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Edición especial: Globos y flores

Edición especial: Globos y flores
Gracias por mostrarnos lo fuerte que puede llegar a ser el amor de una madre.


Por: Manuel Álvarez Arriola, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org



Hace un año presentábamos en el día de la Madre el ejemplo de Cecilia, ¿te acuerdas?: la joven madre de 28 años, condenada por el cáncer, que murió para dar la vida ( cf.El amor de una madre). Hoy te presentamos el ejemplo de Meli del Río, otra joven madre que también murió para dar la vida, en la ciudad de Puebla, México.




“Recuerdo que comenzaba la misa y entraba Ricardito… no sabes cómo me desmoronaba pensando en qué podía sentir él, pero era increíble… increíble cómo estaba Ricardito, entero, contento, sonriendo, como tú se lo pediste

Ricardito es un niño de siete años que asistía contento, sonriendo a la última fiesta de su mamá: la del encuentro definitivo con Dios.

Globos y flores daban el toque festivo a ese maravilloso encuentro preparado en la escuela del dolor de un cáncer prolongado. Ellos eran la última catequesis magistral que una madre daba a su hijo, después de su primera comunión, sobre el significado gozoso que tiene la muerte en la vida del cristiano.

La heroica mamá de Ricardito se llamaba Meli. Una mujer como cualquier otra, llena de ilusiones, de proyectos. Su hermana Alejandra la describe optimista, desinteresada, generosa, positiva, siempre con la frente en alto. Así son las mujeres que Dios prepara para misiones tan especiales. Son mujeres normales, pero con un corazón de oro.

A sus 32 años le detectaron un cáncer. El doctor le dijo que estaba invadida de tumores en el estómago, hígado y páncreas. No lo podía creer. Pero sí, era cierto, ya no había marcha atrás. Fue como un balde de agua fría.

Meli comenzó su gran lucha: la lucha por la vida. Un solo motivo: Ricardito. Ese pequeño ser de tan sólo seis años al que había dado todo: tiempo, cariño, desvelos, dedicación, amor. Ahora veía todo esto desmoronarse. ¿Cómo darle la noticia? ¿Cómo prepararlo para tan terrible momento?

Una sola preocupación llenaba ahora sus pensamientos: ¿cómo hacerle más fácil la enfermedad a su hijo? Así, cuando los dolores crecían y era imposible no quejarse, le explicó a Ricardito que sus quejidos eran como en el Tae Kwon Do, gritos que ayudan y acompañan los diversos movimientos. Muchas lecciones siguieron a ésta.

Sin embargo se acercaba la última lección. Sabe Dios el tiempo que pasó preparándose para ella, pero como gran maestra la supo impartir.

Le dijo a Ricardito: “Richard, no sé cuánto tiempo me quede, si un día, una semana, un mes… no lo sé… pero cuando me muera, tú debes estar contento, porque yo voy a estar con Diosito, ese día tiene que ser un día de fiesta, va a haber flores de colores, también va a haber globos y debemos estar muy contentos porque yo así voy a estar.” Así lo preparó para ese día, para esa gran ausencia.

Al día siguiente del funeral, Ricardito le preguntó a su prima Alessita: “Oye, ¿por qué no fuiste a la fiesta de mi mamá? Hubo flores y globos y estábamos muy contentos.”

Gracias Meli, por enseñarnos a vivir de cara al Único importante, de cara al encuentro definitivo con nuestro Dios y Creador. Globos y flores nos han recordado el significado gozoso que tiene la muerte en la vida del cristiano. Gracias por mostrarnos lo fuerte que puede llegar a ser el amor de una madre.

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