos del XXI. Desde el primer momento intuí que era un hombre de Dios, que el Espíritu Santo estaba con él... Me llamaba poderosamente la atención su Fortaleza en la palabra, en los hechos, en su vida. Defensor de la Verdad, de la Vida, de la Dignidad Humana... También me seducían su inmensa Sencillez, Simpatía y Humildad... Sabía llorar y sabía reír a carcajadas... No le importaba aparecer pletórico en una etapa de su vida y roto y machacado en la otra... ¿De qué me podía quejar yo, que también tengo mi cuerpo roto por el "regalo" que recibí, cuando tenía 4 años, de una polio que afectó a mis piernas y me marcó para el resto de mi vida? Descubrí -por él, aunque también otras personas me han ayudado en mi vida- que mi dolor, unido al de Cristo en la Cruz, tiene sentido y corredime. Aprendí de él a llevar con garbo las cargas de la vida, mis trabajos, mis gozos y mis penas, porque llevadas con Jesús, son suaves y ligeras, por mucho que cuesten... Aprendí que la fuente de esa Fortaleza está en la oración diaria, y en la frecuencia de los sacramentos; crecí con él en mi trato con María, mi dulce Madre. En fin, para mí ha sido todo un ejemplo, un Padre, un Guía, un Maestro, y doy gracias a Dios por haberlo conocido y haberle seguido con la mayor Fidelidad que he sabido.
Gracias por ofrecernos esta oportunidad de testimoniar acerca de él.
Un cordial saludo.
Amparo Martínez-Cañavate Alarcón
Edad: 54 años
Madrid, España


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