Menu



El primer regalo

El primer regalo
Nacer es el primer y mejor regalo que hemos recibido y que nuestros padres nos han dado.


Por: Juan Jesús Riveros, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org



Dos pasos en nuestra vida son los más importantes: el primero y el último. El primero no depende de nosotros; el último, totalmente. Nacer es algo gratuito, mientras que el “morir bien” es algo buscado. Ese paso inicial nace del amor de nuestros padres; es el primer regalo que recibimos. El “morir bien” será, sin duda, nuestro último regalo a la humanidad.

Todo esto lo comprobé hace algunos días cuando llegaron a mi conocimiento dos hechos que tienen un denominador común: por amor, Rachael y Aya dieron su primer paso en la vida. Una iba a ser el último gesto de una madre ante su hija muerta; la otra fue el único regalo que la madre pudo hacer a su hija antes de despedirse de este mundo.

Rachael nació prematura, pesando sólo 600 gramos. Su corazón latía una vez cada diez segundos y no respiraba… los médicos perdieron toda esperanza; en menos de veinte minutos aquella pequeña dejaría este mundo. La ciencia cerró las puertas. Su madre sólo pudo hacer una cosa: darle todo su amor en el último y único abrazo.

Su madre, Carolyn Isbister, de West Lothian (Inglaterra), no quería que la niñita muriera teniendo frío. La acercó a su pecho y la abrazó. Aquella inerme criatura sintió el calor de su madre y su corazón comenzó a latir. Su pulso se normalizó y comenzó a respirar.

Los médicos, atónitos, vieron cómo la piel grisácea de la niña tomaba un color rosado. Cuando la pequeña Rachael dio un gemido todos en la sala pensaron que era un milagro. Cuatro meses después, la pequeña, tras varios tratamientos médicos, fue dada de alta.

«Cuando finalmente la trajimos a casa – dice Carolyn – los médicos nos dijeron que era una niñita estupenda. Y, sobre todo, le encantan sus abrazos. Puede dormir horas acurrucada en mi pecho. Fue ese primer abrazo lo que le salvó la vida y estoy muy contenta de que confié en mi instinto materno y la tomé en mis brazos cuando lo hice. De otra manera ella no estaría con nosotros hoy».

Por otro lado, Jayne Campbell, medalla de oro de patinaje sobre hielo en el Reino Unido y séptima en el campeonato del mundo, será siempre recordada por la mayor hazaña que una mujer puede hacer, por más normal que ésta pueda parecer: dar la vida a otro ser humano. Cuando quedó embarazada, escogió la vida de su hija Aya en vez de su carrera profesional; fue respetada en su decisión.

Cuando la pequeña estaba en su vigésima quinta semana de gestación, su madre sufrió un colapso provocado por un tumor en el cerebro que se desarrolló rápidamente y le afectó los vasos sanguíneos. Los médicos se vieron impotentes ante la situación de la madre. Diagnóstico: muerte cerebral. No pudiendo hacer nada por ella, decidieron salvar la vida de la pequeña, según era el deseo de Jayne y de su esposo Mahmoud.

Dos días después de la muerte de su madre, nace la pequeña Aya Jayne. Hoy la pequeña sigue bajo cuidados y se fortalece día a día.

El caso de Aya y el de Rachael no son únicos, pero nos muestran una enseñanza: optar por la vida. El primer paso en nuestra vida no depende de nosotros, sino del amor de nuestros padres. Nacer es, pues, el primer y mejor regalo que hemos recibido y que nuestros padres nos han dado. ¡Gracias!

Con datos de http://www.hyd-masti.com y el Mundo (Daily Mail)

Califica el artículo:

Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

Regala una suscripción totalmente gratis http://es.catholic.net/buenasnoticias/regalo.php

Suscríbete por primera vez a nuestros servicios
http://es.catholic.net/buenasnoticias








Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |