Menu



Del suicidio a la vida estilo Valiente

Del suicidio a la vida estilo Valiente
En aquel pueblo sin Dios, tras la apertura de la parroquia,recomenzó la esperanza.


Por: Santiago Abascal, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org




Así justificó un hombre, a una arrugada monjita, su paso por Valiente el pasado febrero: «Iba del pueblo vecino hacia las vías del Transiberiano para suicidarme, vi una cruz ortodoxa, y mis pies solos me trajeron hasta aquí. Ahora volveré a casa, allí me esperan dos hijos pequeños».

La parroquia del pueblo siberiano Valiente ha obrado milagros desde el día en que una valerosa mujer puso manos a la obra para su edificación. En aquel pueblo de perdición, el vodka y el sinsentido de una vida sin Dios había hecho del suicidio una práctica cotidiana, casi familiar.

Alexandr Yaroshenko narra su tragedia: «mi padre se suicidó en Valiente en 1980, cuando yo tenía 12 años. Unas horas antes de la tragedia él nos explicaba ardientemente, a mi madre y a mí, que el día anterior había sacado de la soga a su ex compañero de clase. Llegó con tiempo. Y le sacó con vida».

Así se sucedían los ahorcados en Valiente aparentemente sin mayor motivo. Alexandr explica: «La gente no tenía deudas, ni romances pasionales, problemas gordos en casa o en el trabajo. Pero el sendero de la vida les llevaba hacia la soga...»

En Valienteno había pope ni parroquia. El pueblo, fundado a principios del siglo XX por los cosacos del Kubán, a la vera del río Amur -antes de ver la torre coronada por la cruz- fue testigo de la revolución.

Pero, por fin, comenzó el cambio. Una vecina de Valiente, Galina Neyman, conocida por su mal carácter transformó el poblado.

«Hace unos cuarenta años vino al pueblo una joven agrónoma, Galina Neyman» narra Yoroshenko. «Tuvo una infancia de postguerra, lo que equivale a hambre, en las estepas del Transbaikal. Terminada la escuela, la joven a duras penas ingresó en la Universidad Agrícola de Blagoveschensk. Desde el primero y hasta el último día lectivo, concilió los estudios con el trabajo de lavaplatos».

No tuvo suerte en su vida familiar. Con un marido alcohólico y un trabajo duro, luchó para sacar adelante a sus dos hijos. «Un día, mi marido, ahogado en vodka, le clavó un cuchillo en la espalda a mi hijo pequeño. Gracias a Dios, no le mató y al cabo de dos días le abandoné», confiesa ella.

Pasaron los años. Su hijo Dmitri, convertido en todo un hombre, regresó del ejército, se casó y, «a lo Valiente», con toda la cotidianidad, se ahorcó, dejando huérfanas a dos pequeñas. Galina Neyman pasó meses sumida en la depresión.

Un día fue a una iglesia y, por primera vez en su vida, se confesó. Mientras el pope leía la oración del perdón, lloró como nunca antes.

Frecuentó la Iglesia. Comenzó una vida de oración. Y decidió levantar una parroquia en Valiente. Puso manos a la obra. Los vecinos no comprendían nada de lo que había sucedido en ella. Todo el mundo se burlaba de aquella loca.

El pope la bendijo para la labor. Al cabo de medio año, un antiguo despacho del sovjoz adquirió un aspecto decente: cubrió el tejado, nuevas ventanas, valla nueva… La ruda agrónoma invertía toda su pensión en aquel proyecto.

«Trabajé allí días y noches enteros» -explica Galina- «a veces creía que caería sin levantarme jamás. Pero Dios me dio fortaleza». Ahora lo soportaba todo en silencio y oración. «Cuando los vecinos se reían de mí, me limitaba a recitar la oración de Jesús y me iba».

Terminada la obra, el pope vino a bendecir el antiguo despacho impregnado de palabrotas koljozianas. La nueva parroquia recibió el nombre de San Siluán del Monte Athos.

En aquel pueblo sin Dios, tras la apertura de la parroquia, familias enteras venían a bautizarse. Aquellos que habían escupido a la cara de Galina Neyman, recibían los sacramentos entre los primeros.

Y así fue como se rompió el ciclo de suicidios en Valiente.

La agrónoma Galina Neyman, tras largo discernimiento, decidió entrar en vida religiosa. Hoy se llama Madre Domniquia y sostiene una parroquia que, al cabo de tres años, dona por la salvación de las almas, mil rublos cada mes. Casi un rublo por persona.


Califica el artículo:


Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

Regala una suscripción totalmente gratis http://es.catholic.net/buenasnoticias/regalo.php

Suscríbete por primera vez a nuestros servicios
http://es.catholic.net/buenasnoticias









Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |