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El judío que llegó a ser cardenal

El judío que llegó a ser cardenal
Podemos decir que lo que mejor definió al Cardenal Lustiger fue la unidad que supo crear en torno a su ministerio.


Por: Óscar G. Cabello, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org






Ver el funeral de un cardenal por televisión no es cosa común; tampoco lo es ver sentado en primera fila al presidente del país y mucho menos ver a los miembros de la comunidad judía participar en el rito funerario. Para condimentar más la escena podemos preguntarnos: ¿judíos en un funeral de un cardenal converso del judaísmo?

Todas estas imágenes pudimos ver este viernes 12 de agosto cuando se celebraron los ritos fúnebres y el entierro del cardenal Jean Marie Lustiger. Judío, nacido en 1926 y converso al catolicismo a los 14 años de edad, sacerdote, obispo de Orleáns, arzobispo de París, Cardenal, miembro de la Academia Francesa, hombre formado por las experiencias de la segunda guerra mundial; estuvo en Alemania en los inicios del nazismo; después en Inglaterra. Aficionado a la lectura, de reflexiones profundas. Todos estos datos corresponden al cardenal Lustiger, pero al contemplar su funeral podemos decir que lo que mejor define a este hombre es la unidad que supo crear en torno a su ministerio.

Él supo hermanar credos, filosofías y actitudes de vida frecuentemente antagonistas como fe y laicismo, catolicismo y judaísmo. Un hombre enérgico y claro, siempre pastor. Su clave fue vivir la justicia en el sentido auténtico de la palabra, como lo explica en el libro «Sed felices»; ahí habla que para ser justos, hay que conocer la justicia de Dios que devuelve bien por mal; conociendo la debilidad del hombre hay que trabajar por la justicia recorriendo con frecuencia un camino de desprendimiento y de cruz; y por lo tanto el corazón de la justicia es el amor.

Muestra de ello son sus palabras ante los atentados contra sinagogas en el 2002: «existe el riesgo de una guerra civil, porque los ataques a las sinagogas no son sólo actos de antisemitismo sino atentados contra el orden público, contra la paz de la sociedad francesa». El 11 de diciembre del 2003, con palabras similares, se pronunció contra un proyecto de ley que perjudicaba a la comunidad musulmana. A los católicos los exhortó muchas veces a predicar el evangelio. Decía: «el anuncio del Evangelio está sólo en sus comienzos, pero despliega una fuerza de salud, de justicia y de paz que el mundo antiguo no imaginaba. Estamos en el inicio de la era cristiana».

Al revisar la situación del mundo podemos desilusionarnos porque encontramos muchas divisiones y rivalidades. El funeral del cardenal Lustiger nos enseña que la petición de Cristo a su Padre: «que todos sean uno» (Jn 17,22) no es una quimera sino una realidad. Realidad a la que nos sentimos llamados y por la que debemos trabajar.



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