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Edición especial: El niño cristero

Edición especial: El niño cristero
El mártir de Sahuayo.


Por: José Alberto Lesso | Fuente: Buenas Noticias




Amanece el tercer día de la era cristiana. El primero fue el milenio de la evangelización por la palabra, el de la predicación de los apóstoles y de los padres de la Iglesia. El segundo, en cambio, fue el de la evangelización por la imagen, en donde los grandes artistas del gótico, del renacimiento, del barroco..., se afanaban por catequizar a través de sus obras de arte.

Hoy, en el alba de este tercer día, nos damos cuenta de que las palabras y las imágenes son tantas que en ocasiones nos resbalan, no penetran ya al corazón. Sólo el verdadero testimonio, sólo el ejemplo de una vida coherente es capaz de tocarnos, de movernos, de hacer volver nuestra mirada a Dios.

El testimonio que hoy recojo ocurrió en México, en medio de una guerra que desoló el país de 1926 a 1929: La Guerra Cristera. Se trata de un niño. Su nombre, José Sánchez del Río; su gloria, dar la vida para que Cristo reinase.

José Luis, como era llamado en la batalla, fue un valiente. Desde pequeño comprendió que sólo el amor a Cristo da sentido a la vida. Por ello, cuando el presidente Calles decretó el destierro de Dios, no dudó en dar su vida por defender a Cristo.

El 6 de febrero de 1928, en medio de un enfrentamiento, al General Luis Guízar Morfín le mataron el caballo. José, bajándose rápidamente del suyo, se lo ofreció: «Mi General, tome usted mi caballo y sálvese. Usted es más necesario y hace más falta para ganar la batalla». Aquel día, el niño fue hecho prisionero y encerrado en el baptisterio de la parroquia.

La noche del 10 de febrero, tras cortarle las plantas de los pies, le llevaron caminando hasta el panteón municipal. Durante el recorrido, los vecinos escuchaban con infinita pena los gritos llenos de valor y fervor que el niño cristero lanzaba: «¡Viva Cristo Rey!».

Llegado al lugar, José se colocó de espaldas a lo que sería su tumba. El oficial, movido por la entereza del niño, se acercó y le preguntó qué le mandaba decir a sus padres como última voluntad. El niño le contestó «…que en el cielo nos vemos. ¡Viva Cristo Rey!»

Cegado por la rabia, el oficial mandó que lo apuñalaran para evitar que en el pueblo se escucharan los balazos. A cada puñalada José gritaba: «¡Viva Cristo Rey!». Para acallar aquellos gritos que lo encolerizaban, el oficial sacó su pistola y disparó a la cabeza del niño.

¿Cuál es el valor del testimonio de este niño de apenas 14 años? Juan Pablo II respondería así:

«El mártir, en efecto, es el testigo más auténtico de la verdad sobre la existencia. Él sabe que ha hallado en el encuentro con Jesucristo la verdad sobre su vida y nada ni nadie podrá arrebatarle jamás esta certeza. Ni el sufrimiento, ni la muerte violenta lo harán apartarse de la adhesión a la verdad que ha descubierto en su encuentro con Cristo. Por eso, el testimonio de los mártires atrae, es aceptado, escuchado y seguido hasta en nuestros días».

El 20 de noviembre, José Sánchez del Río será beatificado en Guadalajara.


Escucha aquí la canción Corazón Cristero sobre José Sánchez del Río http://www.cywn.net/esp/articulo.phtml?se=81&ca=87&te=46&id=13624

Fuentes: La Cristiada, de Jean Meyer y Biografía del “niño cristero”, de Manuel Pérez Valencia.


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