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Comentario de nuestros lectores

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Comentario 4


Por: Redacción | Fuente: www.buenas-noticias.org





Juan Pablo II fue un hombre que le mostró al mundo la universalidad del mensaje de Jesucristo. En un tiempo en el que el mensaje cristiano es atacado y censurado por muchos medios, personajes de la talla de Fidel Castro, Mijail Gorbachov o George Bush no pudieron sino reconocer y alabar la labor de este gran hombre, muy a pesar de la oposición de sus ideas y proyectos con el mensaje de Juan Pablo II. ¿Y por qué? Porque el mensaje de Juan Pablo -que es en definitiva el mensaje de Jesucristo- es eterno, universal y profundamente liberador. ¿Imposible resistirse, no?
Roberto Taboada Cortina
Edad: 22 años
Morelia, Michoacán, MÉXICO



Juan Pablo II:
Es el Papa de la familia, nadie como él ha defendido y promovido el amor de la pareja, la donación a través de la fecundidad y la generosidad para formar familias numerosas. Fue apasionado y transmitía ese amor a la familia, a la vida. Siempre fue fiel a los principios de la vida y con mucho valor defendió los mismos hasta el último momento, su legado en este sentido nos mantiene con la esperanza y con la fuerza de aceptar y vivir con generosidad este llamado a ser y hacer familias numerosas. ¡Juan Pablo II pide a Dios por nosotros!
César y Mónica Díaz
Monterrey, N.L. México
¡¡¡Tenemos 5 hijos y uno en camino!!!


Nunca olvidaré aquel abril de 1987 que me cambió la vida. Desde hace dos años buscaba estabilizar mi existencia, dándole un sentido y un por qué que valiera realmente la pena.
Hasta entonces mi máxima era: “pruébalo todo, experiméntalo todo y vive feliz”. Ciertamente, a mis dieciséis años me quedaba todavía mucho por probar, y, sin embargo, ya intuía yo que por ese camino sólo se me pegarían los abrojos de la insatisfacción. De hecho, apenas en el despertar de mi vida al mundo saboreaba el amargo gusto del hastío.
Fue entonces cuando llegó ese abril del 87. Mi querido Chile se coloreó de blanco y amarillo para recibir a Juan Pablo II, el peregrino de la paz y la reconciliación. Nadie se quiso eximir de la fiesta. Todos sentíamos la necesidad de alcanzar esa paz y esa reconciliación que él predicaba y que tanta falta hacía en nuestro país.
Desde el primer instante ese hombre me cautivó. Yo andaba a la caza de un sentido para mi existencia, estaba sediento de seguridad, hambriento de eternidad, al borde -a mis dieciséis años- de un abismo de incertidumbre y de vacío, y Juan Pablo me abrió los ojos a la esperanza. Ante mí se extendía un sendero de luz, de felicidad, de eternidad.
¡A Juan Pablo le debo Cristo! Él con su palabra, pero sobre todo con su testimonio me encaminó de la mano a la experiencia personal de Cristo. A través de su Vicario, Jesucristo se acercó al lecho del que yacía agonizante, me tomó de la mano y me dijo: “Joven, a ti te lo digo, ¡levántate!”
Desde entonces no he dejado de mirarlo a Él, no obstante el miedo a tener que ceder, a abandonar las antiguas seguridades, a vivir como Cristo vivió y a terminar mis días como Él.
Han pasado ya casi veinte años. El atleta de Dios que entonces conocí y admiré, y que hoy desde la ventana del cielo nos bendice, sigue siendo para mí motivo de admiración y de cariño. Más aún, si entonces sentí un profundo respeto por su persona, hoy lo amo entrañablemente, pues él ha sido el padre que me ha hecho el regalo más grande: la felicidad. Todas las veces que lo contemplé de cerca, anciano y sufriente, cada vez que pude escuchar su voz temblorosa y débil, mi corazón repetía y repite todavía hoy cada vez que me acerco a su tumba: "mira, allí está el hombre que cambió tu vida. Gracias a Él eres hoy profundamente feliz". Sí, allí está el hombre que me puso cara a cara con Cristo.

Marcelo Bravo
Edad: 36 años
Roma, Italia











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