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Edición especial - El cajón de mi oficina

Edición especial - El cajón de mi oficina
Sra. Kika, gracias por su ejemplo. Gracias por enseñarnos que la verdadera realización, la verdadera felicidad humana, radica en servir.


Por: Redacción | Fuente: www.buenas-noticias.org




Muy estimados lectores:

Les envío un cordial saludo. Hace unas semanas publicábamos el artículo "Sufrir o ser feliz", con el testimonio de la Sra. Kika. Ahora, y debido al interés y modo como muchos de ustedes han seguido la noticia, quisiéramos compartir con ustedes la carta que uno de nuestros lectores envió a la señora. Esperamos que les sea de provecho tanto como a nosotros.

¡Dios les bendiga mucho y gracias por todo el apoyo que siempre nos brindan!

Seguro servidor en Cristo,
Juan Antonio Ruiz, L.C.
(Equipo de Buenas Noticias)


Querida Sra. Kika:

Le hago llegar un cordial saludo. No tengo el gusto de conocerla personalmente. Le escribo porque leí sus palabras en Buenas Noticias. Me impresionó tanto la descripción del cajón de su oficina, a tal punto que mis ojos se llenaron de lágrimas.

Siguen agolpándose en mi cabeza las frases de su carta: «Me he aferrado con dientes y uñas a la vida…»; «Cada vez que voy a la clínica tiemblo de terror al pensar que puede pasar algo de nuevo…»; «Ya no resisto un pinchazo, una sonda o un examen más, no me importa si me duele o no. Simplemente ya no quiero…»; «Mi cajón de la oficina…».

Ahora pienso en usted. Me la imagino quizás tendida sobre una cama, viendo las gotas de lluvia que se deslizan por la ventana. Quién sabe si el agua que cae del tejado canta o gime; o si las nubes son de algodón y de cristal o de frialdad y oscuridad, presagios de un destino sin sentido.

Pero no. No creo que usted se encuentre así. No tiene tiempo para pensar en usted. No quiere desperdiciar su vida. Quiere realizarse. Qué palabra tan misteriosa.

Realizarse. ¿Sabe? En mi vida he escuchado miles de veces esa palabra. La he leído, no sólo en libros, sino en anuncios publicitarios en tantos países. He visto a jóvenes, adultos, ancianos, correr como autómatas hacia ella, para abrazarla y descansar en ella, después de haber dejado atrás noches de sueño, amistades y descanso.

Me los imagino como gente aterrada dentro de un túnel, que corre y corre hacia la luz que resplandece al final del camino, sin percibir los daños que ocasionan a otros, o si sus hijos quedan atrapados, o si su esposa desfallece, o si sus cuerpos mueren de cansancio. Sólo les importa llegar a la meta, «realizarse». Estas personas, identifican «realización» con poder, fama, viajes, placeres, profesión, etc.

Pero alegremente he constatado que existe otro tipo de personas. Éstas conviven con las primeras. También desenvuelven su existencia dentro del mismo túnel. El mundo los llama «la gente», «el pueblo», «personas grises», «las masas». Yo les llamo héroes. Estos, en vez de correr tras el fulgor de una fama vacía, dedican su vida para que sus seres queridos se realicen. Y así usted está empleando su vida. Se sostiene sosteniendo a los demás.

Por supuesto, le costó dejar el cajón de la oficina. ¿A quién no le costaría? Un cajón que significaba tanta realización humana para usted: Dejó dos bolígrafos y le han dado cientos de inyecciones. Dejó un cuaderno y le han enviado un cúmulo ingente de resultados médicos. Dejó su computadora y en cambio le han confinado en una cama. Dejó el café y le han prescrito un suero al día.

Pero quizás eso no le ha costado tanto. Ese cajón es muy grande. Es un cajón femenino. El cajón tenía su vida diaria, su vida familiar. Qué cajón tan misterioso.

Sra. Kika, gracias por su ejemplo. Gracias por enseñarnos que la verdadera realización, la verdadera felicidad humana, radica en servir.

Raúl Rodríguez Pulido, L.C.

Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

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